Primero el doctor Agustin de Caçalla, predicador de S.M. veçino de Valladolid, el cual confesó que había errado en creer que no había Sede Apostólica, este fue sentençiado por hereje Luterano en perdimiento de vienes (sic) y a ser quemado.
Francisco de Vivero, su hermano, clerigo, lo mismo y otras cosas fue condenado en lo mismo.
Doña Beatriz de Vivero, su hermana, beata, porque dezia lo mismo y que no avia purgatorio, condenada a quemar y a perdimiento de vienes.
Juan de Vivero, su hermano, por lo mismo, condenado en perdimiento de vienes y carcel perpetua, y que oyga misa y sermon en la yglesia que le fuese señalada.
Doña Costanza de Vivero, mujer que fue del contador Fernando Ortiz, hermana de Caçalla, por lo mismo condenada a carcel perpetua y a perdimiento de vienes.
La estatua de la madre de los Caçalla condenada en perdimiento de vienes, y quemados sus huesos y estatua, y que le derriben las casas donde predicaba sdu falsa doctrina y en ella se ponga un pilar con un letrero que declare los yerros y el castigo...
Tras este breve repaso a la suerte que habían corrido los Cazalla y los Vivero, sobre todo a la muerte de Beatriz de Vivero condenada por hereje y “madre” de la monja María de San Gerónimo y a quien había educado a su lado y permitido asistir a las reuniones heréticas, vemos el interés de los inquisidores en la confesión de sor María. Para los inquisidores era casi seguro que la monja habría sido “contaminada” con proposiciones heréticas.
MARIA DE SAN GERONINO SE PRESENTA A LA INQUISICION A TRAVES DE SU CONFESOR.
A lo que nos hace entender la documentación conservada en el Archivo Histórico Nacional 13sobre María de San Gerónimo y su proceso, ella, de tiempo atrás sentía gran arrepentimiento por algunos hechos sucedidos en el pasado y había tenido intención de confesarse con un “penitenciario”- sacerdote autorizado para absolver pecados de cierta naturaleza especial – pero por razones varias no logró contactar con uno; pasado el tiempo tuvo confianza con un confesor ordinario, capellán del convento, y sabedora de que el Santo Oficio se hallaba en la villa pidió ser entrevistada por el mismo. Como petición hállase una carta o nota, con muy mala caligrafía y fragmentos en falta. Dice el billete a este tenor 14:
Los dias passados hallandome con algun escrupulo de conciencia me atrevi confiada en la mucha misericordia que han usado conmigo me atrevi con el capellan desta casa que (me) içiera una merced aciendome camino (falta un trozo del folio) …me oiría dos palabras y por ser cosa que no me atrevo a escribirla (rotura del folio) de Nuestro Señor sea con brevedad y porque estois (rotura) confesar porque nadie de esta cassa (rotura) no me atrevo a decirlo suplica a V. y si no pudiera hacerme esta merced me envíe de su parte alguna persona confiada en que me hara merced como siempre y no digo mas de que Nuestro Señor le guarde
(Con mala caligrafía escribe: MARIA DE SAN GERONIMO ) .
Como emisario de esta súplica el capellán, el licenciado Zapata, entró en contacto con el Santo Tribunal y lo que sigue es el camino normal en estos casos. No sabemos cuánto tardó el capellán en “hacerle merced”, es decir comunicarse en secreto con los inquisidores y manifestarles el deseo de la monja. Es de suponer que a más del billete escrito llevaría recado con detalles de las faltas de María de San Gerónimo por las que ella sentía necesidad de confesar y aliviar su alma. Tras oírle los inquisidores se tomaron en serio lo que la monja quería manifestarles personalmente.
