1 ...8 9 10 12 13 14 ...26 El siguiente cuadro sintetiza la relación y la diferencia entre los dos planteamientos. Debe leerse vertical y horizontalmente. En la primera columna están los elementos a comparar con explicaciones en cursiva que pueden facilitar su compresión. En las columnas segunda y tercera, las perspectivas filosófica y religiosa, respectivamente. La lectura horizontal da las diferencias entre los dos planteamientos en cada aspecto a comparar.
CUADRO COMPARATIVO ENTRE LOS PLANTEAMIENTOS FILOSÓFICO Y RELIGIOSO DE LA CUESTIÓN DE DIOS
Posibilidades y limitaciones de los planteamientos
El filosófico es universal. En principio, todos pueden acceder a su perspectiva y por su voluntad. Solo se necesita ser inteligente y estar ante el mundo, e.d., basta con ser humano y ponerse a pensar.
Su limitación es que trata lo absoluto como ser, objetuándolo, separándolo del que pregunta y eso acerca el planteamiento filosófico problema (Después deberá aclarar que esto se da solo en el ámbito intelectual porque, como realidad extramental, lo absoluto no puede ser objeto (mundano)). Esto lo podríamos llamar también la exterioridad del planteamiento filosófico frente a la interioridad o compromiso que tiene el religioso, que parte de una experiencia que deja a la persona ligada a ese absoluto.
El filosófico no sustituye el planteamiento religioso. Lo absoluto no tiene que ser necesariamente sujeto (teniendo como modelo al sujeto humano, cf. religiones no teístas). No es que no pueda ser sujeto, no hay objeción de principio, pero no tiene que serlo.
Se sigue que un planteamiento religioso sobre lo absoluto no implica que la persona que lo piensa o lo oye plantear deba, por eso mismo, ser o hacerse religiosa. Una de las llamadas “demostraciones de la existencia de Dios” no produce automáticamente fieles.
El filosófico abre el camino al religioso si el que lo recibe no ha tenido experiencia religiosa y tiene objeción a priori a que hay realidad absoluta. En este caso, el planteamiento filosófico despeja la objeción a que lo haya.
Los dos planteamientos pueden coincidir en el objeto (si Absoluto y Dios fueran la misma realidad) pero nunca ser la misma perspectiva y, por ello, nunca puede un planteamiento sustituir al otro.
Si hemos hablado de la universalidad del planteamiento filosófico, deberemos, en consecuencia, hablar de la particularidad del religioso. No se trata de que la experiencia religiosa no pueda darse en todos los hombres o que no haya existido en todas las culturas y épocas. Sino de que cada experiencia religiosa es particular porque es de un ser humano en su existencia intransferible y según una religión y en una cultura. Notar que el concepto religión como universal es una abstracción (la religión no existe más que en la mente del que la piensa), lo que existe históricamente son las religiones. Lo que permite elaborar esa abstracción es la común estructura antropológica de las religiones.
La perspectiva religiosa se basa en una experiencia que abarca a toda la persona y no solo a su potencia cognoscitiva, como sucede en la filosofía. Esto hace que esa experienca tenga múltiples resonancias concretas que la relacionan a toda la realidad. Dios aparece para cada persona religiosa ligado a afectos, a sus experiencias vitales (a personas con las que vivió, a lugares en los que vivió, a experiencias biográficas, etc.); a su intelecto, porque ella se explica (a sí misma) y le explica a otros, de algún modo, esa experienica teofánica, e.d., la teologiza. Mueve también su voluntad, porque decide su actuar según esa experiencia (movido por ella). Influye en su ética. Afecta a su cosmovisión porque entra en su explicación del mundo, es decir, afecta a su intelección del mundo, porque la entiende influida por esa experiencia totalizante que llama Dios. Dios entra no solo en la explicación que alguien religioso tiene del mundo (=cosmos), sino también de sí mismo, determina su biografía, e.d., afecta a su origen, sentido y fin.
