—¡Neisha! —exclamó—. Baja a conocer a Erik y Elia, por favor.
—¿Podemos ver los contratos? —replicó uno de los funcionarios. Habían estado todo el rato en silencio. Casi como si no estuvieran allí.
—¡Por supuesto! —replicó Magnus. Los tengo…—. Se quedó pensativo.
—En la mesa del despacho, Magnus —le replicó Daven sin apartar la vista de lo que estaba haciendo.
—¡Eso es! Suerte tengo de ellos —dijo Magnus orgulloso, referido a su familia—. Si no mi mala cabeza me hubiera jugado unas cuantas malas pasadas. Acompañadme al despacho, entonces.
Se dirigieron a una gran sala donde los Macer tenían instalado el despacho principal para trabajar. Ordenadores e info-esferas plagaban aquella habitación que acumulaba archivos y mobiliario de oficina. Era desorden dentro del orden, pensó Hier.
Magnus se dirigió a uno de los ordenadores, y empezó a teclear. Al instante, se abrió un documento virtual que apareció frente a los funcionarios.
—El contrato —les dijo.
Ellos se lo leyeron minuciosamente. Parecía que no había ningún problema. Era el turno de Hier y Elia, que debían finalmente aceptar o no las condiciones. En caso favorable, se quedarían ya allí. Por el contrario, si no estaban de acuerdo, volverían al campo de refugiados.
—Todo en regla. Las condiciones son justas dentro de lo que marca la ley —dijo Hier, también ejerciendo de portavoz de la chica.
—Pues con la firma, se habrá acabado todo el trámite y podremos irnos —replicó el funcionario.
Primero Hier, y luego Elia, posaron su mano en el documento, que las escaneó digitalmente y quedaron registradas en el documento.
—Ya está. Necesitamos la copia para nuestro archivo, Señor Macer —le indicó el otro funcionario local.
Con un “por supuesto”, Magnus se apresuró a entregarles la copia del contrato.
—Damos fe que todo se ha cumplido como marca la ley. Procedemos a volver a Havenlock con los documentos. Cualquier incidencia no duden en comunicarla —uno de los funcionarios entregó unos chips de contacto tanto a Hier como a Elia. Con ellos podrían comunicarse directamente con el departamento de recursos sociales, encargado de procurar por los intereses de los refugiados y trabajadores con limitada movilidad.
La marcha de ambos funcionarios del gobierno, coincidió con la llegada de Neisha.
—¡Ah, mi querida esposa! —dijo con júbilo—. ¡Les presento a la encantadora Neisha! Ellos son Erik Hier, nuestro nuevo coordinador en el campo uno; y Elia Henningsen, la chica que dirigirá la casa. Como podéis ver, mi mujer está embarazada de cuatro meses. Dentro de poco no podrá hacerse cargo de todo, y la verdad es que la ayuda de Elia vendrá fenomenal.
—Encantado… —Hier le estrechó la mano delicadamente—. ¡Y felicidades!
—Lo mismo—. añadió Elia, más tímida, también ofreciendo su mano en forma de saludo.
—La verdad es que nos alegramos mucho de teneros aquí. Las referencias que nos ha dado Suzanne son inmejorables —les respondió Neisha, devolviendo el saludo a cada uno de ellos.
—Daven, ¿verdad que serás tan amable de enseñarles el resto de la granja a nuestros nuevos compañeros? —Magnus se dirigió al muchacho—. Luego Elia puede presentarse ante tu madre, y nuestro querido señor Hier quedarse en el campo asignado.
—Por supuesto —replicó Daven Eivor. Dejó a un lado la reparación del localizador, y los tres siguieron la ruta por lo que quedaba por ver de la granja.
La verdad es que no hay gran cosa por descubrir aquí. Todo es muy rutinario y monótono, me alegro que por fin haya caras nuevas —miró directamente a Elia, quien se ruborizó y por unos segundos agachó la mirada—. Magnus se lo mira mucho a la hora de coger gente nueva. De hecho, tiene más predilección por los robots.
—Bueno, siendo justos, la vida artificial produce muchos más beneficios que el trabajo humano… y en lugares donde se precisa un esfuerzo físico aun más —comentó Hier.
