En síntesis, la consideración moral asociada a la experiencia ético-afectiva 1 , implica aceptar su extensión hacia la atención de animales, plantas y ecosistemas. En este sentido el animalismo 2y el ecologismo parten de un humanismo. La lectura de los organismos no humanos en clave de su vulnerabilidad y sus capacidades permite interpretar los biocentrismos de Goodpaster, Rolston y Taylor, y la ética de la Tierra de Leopold, rastreando dinámicas emocionales y sentimientos asociados a una consideración moral enfocada en interdependencias, en el equilibrio entre micro y macrosistemas, y en la relevancia de organismos en particular atendiendo a sus funciones vitales.
Lo anterior conduce a adoptar un juicio prudencial frente a la ecología profunda de Naess y el ecocentrismo sistémico de Callicott, ambos orientados por el valor central de los macrosistemas y la biosfera. En contraste, se argumenta a favor de la experiencia del encuentro con la naturaleza y se asume la relevancia de la vida de cada ser participante de un hábitat. El sentimiento de respeto se vincula aquí con la intuición de valorar las cualidades de cada organismo, en tanto parte de su constitución biológica para el florecimiento. Es por ello que se tata de conciliar las concepciones holistas de la naturaleza reconociendo la unidad y el equilibrio biótico planetario, junto con una ecología de la biodiversidad traducida en pluralidad de necesidades e intereses de organismos muchas veces en conflicto.
En los últimos capítulos se tienen en cuenta las lógicas de la consideración moral encaminadas a articular la ética del cuidado con el pensamiento ecologista. Se parte de pensar el cultivo de la sensibilidad ético-ecológica por medio del uso de narrativas tejidas en alusión a encuentros con un otro ajeno a la condición humana. Se perfilan, además, contrastes conceptuales y elementos de análisis cercanos entre enfoques ecofeministas y la perspectiva de un humanismo ecológico. Cuenta especialmente el intento de trazar un horizonte de diálogo entre concepciones ecológicas crítico-sociales interesadas en recuperar las capacidades empáticas y las emociones morales en la construcción de inclusión, justicia y solidaridad en el contexto de una comunidad biótica.
Finalmente se defiende la idea de un humanismo ecológico, basado en la recuperación de los sentimientos morales y estados emocionales, para pensar la ampliación de las fronteras de la consideración moral, buscando superar con ello una concepción restrictiva de su dinámica y objeto de interés dentro de los límites de la comunidad de agentes autónomos y racionales. También se anexa una adenda con el propósito de presentar de forma sintética los principales argumentos en contra de los alcances de la tradición de los sentimientos para pensar la consideración moral más allá de la comunidad ético-política. Se sostiene, frente a tales críticas, la perspectiva de las disposiciones ético-afectivas, al ser una concepción adecuada para asumir una ética del encuentro con la naturaleza.
Este trabajo tiene su germen en cursos de pregrado como “Desarrollo humano desde la sensibilidad ética y ecológica” y “Ética ambiental”, diseñados y ofertados en la Universidad Autónoma de Occidente a partir de los años 2005 y 2007 respectivamente. Elaboraciones conceptuales posteriores condujeron a elaborar un apartado sobre “Ética y cuidado de la vida” en el libro Aproximación a la Ética , publicado en 2012. Desde esta trayectoria reflexiva se presentó el proyecto “Fronteras de la consideración moral: disposiciones ético-afectivas y encuentro con la naturaleza”, en el marco del Doctorado en Filosofía de la Universidad de Antioquia. El presente libro recoge algunos apartados revisados y ajustados, resultado de dicha investigación, con el propósito de presentarlos de manera fluida a un público amplio.

Poppy Field (Giverny) , 1890-1891
Claude Monet
© Public Domain Designation
Una manera de asumir estima y respeto por la naturaleza consiste en adoptar perspectivas biocéntricas inspiradas en una concepción teleológica de los organismos. En este capítulo se pretende mostrar cómo las concepciones biocéntricas pueden articularse con el cultivo de virtudes y de disposiciones ético-afectivas vinculantes en el contexto de una comunidad ecológica. Esta comunidad está configurada por una multiplicidad de organismos con bienes y fines particulares interdependientes. Se trata de bienes y fines que se significan moralmente al dinamizar en el ser humano disposiciones empáticas y sentidos de la responsabilidad, incluso hacia seres con características más allá de la animalidad.
De este modo, se apuesta por un marco de comprensión de la consideración moral hacia los animales no humanos, las plantas y los ecosistemas, articulado al despliegue de disposiciones ético-afectivas en función de la valoración de necesidades, intereses, bienes y capacidades sin limitarse a la cercanía cognitiva, biológica o social con la condición humana. Tal concepción ética, con un horizonte amplio de aplicación, parte de asumir positivamente el potencial humano para identificar un abanico de cualidades dignas de estima. A su vez, esto contribuye con el cultivo de virtudes pasivas (evitación de daño y maltrato) y activas (cuidado y protección) del carácter vinculadas con sentimientos de simpatía, benevolencia y justicia hacia organismos no humanos.
La perspectiva de Goodpaster
La consideración moral en función del cultivo de disposiciones empáticas y de virtudes del carácter se centra en atender el florecimiento, la vulnerabilidad y la necesidad. Esto se traduce en la valoración del despliegue de la vida de los organismos y en aceptar en ellos cualidades dignas de estima y respeto. Los enfoques biocéntricos coinciden con esta perspectiva al concebir la responsabilidad a partir de la estima de las variadas propiedades de un ser, sin restringirla a la expresión de elaborados procesos cognitivos o de experiencias de agrado y desagrado propios de los animales no humanos más evolucionados. No obstante, si el interés por cada organismo se adopta por su calidad de ser viviente, resulta imprescindible introducir un criterio diferenciador para discernir sobre cualidades específicas dignas de mayor o menor consideración, en caso, de conflictos asociados al desarrollo y bienestar de cada ser. De esta manera, una concepción amplia de la aplicabilidad de los sentimientos morales podría articularse con tales enfoques, presuponiendo la relevancia de disposiciones afectivas y emociones ético-ecológicas para rechazar abusos y actos desconsiderados hacia cualquier organismo habitante del planeta. Una perspectiva de análisis para extender la consideración moral hacia animales no humanos, plantas y árboles la presenta Goodpaster al reconocer en ellos centros teleológicos de vida 3.
El biocentrismo de Goodpaster retoma las preguntas formuladas por Warnock en lo que concierne a la condición a cumplir para asignar relevancia moral a un ser, y para que este tenga derecho a ser considerado por los agentes racionales (Goodpaster, 2004, p. 147). Para intentar responder a estos cuestionamientos, Goodpaster señala que el criterio de la consideración moral hacia seres no humanos no es la sensibilidad (la capacidad de experimentar placer o dolor), como pretende el utilitarismo, o el tener real o potencialmente ciertos intereses, sino que el principal criterio de la consideración moral es reconocer el principio de la vida , esto es, la condición de estar vivo 4 . Aceptar este punto de partida no implica asumir la defensa de derechos en todo ser viviente, pero sí conduce a valorar actitudes y exigencias orientadas a respetar en sentido práctico diversas manifestaciones de vida. En otras palabras, considerar moralmente a organismos no humanos significa asumir variadas maneras básicas de respeto práctico, sin necesidad de aceptar siempre derechos en el agente o el ente de la consideración (Goodpaster, 2004, p. 148).
Читать дальше