Tarjei Vesaas (1897 - 1970) nació y creció a la orilla del lago Vinjevatn, en Noruega, rodeado de una idílica y solitaria naturaleza que influyó en toda su obra literaria. De carácter muy sensible, quedó marcado para siempre por la destrucción de la que fue testigo durante la Primera Guerra Mundial y la culpabilidad que sentía por haber decidido en su momento no hacerse cargo de la granja familiar. Entre sus estudios y el servicio militar encontró el tiempo para seguir escribiendo novelas, poesía y teatro, y, finalmente, en 1923, consiguió publicar Hijos de humanos, que le abrió definitivamente las puertas de su carrera literaria. Fue tres veces candidato al Premio Nobel de Literatura y hoy es considerado uno de los mejores escritores noruegos del siglo xx. La literatura de Vesaas, con una aparente sencillez, rebosa simbolismo y poesía y conjuga a la perfección el paisaje noruego con la psicología de sus personajes. Es autor de novelas como El palacio de hielo (1963), Los pájaros (1957) y Los vientos (1953).
LAS TRADUCTORAS
Kirsti Baggethun, nacida en Tønsberg (Noruega) y licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Oslo, maître por la Universidad de la Sorbona. Fue profesora de Lengua y Literatura Noruegas de la Universidad Complutense, y Agregada Cultural de la Real Embajada de Noruega hasta su jubilación. En colaboración con Asunción Lorenzo ha traducido cerca de ochenta libros del noruego de autores como Knut Hamsun, Tarjei Vesaas, Jostein Gaarder, Maja Lund, Karl Ove Knausgaard o Kjell Askildsen. Ha colaborado en la redacción de una serie de libros sobre la literatura nórdica y en un diccionario noruego-español, español-noruego.
Mª Asunción Lorenzo, nacida en Zaragoza y licenciada en Filología Francesa por la Universidad Complutense de Madrid, ha colaborado con Kirsti Baggethun en numerosas traducciones del noruego de obras de Jostein Gaarder, Karl Ove Knausgaard o Kjartan Fløgstad.
EL PALACIO DE HIELO
Primera edición: enero de 2021
Título original: Is-slottet
© Gylendal Norsk Forlag AS 1963
Publicado de acuerdo con Casanovas & Lynch Agencia Literaria
© de la traducción: Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo
© de la nota del editor: Jan Arimany
© de esta edición:
Trotalibros Editorial
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AD500 Andorra la Vella, Andorra
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Esta traducción ha sido publicada con el apoyo financiero
de NORLA, Norwegian Literature Abroad.
ISBN: 978-99920-76-00-2
Depósito legal: AND.299-2020
Maquetación y diseño interior: Klapp
Corrección: Raúl Alonso Alemany
Diseño de la colección y cubierta: Klapp
Impresión y encuadernación: Liberdúplex
Bajo las sanciones establecidas por las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin la autorización por escrito de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
TARJEI VESAAS
EL PALACIO DE HIELO
TRADUCCION DE
KIRSTI BAGGETHUN Y ASUNCIÓN LORENZO
PITEAS - 2
SISS Y UNN
1. SISS
Una muchacha de once años, de frente tersa y blanca, avanzaba en la oscuridad. Siss.
En realidad aún era por la tarde, pero ya todo estaba oscuro. Otoño avanzado y helada. Estrellas, pero sin luna, y nada de nieve que aportase resplandor, por lo que la oscuridad era densa, aunque hubiese estrellas. A los lados se extendía el bosque, sumido en un silencio mortal, a pesar de todo lo que en ese momento estaría vivo y tiritando de frío en su interior.
Siss, abrigada para soportar el frío, iba absorta en un sinfín de pensamientos. Se dirigía por primera vez a casa de esa chica a la que apenas conocía y que se llamaba Unn, se encaminaba hacia algo nuevo y, por tanto, apasionante.
Se estremeció.
Un sonoro estallido irrumpió en sus pensamientos, en su espera, como si se estuviera formando una grieta profunda e infinita. Procedía del hielo del gran lago de abajo. No pasaba nada, al contrario, era una buena señal, porque el estallido indicaba que el hielo se había endurecido aún un poco más. Sonaba como disparos de rifle, y unas grietas estrechas y largas surgían en la superficie para luego penetrar en lo más profundo, y, sin embargo, de ese modo el hielo se hacía más fuerte y seguro cada día. El otoño había sido excepcionalmente largo, con intensas heladas sin nieve.
Frío penetrante... Pero Siss no temía al frío. No era eso. Se estremeció un instante a causa del estallido en la oscuridad, y luego volvió a apoyar el pie con firmeza en la carretera.
No había mucha distancia hasta casa de Unn. Siss conocía el camino, era más o menos el de la escuela, pero había que desviarse un poco al final. Por eso la habían dejado ir sola, aunque ya no fuese de día. Sus padres no eran muy miedosos en ese sentido. Pero si es la carretera principal, le dijeron al salir. Que dijeran lo que quisieran: a ella le daba miedo la oscuridad.
La carretera principal. Y, sin embargo, le costaba andar sola por allí. Levantaba la cabeza con determinación. El corazón le latía contra el cálido forro del abrigo. Sus oídos estaban alerta ante ese silencio demasiado profundo que se extendía a los lados de la carretera, porque sabía que unos oídos aún más vigilantes la escuchaban desde el bosque.
Por lo tanto, había que pisar con firmeza el durísimo suelo, pues sus pasos debían oírse bien fuerte. Si caía en la tentación de andar intentando no hacer ruido, estaría perdida. Por no mencionar la estupidez que representaría echar a correr. En ese caso, emprendería una carrera sin sentido.
Esa tarde Siss iba a casa de Unn. Tenía tiempo, aún era temprano a pesar de la oscuridad. Podría quedarse un buen rato en casa de Unn y estar de regreso en la suya antes de la hora de acostarse.
Me pregunto de qué voy a enterarme en casa de Unn. Seguro que me entero de algo. Llevo todo el otoño esperándolo, desde el día en que la forastera Unn llegó a la escuela. No sé por qué.
La idea de esa visita era nueva y fresca. Tras un largo preparativo, había llegado de golpe.
Camino de casa de Unn. Con un ligero temblor de expectación que la conmovía. Su frente lisa hendió una corriente helada.
2. UNN
Camino de algo apasionante, Siss pensaba en lo que sabía de Unn, y andaba erguida y terca, procurando mantener a raya el miedo a la oscuridad.
Sabía muy poco. Y no serviría de mucho preguntar a la gente del pueblo, porque tampoco sabían gran cosa de Unn.
Unn era nueva en el pueblo, había llegado la primavera pasada desde un lugar lejano, con el que no había ninguna comunicación.
Se decía por ahí que Unn había llegado tras quedarse huérfana esa misma primavera. Su madre se puso enferma y murió. Era soltera y no tenía parientes cercanos donde vivía, pero allí, en el pueblo, tenía una hermana mayor, y con esa tía había ido a vivir Unn.
La mujer llevaba muchos años allí. Siss apenas la conocía, aunque su casa no estaba lejos. Vivía sola en una casa pequeña, apañándoselas como podía. Casi nunca se dejaba ver, excepto cuando iba a la tienda. Siss había oído decir que la tía había recibido a Unn con los brazos abiertos. En una ocasión, Siss había acompañado a su madre a casa de esa señora porque necesitaba que le echaran una mano con un bordado. Hacía varios años de aquello, antes de que se supiera de la existencia de Unn. Esa mujer solitaria había sido muy amable, y así la recordaba Siss. Nunca se oía a nadie hablar mal de ella.
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