Pensé y pensé, buscando una solución, pero parecía que el cerebro me fuera a explotar y aguardé durante algún tiempo mientras mi desesperación iba in crescendo. De lejos, se oía una canción gitana, una melodía alegre que se acercaba al compás de un rodar de ruedas pesadas y el restallar de unos látigos. Los zíngaros y los eslovacos de los que me había hablado antes el conde, estaban cada vez más cerca, así que eché un último vistazo a mi alrededor, y al ataúd con aquel cuerpo ruin, salí de allí y llegué a la habitación del conde, decidido a huir rápidamente en el mismo instante que abrieran la puerta. Intenté poner más atención y entonces, escuché el chirrido de una llave en la cerradura que provenía del fondo de la escalera, y luego cómo se abría la enorme puerta principal. Había otro sistema para entrar, que yo no sabía o alguien tenía la llave de una de las puertas. Entonces se escuchó el ruido de muchas pisadas que desaparecían produciendo un eco metálico. Di media vuelta para correr hacia las criptas, donde tenía la esperanza de hallar una nueva entrada. Pero en aquel momento la puerta que daba a la escalera de caracol se cerró de golpe, quizá debido a la fuerte corriente de aire que había allí abajo, y creó una enorme nube de polvo. Me abalancé sobre la puerta con la esperanza de que se abriera, pero la encontré herméticamente encajada. De nuevo era prisionero y las redes de la desgracia y de la fatalidad se cerraban sobre mí cada vez con mayor ímpetu.
Mientras escribo esto escucho como si el corredor de abajo fuera invadido por innumerables pisadas y también el sordo estrépito de grandes objetos que caen pesadamente al suelo; son, sin duda, las cajas con sus cargamentos de tierra. Se oyen martillazos: están colocando los clavos a las cajas. Ahora vuelvo a oír las fuertes pisadas recorriendo el vestíbulo y otras más suaves que van al mismo paso que las anteriores.
Alguien está cerrando la puerta, pues puedo escuchar el chasquido de las cadenas y el chirriar de la llave al encajar en la cerradura. Ahora sacan la llave, después abren y cierran otra puerta. Ruido continuo de llaves y cerrojos que acabarán por sacarme de quicio.
Oigo abajo, en el patio y por el camino pedregoso, el rodar de pesadas carretas, el restallido de látigos y el coro de los zíngaros que se pierde a lo lejos.
Ahora estoy completamente solo en el castillo con esas terribles mujeres. ¿Qué, mujeres? Mina es una mujer y no tiene nada en común con esas… ¡Son diablesas del infierno!
No pienso permanecer a solas con las tres. Haré todo lo posible por reptar por el muro mucho más lejos que las veces anteriores. Cogeré algunas monedas de oro, por si lo necesito después. Nunca se sabe, quizá encuentre la forma de escapar de este horripilante lugar.
¡Y si lo consigo, no pienso detenerme hasta Inglaterra! ¡Cogeré el primer tren! ¡Lejos de este maldito lugar, de esta maldita tierra, donde el diablo y sus demoníacas criaturas todavía conviven con los hombres!
El precipicio es alto y abrupto, pero prefiero la compasión de Dios que la de estos seres monstruosos. En el fondo de este abismo un hombre puede morir y descansar… como tal.
¡Adiós a todos! ¡Mina!
Capítulo V
Carta de la señorita Mina Murray
a la señorita Lucy Westenra
9 de mayo
Querida Lucy:
Te pido disculpas por la tardanza en escribirte, pero he estado ahogada de trabajo estos últimos meses. La vida de una maestra auxiliar con frecuencia resulta muy asfixiante.
