Ángel Morancho Saumench - Marina escribe un libro
Здесь есть возможность читать онлайн «Ángel Morancho Saumench - Marina escribe un libro» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Marina escribe un libro
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Marina escribe un libro: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Marina escribe un libro»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Marina escribe un libro — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Marina escribe un libro», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Lo hicimos y sin malos modos; quise aclarar:
—Miguel, te recuerdo que nací allí, pero en Rumanía apenas viví un par de meses de recién nacida.
Fue transcurriendo el tiempo hasta que Joan volvió a lo suyo: incordiar.
—Claudia, con tu conocido estilo irónico apenas has salido en defensa de quien pretende, —con aguda entonación en esta palabra— ser tu marido.
—Joan, te contesto con una vulgaridad, eres un mala leche y tendré que pensar si, además, eres una mala persona. Y te ruego que no sigas con tu animosidad. Si no vas a callarte mejor nos vamos Pedro y yo, ya. Además, empieza a ser tarde.
—Tarde para qué, ¿me lo puedes explicar, Claudia? —dijo burlón Joan.
—Eres tóxico, Joan... Buenas noches a todos; con vosotros he pasado hoy más malos ratos que buenos. Pero sabéis que os quiero, incluso al enredador Joan.
—Deseo que os marchéis por una buena razón que no sea por las impertinencias que se han producido aquí —dijo Miguel.
—Es así, querido Miguel; te agradezco tus apaciguadoras intervenciones —contestó Claudia ya en pie.
—El consejo de tu casi hermano es que prescindas en tu entorno de quienes eliminen tu sonrisa. Sed felices —terminó Miguel.
Les despedí a la puerta de la taberna; antes le comenté a Claudia:
—No pude evitar que viniera Joan; se había enterado por Marta. Él, hasta me amenazó con presentarse por las bravas. Pensé que si era así el resultado hubiese sido mucho peor. Ya has dado un gran paso Claudia —le dije cogiéndola de las manos—, creo que Pedro ha caído bastante bien, aunque no le hayan abierto los brazos, salvo Miguel; cierto es que Pedro se pasó con su referencia a los antepasados.
—Gracias Marina; como siempre has sido mi valladar, esta vez acompañada por Miguel. —Me volvió a dar grandes besos—. Repito, por los muchos que no te di cuando era fóbica. Ahora recuerdo cómo me anunciaron de cuán hosca sería mi vida con ese problema.
—He estado a tu lado y te aseguro que lo has sobrellevado muy bien; y me encanta esta cadena de besos; más que día de..., que preconiza la ONU, deberíamos declarar a octubre como el mes de los besos.
Pedro nos esperó a unos pasos. Él me dio las gracias y ella se aferró a su brazo y se apretó contra él. Me contasteis más tarde vuestra conversación, de camino a casa:
—¿Qué piensas de mí ahora, Pedro?
—Que te quiero con locura.
—Eso es muy bonito, querido, pero no es una respuesta.
—Me habíais preparado para una tensa velada; creo que hemos dado un paso adelante que es importante para ti. Confieso que mi simpatía por ellos es muy limitada, pero mi admiración por ti ha crecido. He sentido cómo te contenías cuando el enojo casi se te apoderaba; sinceramente creo que les has sorprendido. Joan quiso provocarte y creo que en otro momento le hubieses acorralado, pero te dominaste. Hoy no, Claudia, pero en otro momento me tendrás que explicar más sobre tu relación con él. Bueno, perdona; no quería usar el imperativo; tú misma. Ahora déjame que te acaricie...
Los amigos de Pedro
Dos días más tarde, comí con Pedro y mi tía Andra; nos preparó comida rumana, en mi honor, me dijo ella. Nos sirvió un tinto rumano exquisito: un Bâbeascâ Neagrâ. Comenzamos con un plato de verduras con lombarda como protagonista y después un preparado de carne de cerdo. Ella nos comentó que en Rumanía se dice: “El mejor pescado es el cerdo”. De postre, tomamos el más conocido: Cozonac, un dulce tradicional, una trenza hecha con huevo, mantequilla, harina y leche. Entonces nos sirvió un licor que yo sí conocía: el tuica, un aguardiente de ciruela. Andra estuvo muy cariñosa, me habló mucho de la familia y no quiso contarme las atrocidades que tuvieron que penar; pero no dijo ni una palabra sobre Claudia. Después tuvo que marcharse; ya nos había advertido de que tenía un consejo de administración a primera hora de la tarde. Nos quedamos solos Pedro y yo. Mientras nos levantábamos de la mesa para ir al cuarto de estar, le dije algo que llevaba días rondándome por la cabeza:
—Yo no puedo prepararos la reunión con tus amigos, tengo que recurrir a ti. No nos conocemos lo suficiente para que yo sepa quiénes son esos amigos.