Como primera providencia parece ser que se la llevaron del convento a una de las conocidas como “cárceles secretas de la Inquisición” y aunque esto no se manifiesta abiertamente, sí que hay una carta de los inquisidores dirigida a su madre abadesa de su convento o monasterio, carta por la que se le recuerda que una de sus monjas esta presa y que ella ha de mantenerla (darle de comer y subvenir a sus necesidades) pídele en este concepto cuatro mil reales. La madre Abadesa, contesta con humildad, pero con tranquilidad que su convento es “pobre de solemnidad” y que aunque quisiese no podría reunir esa cantidad ni ninguna. Sin haber hallado respuesta por parte de los inquisidores suponemos que la alimentaron a su costa pues María no murió de hambre.
El penitente (en este caso la monja) se había presentado voluntariamente y confesado de buena gana todas sus faltas y pecados ante el Tribunal de la Herética Parvedad mientras un secretario tomaba fielmente nota de todo lo dicho y de las preguntas y respuestas que surgían a lo largo del interrogatorio. Es de anotar que siempre que se menciona a un tercero, el tribunal pregunta su nombre y su lugar de origen, tejiendo así una posible red de conocimientos alrededor de esa herejía o hecho. Más tarde, si era pertinente se dirigiría a estos “cómplices” o testigos que a veces eran simples conocidos.
En este caso, como en todos, las preguntas y respuestas duraron varios días. A veces los interrogatorios duraban meses a aún años. En cada sesión y cada vez se toma nota por ver si hay contradicciones y si el acusado o penitente incurre en discrepancias con lo ya declarado.
En el expediente de sor María figuran varios interrogatorios que son mayormente repetitivos por lo que, aunque no es el único, reproducimos uno de los documentos escritos por los inquisidores en donde figuran casi todos los particulares que la monja María de San Gerónimo relata durante las sesiones. Ella misma se confiesa en las declaraciones que hace a las preguntas del inquisidor, cómo sintió el arrepentimiento y de qué se acusa ella misma.
El llamado Secretario del Secreto de la Inquisición escribe mientras ella responde a las preguntas que se le hacen. El documento transcrito en su grafía original dice así:
María de San Gerónimo (1581-1596) (Inquisición. 110. Exp.12 / Archivo Histórico Nacional)
La confesión la hace en la villa de Madrid a cuatro de septiembre de 1594 por mandado de D. Pedro Portocarrero Obispo de Córdoba, Inquisidor General y los Señores del Consejo de Su Magestad de Valladolid, fui al monasterio de la Magdalena de las Arrepentidas desta villa y estando presente el liçençiado çapata confesor del dicho monasterio paresçio presente Maria de San geronimo que en el siglo se llamaba Maria de la Concepcion natural de la ciudad de Valladolid monja profesa de dicho monasterio y juró en forma y prometió decir verdad y dijo ser de edad de cuarenta y seis años poco más o menos.
// Preguntada si es verdad que el dicho liçençiado çapata su confesor envio a decir al dicho señor Inquisidor General que tenía que decir y descargar su conciencia en el Santo Oficio de la Inquisicion. = Dijo que sí quella dio liçençia al dicho liçençiado çapata su confesor para que fuse a decir allí al señor Inquisidor General que ella tenía que decir y descargar su conciencia en el Santo Oficio de la Inquisicion.
Fuesele dicho que diga lo que tiene que decir y descargar su conciencia en el Santo Oficio de casos (cosas??) que haya dicho o hecho o visto hacer o decir o que sea o parezca ser contra Dios Nuestro Señor o contra su santa ffe católica y evangelica rromana o contra la Virgen Maria (…) que en todo diga la verdad y descargue su conciencia.
= Dijo que hara treinta y cuatro años poco más o menos que estando en la ciudad de Valladolid en casa de Doña Constanza de Vivero que la crio desde que nacio y estando sirviendo en su casa persuadida de un negro que también tenía en la misma casa, que se deçia Soliman, que no se acuerda que le dijese de donde era natural el qual era esclavo de Francisco de Gaete, deudo de la dicha doña Constanza de vivero el cual era natural de la ciudad de Trujillo…
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