Foto: Diogo Cardoso.
Aunque en los ambientes académicos e intelectuales de Mozambique existan opiniones según las cuales las masas oprimidas en el campo y en la ciudad están despolitizadas y no existen movimientos sociales efectivos, mi argumento es que el movimiento campesino ha podido llevar a cabo luchas y resistencias, y lograr importantes avances, incluso en un contexto de autoritarismo gubernamental. Autoritarismo porque tanto las políticas agrarias como los discursos gubernamentales que las promueven asumen formas poco democráticas y excluyen al campesinado de los procesos de decisión. En los casos en los que se celebran consultas públicas o comunitarias —para informar sobre una inversión agraria o la implementación de una política—, no ha habido espacio para la protesta y el campesinado es casi obligado a aprobar la propuesta.
Desde 2012, la UNAC ha liderado una campaña de resistencia activa contra un programa de desarrollo agrario y agrícola a gran escala, propuesto por los gobiernos de Mozambique, Brasil y Japón, llamado ProSavana. Este programa es una iniciativa que busca la explotación de la sabana africana, en concreto, del corredor de Nacala, en el centro y el norte de Mozambique, en una réplica de aquello que en Brasil fue, en los años sesenta y setenta, el Prodecer, desarrollado en el cerrado 7brasileño. Los campesinos de la UNAC han expresado el temor de que este programa provoque el surgimiento de comunidades sin tierra en Mozambique, como resultado del proceso de expropiación de tierras y reasentamientos, la destrucción de la biodiversidad y el surgimiento de conflictos en el corredor de Nacala (UNAC, 2012). La resistencia contra ProSavana es considerada una de las luchas más efectivas contra un proyecto gubernamental en el ámbito agrario en la historia del Mozambique poscolonial (Monjane, 2016). La UNAC y los integrantes de la campaña contra ProSavana han llevado a cabo recientemente numerosas acciones, incluida la presentación de una queja ante un comité independiente de evaluadores en Tokio, que después de su aceptación investigó la conducta de la Agencia Japonesa de Cooperación Internacional (JICA) 8en relación con ProSavana. En agosto de 2017, los campesinos de la UNAC llevaron el caso ProSavana a la Corte Permanente de los Pueblos, que se reunió en Johannesburgo (Sudáfrica), donde se configuró como una denuncia extraordinaria a nivel regional de los abusos 9de los gobiernos y las empresas, y como una celebración del protagonismo rural comprometido y decidido (Monjane, 2017).
La organicidad, la capacidad de movilización, la ideología detrás de su formación y las propuestas políticas que representa indican que el movimiento campesino se configura como la fuerza social más progresista y con capacidad movilizadora de Mozambique.
La agroecología y la soberanía alimentaria
Según sus estatutos, uno de los objetivos de la UNAC es “intensificar acciones que contribuyan a garantizar la soberanía alimentaria de las familias campesinas” (UNAC, Estatutos de la Unión Nacional de Campesinos, art. 4, 2006). En los últimos años, la agroecología como práctica productiva, y agregada su dimensión política, se ha convertido en parte de sus tomas de posición y de sus iniciativas de formación.
Los métodos agroecológicos de producción siempre fueron parte de la vida social y cultural de varias comunidades rurales de Mozambique. Algunas de estas prácticas estaban siendo marginadas u olvidadas durante el proceso de mercantilización de la agricultura introducido por el régimen colonial, y debido a la más reciente introducción de semillas híbridas, fertilizantes químicos y modos de producción de monocultivos. En un artículo publicado recientemente por la revista Farming Matters (Monjane, 2015), se revela que los campesinos de Mozambique están recuperando modelos agroecológicos en áreas otrora bajo el dominio del poder colonial y corporativo. Los métodos agroecológicos aplicados incluyen el uso de fertilizantes orgánicos, el almacenamiento de agua lluvia para el riego y la diversificación de los cultivos. Con base en un trabajo de campo con una asociación de mujeres campesinas de Namaacha, en el sur de la provincia de Maputo, el artículo muestra que las integrantes de esta asociación están produciendo cultivos diversos, utilizando fertilizantes orgánicos y técnicas basadas en la biodiversidad. La producción es destinada al autoconsumo y a la comercialización en mercados locales (Monjane, 2015).
Otra experiencia para destacar es la de la Asociación Agrícola Alfredo Nhamitete, del distrito de Marracuene, cuyos 280 miembros producen diversos cultivos alimentarios, con énfasis en papa dulce, zanahoria, repollo, cebolla, col, fríjol, lechuga, berenjena, entre otros. Parte de la producción es comercializada en el mercado local y los ingresos son compartidos equitativamente entre los miembros (LVC Africa News, 2014). También en Marracuene, varios campesinos iniciaron un intercambio con una organización campesina de Brasil, el Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA), para
el rescate de semillas nativas en riesgo de extinción y que tienen mayor importancia para la soberanía alimentaria [...] y para desarrollar técnicas simplificadas y fáciles de entender [...] para mantener la pureza de las variedades y mejorar su potencial productivo. 10
Esta iniciativa trajo cierta soberanía de semillas a nivel local y redujo drásticamente los gastos en la adquisición de semillas comerciales.
Una escuela de agroecología está siendo instalada en el distrito de Manhiça, en el norte de la provincia de Maputo. Se trata de una escuela física, la primera en Mozambique, donde la UNAC tiene la intención de formar a sus miembros —y no solo a ellos— en prácticas agroecológicas. La escuela es parte de una iniciativa continental, en el ámbito de LVC. Además de la de Mozambique, en Zimbabwe, Malí y Níger cuentan también con escuelas de agroecología, en un proceso de capacitación destinado a fortalecer el potencial organizacional de los movimientos y a promover la agroecología campesina.
Estos son ejemplos indicativos de una serie de iniciativas repartidas por todo el país, tanto de restauración de conocimientos ancestrales como de innovaciones, impulsadas por un proyecto político y productivo que el movimiento campesino adoptó en Mozambique, con la visión de desafiar los modelos dominantes de la agricultura capitalista y devolver la autonomía a los productores responsables de la mayoría de los alimentos consumidos en el país: la clase campesina.
Como se argumenta en este capítulo, la adopción de la agroecología y la promoción de la agricultura campesina se insertan dentro de una estrategia amplia de resistencia contra la penetración del capital en el campo Mozambiqueño. La efectividad de esta estrategia tendrá que ser evaluada a largo plazo. Sin embargo, el hecho es que son varios los campesinos de Mozambique empleados en la producción de cultivos comerciales, basados en el uso de insumos agrícolas industriales, a saber, semillas y fertilizantes, especialmente en el campo de la agricultura de contrato.
Las transformaciones agrarias en Mozambique, marcadas por la mercantilización de la agricultura, la proletarización 11del campesinado y por la actividad de la industria extractiva, representan profundos desafíos para el proyecto agroecológico del campesinado organizado. La fortaleza de la UNAC, es necesario enfatizarlo, es la coalición entre diversos saberes y experiencias propios de un movimiento nacional multicultural e intergeneracional, cuyos miembros —mujeres, hombres y jóvenes— construyen, día a día, un proyecto de soberanía popular y antihegemónico. La fragilidad del proyecto agroecológico puede estar en la falta de soporte en las políticas públicas y en la falta de apoyo financiero del Estado, que podrían hacer posible la generación de ingresos para que el campesinado no necesite vender su fuerza de trabajo al capital agroindustrial.
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