Apéndice: Dios y la religión
Después de lo dicho, resulta fácil acercarse a la correcta relación entre Dios y la religión. Pero esta relación suele con frecuencia establecerse mal, como una mezcla mal definida, y ello arruina el diálogo. Por esto último, es útil explicitar esta relación. En sí mismas, son dos realidades de naturaleza radicalmente distinta. Dios no es mundano o creatural y la religión, en cambio, sí lo es. Dios es anterior y, en sí mismo, independiente, de la reacción religiosa que el hombre tiene ante la experiencia teofánica. Dios es de otra realidad, totalmente distinta a los seres del mundo de los cuales tenemos experiencia 38. La religión, en cambio, es obra humana, es la reacción del hombre ante la experiencia de Dios. Por esto último, es dependiente de Dios en el sentido de que es posterior a la percepción de su acción salvadora y pretende, precisamente, responder a esa experiencia. La religión es la obra del hombre ante la experiencia que llega a tener de Dios, mediada esta —la experiencia— por sus vivencias y por el mundo, dos realidades creadas y, por eso, no-Dios. De lo dicho, queda clara la íntima relación entre Dios y la religión y, al mismo tiempo, su radical diferencia.
Los intentos por definir “religión” han sido varios, desde el etimológico, que es la definición nominal (del término o nombre) que no ha conducido a resultado seguro. La mejor manera de enfrentar la cuestión de la definición es la fenomenológica 39. Los hombres expresan el significado que les es Dios a través de elementos naturales como el fuego, la nube, la roca, etc, que obviamente, no son Dios, no pretenden que lo sean, sino que lo signifiquen bajo algún aspecto: fascinación y peligro (el fuego), limpieza, lejanía y misterio que oculta (la nube), solidez (la roca). Y con esos y otros elementos naturales hace expresiones, según su cultura, sea para expresarlo parabólicamente o para dirigirse a él en oraciones. La diferencia cualitativa entre Dios mismo y la religión queda, entonces, fuera de duda. Pero hay que decir todavía algo sobre la relación.
Ya hemos mencionado la anterioridad de Dios y la posterioridad de la religión. Esta es la respuesta o reacción del hombre ante experiencias que remiten a Dios como a su fuente. Por otra parte, los actos religiosos se dirigen a Dios, aunque lo tengan como causa. Son un diálogo con él, un diálogo antropomorfizado porque es en lenguaje humano y trata a Dios como si fuese un hombre. Por esto, el lenguje religioso es el mítico, aquel lenguaje que habla impropiamente de Dios porque se expresa de él como si fuese mundano, pero tiene la gran ventaja de permitir al hombre expresarse sobre el fondo más último de la realidad que vive 40. La última expresión del hombre antes del silencio apofático es balbucear acerca de Dios con toda la impropiedad que tiene el balbuceo 41. A ese balbuceo sigue el silencio por la limitación del lenguaje humano, salvo que se salte esa limitación con el mito.
EL PLANTEAMIENTO ATEO 42
La noción de ateísmo
Etimológicamente, a-Theós significa no Dios o sin Dios, la alfa es privativa. Lo que se niega, entonces, depende de la noción que se tenga de Dios. Sucede que la noción “Dios” es muy variada. ¿Qué dios se niega en cada ateísmo? Eso depende de lo que, en cada caso, se entienda por Dios.
Los dioses griegos, por ejemplo, vivían en el Olimpo, lugar alto (=destacado) pero todavía dentro del mundo y bajaban a los valles donde vivían los hombres. Los dioses y los héroes eran cercanos. Los héroes eran los mejores de los hombres. Son una especie superior dentro de un género común, e.d., eran lo mejor del mundo. Los dioses griegos eran comparables con lo mundano por muy superiores a ello que fueran. En este contexto, “divino” significa lo mejor de un género de cosas, lo cual implica comparación entre ellas.
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