¿Por qué ser
médico hoy?
Puentes entre la formación
y la práctica de la medicina
Prólogo de Pedro Cahn
Guillermo Jaim Etcheverry, Alfredo Buzzi, Alberto Agrest, Francisco Maglio, Guillermo Del Bosco, Zulma Ortiz, Luis Chiozza, Arnoldo Kraus, Olindo Martino, Carlos Gherardi, Juan Gérvas, Enrique Graue Wiechers, Alcides A. Greca, José María Ceriani Cernadas y Leonardo Palacios Sánchez
Por qué ser médico hoy?. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2012. - (Puentes; 0)E-Book.ISBN 978-987-599-293-11. Medicina.CDD 610.7 |
© Libros del Zorzal, 2009
Buenos Aires, Argentina
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Índice
Prólogo
Más allá del arte de curar
Pedro Cahn | 6
El desafío de formarse como médico
Guillermo Jaim Etcheverry | 15
Formación de un espíritucientífico
Alfredo Buzzi | 25
Bibliografía | 53
Carta a un joven estudiante de medicina
Alberto Agrest | 57
Bibliografía | 64
Entre la evidencia y la narrativa
Francisco Maglio | 65
Bibliografía | 76
Medicina, “edad de oro” y después...
Guillermo Del Bosco | 77
Reflexiones sobre el ser médico
Zulma Ortiz | 92
Bibliografía | 102
¿Tratamiento de algo o tratamiento de alguien?
Luis Chiozza | 104
Bibliografía | 114
Escuchar
Arnoldo Kraus | 115
El médico: ¿operario… o artesano de la salud?
Olindo Martino | 125
Bibliografía | 145
Recuperar el humanismo
Carlos Gherardi | 147
Los territorios ignotos de nuestra mente
Juan Gérvas | 164
Vocación en el siglo XXI
Enrique Graue Wiechers | 178
Luces y sombras de una decisión crucial
Alcides A. Greca | 190
Bibliografía | 215
Los cambios en el ejercicio de la medicina, su influencia en la profesión médica y en el cuidado de la salud
José María Ceriani Cernadas | 216
Bibliografía | 233
Una apasionante decisión
Leonardo Palacios Sánchez | 234
Prólogo
Más allá del arte de curar
Pedro Cahn1
Aquellos médicos que como Daniel Flichtentrei –director de la Colección Puentes, en cuyo marco se publica el presente volumen– ven en la medicina algo más que el simple arte de curar se formulan la pregunta: ¿por qué ser médico hoy? Y por cierto que la misma no tiene una respuesta unívoca. Y no la tiene porque en rigor el médico de talle único tampoco existe. El médico es antes que nada un ser humano, y como tal, en primer lugar un ser social. Esto último implica señalar que según se posicione en el complejo entramado social que nos toca vivir, será un cierto tipo de ser social-ser humano-profesional-médico.
Ser médico implica ejercer una profesión, hacerlo con responsabilidad y procurando aplicar los propios conocimientos para beneficiar a otra persona o a la comunidad en su conjunto, según las acciones se centren en la práctica asistencial en el primer caso o en la investigación o la salud pública en el segundo. Pero esta descripción bien podría caberle a otras profesiones, tanto dentro como fuera del área del equipo de salud. ¿Cuáles son entonces las diferencias que caracterizan a la profesión médica?
Una respuesta frecuente es que el médico toma contacto con el sufrimiento. Esto es cierto, pero eso no lo hace diferente de un psicólogo, un abogado penalista o de asuntos de familia ni tampoco de un funcionario de un servicio fúnebre. “Contacto con el sufrimiento”, en sus diversos grados, describe solamente una parte del todo. Otra opción es describir al médico como un asesor, consejero, capaz de recomendar pautas de conducta (régimen higiénico-dietético, ejercicio, consumo de tabaco, alcohol y drogas, prescripción de tratamientos). Nuevamente la respuesta es correcta, pero volvemos a encontrar otros actores sociales que cumplen una o más de esas funciones (maestros, religiosos, comunicadores sociales, etc.).
Una tercera posible respuesta describe la responsabilidad del médico, al tener en sus manos la vida de otras personas, definición paradigmática del cirujano, anestesista o intensivista. Pero, acaso, ¿un ingeniero que diseña un puente, un arquitecto que calcula el soporte para un balcón, un chofer de transporte público o un piloto de avión no confrontan responsabilidades similares? Otra alternativa es considerar la medicina como una fuente de ingresos, un trabajo. Y es bueno que esto sea así, dado que el médico es un trabajador, por cierto especializado, dentro del equipo de salud. Obviamente, ésta tampoco es una característica exclusiva de la profesión. Desde la mirada de Florencio Sánchez (M’ hijo el dotor), la medicina es un facilitador del ascenso social, por el prestigio y respeto que la actividad inspira. O mejor debería decir inspiraba, ya que la realidad actual del ejercicio profesional, al menos en nuestro país, hace de esa pieza teatral un documento histórico que, como tal, remite al pasado. En todo caso, tanto en lo económico como en lo relativo al ascenso social son muchas las actividades mejor recompensadas que la medicina.
Ser médico hoy implica, al menos en nuestro país, además de todo lo descripto, saber que la práctica de la medicina se inscribe en una atmósfera poco amigable, cuando no hostil. El médico de hospital es la cara visible de un sistema ineficiente, expulsivo y poco amigable para el supuesto beneficiario, el otro que padece. El médico de prepaga u obra social, obligado a trabajar a destajo por la degradante remuneración que recibe, con contadísimas excepciones, es el rostro de una institución que aumenta sus cuotas y/o restringe servicios al supuesto beneficiario.
El libro que tengo el honor de prologar nos ofrece un variado mosaico de puntos de vista que procuran responder esta desafiante pregunta: ¿por qué ser médico hoy?
Alberto Agrest le escribe a algún interlocutor imaginario que desee ser médico que “acertaría si aprende a amar lo que hace y se frustraría si sólo desea hacer lo que ama”. También nos recuerda el progresivo abandono del estado de sus responsabilidades, en manos inescrupulosas que usan a la salud como un campo para sus negocios, en ocasiones más cercanos al código penal que al juramento hipocrático. Y, en pocas palabras describe, con la claridad de los maestros: “Hoy la medicina asistencial es una industria que produce recursos para combatir enfermedades pero, sobre todo, riesgos y los vende como seguros de salud. Los médicos hemos pasado a ser concesionarios de esa industria”.
El decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Prof. Alfredo Buzzi, ofrece una prolija descripción del camino que deberá recorrer el estudiante interesado en aprender y ejercer esta profesión, desde el Ciclo Básico Común hasta la culminación de la Residencia, en un relato que nos permite entender por qué la universidad pública en general –y la Universidad de Buenos Aires en particular– sigue siendo el sitio de excelencia para la formación médica en nuestro país.
El cambio en las condiciones de ejercicio de la medicina, la deformante sobrevaloración de la tecnología como “elixir mágico” y las consecuencias de la mercantilización de la profesión son discutidos por el Dr. José María Ceriani Cernadas, quien nos advierte sobre el creciente fenómeno de insatisfacción que ya es objeto de estudio en diferentes países, como resultado de la “pérdida progresiva de nuestra dignidad como profesionales, la profunda alteración en la relación médico-paciente”; derivación directa de esto es, a su entender, el empeoramiento paulatino en el cuidado de la salud de la población.
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