Mi primo me contestó sonriendo:
—Lo tienes fácil, Marina. No son muchos, más bien solo uno: el único íntimo se llama Bruno Escocer, es arquitecto. Por la crisis en la construcción ha tenido que emigrar a México; me ha prometido que nos dará la enhorabuena por Skype. O sea que lo tenemos fácil: nos reunimos Claudia, tú y yo con un portátil para comunicarnos con él. —Y se carcajeó.
—Pedro —le respondí acomodándome en el sofá en el que nos habíamos sentado a tomar el café—, no me tomes el pelo. Sé que me mientes; tú tienes muchos amigos y la fama de asocial solo te la hacen quienes no te conocen.
—Se nota que me quieres Marina; es por la facilidad con la que me adornas con cualidades que no poseo. Algo hay de cierto; las pocas veces que salgo de diversión lo suelo hacer con unos pocos. Sí, tengo buenos amigos que veo de ciento a viento. Y no es cuestión de obligarles.
—Pero, si piensas que les obligas es que no consideras que la amistad sea recíproca o suficiente al menos. Tienes que facilitarme las cosas, si no... mejor no hacemos nada.
—Tampoco se trata de tan terminante solución —me dijo él mientras me servía café en mi taza—, aunque es la que más me gusta. La dificultad es que tengo muchos conocidos con los que me llevo bien, pero ninguno llega a la categoría de amigo tal como yo la entiendo. El otro día, en la reunión con los de Claudia, me pregunté cuántos de ellos eran amigos de verdad de ella; me fui con la sensación de que aparte de ti y tu marido, no había más de tres. Y lo de Joan es para nota; está claro que ahí hay algo más de lo que me advertiste, o, cuanto menos, distinto que espero me cuentes en profundidad, Marina. Sé que es un obstáculo en mi relación con Claudia, aunque ella lo niegue. —Me miró como esperando una respuesta, pero no se la di, bastante había dicho ya, hice un quiebro sirviendo más tuica. Nos quedamos en silencio, él renunció a que le respondiese y siguió—: ¿Nos tenemos que emborrachar? Esto debe tener más grados que el vodka, pero con mejor paladar —pareció reflexionar—. De acuerdo, Marina, tú ganas: te daré varios nombres. Luego tú expurgas. A algunos ya los has tratado en tus visitas al bufete, y también los conoce Claudia. Te enviaré por e-mail los que considero oportunos con algún comentario para que ella esté preparada.
Pedro se levantó, se fue y volvió con un álbum de fotos; allí vi muchas fotos familiares; pero no había ninguna de mi familia. Ciertamente ambas se ignoraron o no supieron encontrarse.
Cerramos el álbum y tras muchos intentos de seguir la conversación, nos fuimos de su casa silenciosos. Anduvimos juntos por la calle Monte Esquinza, entre unas suntuosas casas estilo neoclásico, hasta llegar a Génova y bajar hasta Colón; yo me fui a ver a mi marido y él a su despacho.
Tras recibir el e-mail, nos volvimos a reunir los tres; esta vez en mi casa y por la tarde. Nos acomodamos en mi despacho casero. Abrí otra botella de tuica que me había regalado Andra y comencé a ilustrar a Claudia sobre quiénes eran los más destacados entre los conocidos seleccionados:
—Fernando es de los mejores amigos; lo es de Pedro desde ICADE donde coincidieron, es divertido y liberal. Luis Eslava es cuarentón y soltero, abogado experto en divorcios; es un donjuán o al menos de eso presume. Mª José es la atea del grupo por autodesignación, siempre presume de serlo. Te podrá incomodar Magda, la aspirante a pintora, está muy enamoriscada de tu novio; fue compañera de colegio. Y a Angelina Barrao, máster por ICADE en Derecho Internacional y Legislación Europea, ya la conoces; resultona, con mucho empaque. Está separada sin hijos; a sus 35 años practica el carpe diem; todo le parece bien si es para gozar, aunque disimula su melancolía. Es compañera de bufete en las ocasiones en las que se necesita su especialización y aprecia mucho a Pedro. El resto hasta siete poco te dirán. ¡Ah!, todos son solteros.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Marina escribe un libro»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Marina escribe un libro» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Marina escribe un libro» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.