—Sí. Bueno. Pero eso puede traducirse más adelante en problemas. Venís del sector planetario Zoé, ¿verdad? Lamento lo que está sucediendo.
—¿Sabes lo que está ocurriendo en nuestro sector? —le interrumpió Hier. No era habitual encontrar jóvenes bien informados sobre las problemáticas que afectan a la galaxia.
—Sí, señor. Sé que los fundamentalistas religiosos que profesan el culto a RaShal llevan tiempo enfrentados al mundo científico. No puedo imaginar cómo debe de ser encontrase entre tanta gente que desprecia todo tipo de vida artificial y centenares de centros de desarrollo que disponen de una cantidad ingente de robots…
—Esos robots no solo hacen el trabajo más pesado, sino que realizan todo el trabajo. Los líderes fundamentalistas se aprovechan de eso, de la escasez laboral y de la pobreza, para confundir a la gente y favorecer sus intereses. ¿Qué estás estudiando, si puedo preguntar?
—Ciencias jurídicas. Quiero llegar a ser delegado en el magisterio, o quién sabe, incluso consejero de la galaxia.
—Y, ¿qué solución al problema actual plantearía un estudiante de ciencias jurídicas?
—Que la Unión Colonial ataque a Los Hijos de RaShal hasta reducirlos a cenizas. Esta sería mi solución —Elia interrumpió así la conversación, bastante enojada y turbada. Su rencor hacia los presuntos responsables de la muerte de su familia no había disminuido ni un ápice. Hier se quedó sin palabras. Comprendía todo lo que podía sentir aquella pobre muchacha.
—Pues no es una mala opción —replicó rápidamente Daven—. La inoperancia del propio gobierno sectorial para erradicar estos grupos terroristas debería ser contrarrestada sin ningún tipo de demora por parte de la Unión.
—La solución armada nunca es la mejor. Hay que mirar siempre hacia el pasado para comprenderlo. Mirad todos los conflictos que han pasado en la galaxia, y decidme cuáles se han solventado por el medio de la fuerza.
—Bueno, lo cierto es que solo ha habido uno bastante importante, el conflicto con las colonias exteriores que acabó provocando la guerra de Secesión. Y la fuerza fue bastante útil para llegar a un acuerdo y restablecer la paz…
—No, no. Si hubiera sido solo por la acción de las armas, el conflicto se hubiera prolongado bastante más en el tiempo. Igualmente, el resultado hubiera sido el mismo gracias a la superioridad de la flota aeroespacial de la Unión, y con la participación de los augur. La violencia generalmente escapa a la razón humana, hay que hacer uso de esa razón y no dejarse llevar. Eso llevó finalmente a la dimisión del Primer Cónsul, muy beligerante e intolerante, y conformar un nuevo gobierno dialogante que posibilitó que los dos bandos se sentaran a negociar y llegar a un acuerdo de paz en el Tratado de Batum.
Joder, eso me recuerda a la academia… ¿es usted profesor o algo parecido?
Elia soltó una sonora carcajada ante la pregunta de Daven. Es lo mismo que le decía ella siempre que a la mínima le soltaba la clase de pedagogía. No obstante, Erik Hier estaba orgulloso de ello, y Elia lo respetaba notablemente.
—Algo parecido… —contestó Hier encajando con amabilidad aquella pequeña pulla.
—Ya hemos llegado al campo uno —dijo Daven, al tiempo que entraban en la zona de cultivo hidropónico. Era toda una hectárea dedicada a cultivar plantas (como por ejemplo la Salvia Roja, que era equivalente al tabaco) y alimentos (fresas, tomates…) usando disoluciones minerales en lugar del suelo, ya que se encontraba situado en una tierra nada fértil. Era una excelente manera de producir y sacar rendimiento a cada palmo de terreno que poseía la granja Macer. Había cuatro personas al cargo del campo. Daven le señaló a uno de los hombres—. Preséntate a Barack Aakif, es nuestro responsable de campo. En esta zona no encontrarás robots, solo hay personal terranio[26] . Magnus cree que los trabajos más delicados solo los pueden realizar humanos… —en las palabras de Daven se encontraba cierta incredulidad hacia aquella afirmación.
Читать дальше