No sabes cuan grande es mi deseo de abrazarte, y pasear por la costa para hablar sin trabas de nuestras cosas y de nuestros proyectos. He estado trabajando el doble últimamente, porque quiero equipararme con el ritmo de estudio de Jonathan, de manera que dedico a la taquigrafía mucha más atención y tiempo. Cuando nos casemos podré serle de gran provecho y si consigo dominar el sistema a la perfección, después podré pasar sus apuntes a máquina. Para practicar un poco, a veces nos escribimos en taquigrafía y él lleva un diario taquigrafiado de todos sus viajes en el extranjero. Cuando venga a verte, llevaré un diario semejante, en el cual pueda escribir todo lo que desee. Supongo que esto, para muchos, no tiene importancia, pero tampoco es mi intención que la tenga. A lo mejor, algún día se lo enseñe a Jonathan, si es que hay algo interesante que valga la pena contarle, pero más que nada será un cuaderno para practicar la escritura. Probaré hacer como los periodistas: entrevistas, descripciones, e intentar recomponer conversaciones oídas. Me han dicho que, practicando un poco, puede recordarse todo lo acontecido y oído a lo largo del día. Eso ya lo veremos. Te contaré todos mis pequeños proyectos cuando nos veamos. Acabo de recibir unas rápidas líneas de Jonathan desde Transilvania. Dice que se encuentra bien y que estará de vuelta en una semana, más o menos. Aguardo con ansia su regreso, para que me cuente todas sus experiencias. Debe resultar muy interesante visitar países exóticos como ese. Espero que algún día los viajes los hagamos juntos... o sea, Jonathan y yo. Son más de las diez. Hasta pronto.
Te quiere,
Mina
[P.S.] Cuéntame en tu próxima carta todas las novedades. No sé nada de ti desde hace mucho tiempo. He oído algunos rumores, y sobre todo de ¿un joven alto, apuesto y de pelo rizado?
Carta de Lucy Westenra
a Mina Murray
Chatham Street, n.° 17
Miércoles
Queridísima Mina:
Me siento obligada a responderte por tacharme injustamente de escribirte poco. Te he enviado dos cartas desde que nos despedimos y con esta, ya son tres; mientras que las tuyas solo han sido dos. Por otra parte, no tengo nada nuevo que contarte. Nada que pueda interesarte. Ahora la ciudad está muy acogedora, y salimos mucho a visitar galerías de arte y damos paseos por el parque a pie y a caballo. En cuanto al guapo joven alto y de pelo rizado, supongo que se trata del chico que estuvo conmigo en el último concierto. Está claro que alguien ha estado contando cuentos. El joven en cuestión es el señor Holmwood. Nos frecuenta muy a menudo y se lleva muy bien con mamá: tienen muchas cosas en común y charlan amigablemente. No hace mucho conocimos a un joven que te iría muy bien, si no fuese porque estás comprometida con Jonathan. Es un partido magnífico: muy guapo, rico y de buena clase social. Es médico y muy inteligente.
¡Figúrate! Tiene tan solo veintinueve años y ya es director de un manicomio enorme. Me lo presentó el señor Holmwood. A raíz de lo cual nos visitó un día, y ahora viene a saludarnos con frecuencia. A mi juicio, es uno de los hombres con más empuje que conozco y además, muy tranquilo, diría que casi imperturbable. Sus pacientes deben estar muy satisfechos de tenerlo como médico. Tiene la curiosa costumbre de mirar fijamente a los ojos, como queriendo adivinar el pensamiento del que habla. Conmigo lo intenta muchas veces, pero yo me río de caer muy difícilmente en una de estas pruebas de telepatía. Mina, ¿has probado alguna vez de leer la expresión de tu cara? Yo, sí y puedo decir que no está mal y es más complicado de lo que parece, si no se ha ensayado nunca. Nuestro amigo dice que para él soy un curioso pasatiempo psicológico; sin modestia creo que así es. Como bien sabes, la moda no me interesa demasiado, así que no puedo contarte en detalle las últimas tendencias. El vestir es un agobio. O en el nuevo argot, un tostón, palabra que Arthur usa mucho… ¡Vaya, qué he dicho! Bueno eso es todo. Siempre nos hemos contado nuestros secretos desde que éramos muy niñas, Mina; juntas, hemos comido y dormido y también hemos reído y llorado juntas, y ahora que he empezado a hablar, quiero contarte algo más. ¡Oh, Mina! ¿No lo adivinas? Le amo. Me ruborizo mientras lo escribo, pues aunque creo que él también me ama, aún no me lo ha dicho. Pero, yo le amo, Mina, ¡le amo! Ahora después de contártelo me siento liberada. Ojalá estuviéramos juntas, en bata frente al fuego. Entonces intentaría expresarte lo que siento. Ni siquiera sé cómo te escribo esto. Tengo miedo de pararme, porque seguramente rompería la carta y no quiero frenar este deseo tan apremiante. Quiero decírtelo todo. Escríbeme rápido, y dime qué opinas de todo esto. Mina, tengo que dejarlo ya. Buenas noches. Bendíceme en tus oraciones y reza por mi felicidad.
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