90Philosophy of Fine Art, pp. 177-180; B. Croce, What Is Living and What is Dead in the Philosophy of Hegel, trad. D. Ainslie (Londres, 1915), pp. 120-133.
91Hegel’s Philosophy of Right, trad. y ed. T. M. Knox (Oxford, 1942), p. 112, s. 162.
92Philosophy of Fine Art, pp. 208-209. (Traducción al castellano, op. cit.)
93Phenomenology, pp. 735-755. (Para la traducción al castellano, op. cit.)
94Philosophy of Fine Art, pp. 52-56. (Para la traducción al castellano, op. cit.)
95J. Wahl, Etudes Kierkegaardiennes (París, 1949).
96S. Kierkegaard, Either/Or, trad. W. Lowrie (Princeton, 1949), vol. II, pp. 144-149. (Kierkegaard, O lo Uno o lo otro, trad. Darío González, Trotta, Madrid, 2007.)
97Concluding Unscientific Postcript, trad. D. F. Swenson y W. Lowrie (Princeton, 1944), pp. 147-152. (Kierkegaard, Postcriptum no científico y definitivo a migajas filosóficas, trad. J. Teira, N. Legarreta, Sígueme Ed., Salamanca, 2011.)
98The Journal of Soren Kierkegaard, trad. A. Dru (Londres, 1938), s. 610.
99Concluding Unscientific Postcript, p. 55. (Para la traducción en castellano, op. cit.)
100Either/Or, vol. II, pp. 177-79. (Para la traducción al castellano, op. cit. N.T.)
101E.g., ibid.., ss.1239, 1264, 1268, 1269, 1323 y 1324.
102The Journal, s. 1050. (Toda la obra de Kierkegaard ha tenido muy mala fortuna en traducciones penosas, mayormente realizadas del francés. Afortunadamente, Trotta inició hace años la traducción de la obra completa con editores y traductores de prestigio, pero todavía no ha publicado los diarios. Tenemos la nada despreciable traducción del Diario de un seductor de Jesús Pardo, Losada, Oviedo, 2006.)
103S. Kierkegaard , Fear and Trembling (Anchor Books, Nueva York, 1954), pp. 91-129. (Kierkegaard, La repetición. Temor y Temblor, traducción de Darío González y O. Parcero, Trotta, Madrid, 2019.)
104Concluding Unscientific Postscript, pp. 78-79 y 225-266; Either/Or, vol. II, pp. 283-294; Sickness unto Death (Anchor Books, Nueva York, 1954), pp. 184-194. (De las traducciones al castellano, op. cit., La enfermedad mortal, traducción de Demetrio Gutiérrez, Trotta, Madrid, 2008.)
105Journal, s. 991.
106Ecce Homo, trad. C. P. Fadiman, en The Philosophy of Nietzsche (Modern Library, Nueva York, n.d.), pp. 868-869. (Nietzche, Ecce Homo, traducción de Andrés Sánchez Pascual, Alianza Editorial, 2011.) El profesor C. J. Friedrich ha sugerido que las ideas de Nietzsche cambiaron de forma muy radical al menos dos veces durante su vida. Aunque ciertamente hubo cambios, Nietzsche nunca fue, en cualquier caso, un pensador consistente. Pero en su pensamiento hay una unidad básica que permite que lo tratemos como un todo único e indiferenciado, y es el romanticismo el que proporciona el elemento unificador.
107The Will to Power (II), trad. A. M. Ludovici, Works, vol. XV, p. 822; The Birth of Tragedy, trad. C. P. Fadiman (Modern Library), pp. 984-985; «The Use and Abuse of History», Thoughts out of Season (II), Works, vol. V, pp. 60-61. (La voluntad de poder se incluye en Friedrich Nietzsche. Fragmentos póstumos [1885-1889], traducción de J. L. Vermal y J. B. Llinares, Editorial Tecnos, Madrid, 2008; El origen de la tragedia, trad. E. Ovejero Mauri, Austral, Madrid, 2013; Consideraciones intempestivas, traducción de Andrés Pascual, Alianza Ed., Madrid, 2015.)
108The Will to Power (II), núms. 853 y 1048.
109Ibid. (II), p. 239.
110Genealogy of Morals, trad. H. B. Samuel, en The Philosophy of Nietzsche, pp. 717-793; Will to Power, vol. II, p. 257. (Las mejores traducciones de Nietzsche siguen siendo la de Andrés Pascual, La genealogía de la moral, Alianza Ed., Madrid, 1996. N.T.)
111«Schopenhauer as Educator», pp. 131-133.
112Ibid., p. 126.
113«The Use and Abuse of History», p. 94.
114«Schopenhauer as Educator», pp. 152-155.
115Citado en L. P. Smith, op. cit., p. 128.
116Alex Comfort, Art and Social Responsability (Londres, 1946), p. 14.
117W. Wordsworth, «The Convention of Cintra», en Political Tracts, p. 192.
118Journals, s. 1377.
119The Romantic School, trad. S. L. Fleishman (Nueva York, 1882), p. 57.
120O. Walzel, Das Prometheussymbol von Shaftsbury zu Goethe (Munich, 1932), pp. 12-15.
121The Will to Power, II, nr. 900.
122Fragmente, Werke, vol. III, p. 131, y vol. IV, p. 74.
123«Schopenhauer as Educator», pp. 149-50.
124Ibid., pp. 152-155.
125Fragmente, Werke, vol. III, p. 195.
126Ibid., p. 217.
127The Statesman’s Manual, loc. cit., pp. 39-40.
128Silz, op. cit., pp. 135-6.
129J. P. Eckermann, Gespraeche mit Goethe (2 de mayo, 1824).
130Viëtor, Goethe the Thinker, pp. 12-52; Heller, op. cit., pp. 3-49.
131F. W. J. von Schelling, «Concerning the Relation of the Plastic Arts to Nature», trad. M. Bullock, en H. Read, The True Voices of Feeling (Londres, 1953), pp. 325-332.
132Ecce Homo, p. 937.
133Citado en Silz, op. cit., p. 164.
134Beyond Good and Evil, trad. H. Zimmern (Modern Library), p. 577; The Will to Power (I), Works, vol. xiv, nr. 416; (II), nrs. 768 y 769.
135Herder, God, p. 185.
136C. Baudelaire, «L’Art Romantique», Œuvres (París, 1868), pp. 99-104; M. Praz, The Romantic Agony, trad. de Davidson (Londres, 1933), pp. 95-186. (Existe una traducción de El arte romántico de Baudelaire ya descatalogada, de Carlos Wert, La Fontana Mayor, Madrid, 1977; M. Praz, La carne, la muerte y el diablo en la literatura romántica, traducción de Rubén Mettini, El Acantilado, Barcelona, 1999. N.T.)
137Shelley, Death. La muerte era el interés fundamental de Shelly, incluso en su juventud y en sus días más godwinianos. Al final de su vida se convirtió casi en una obsesión –así como en tema de su mejor poesía–. De hecho, es más que probable que el apasionado marino que no sabía nadar, no hiciera en su vida nada más que esperar pasivamente a la muerte; B. Kurz, The Pursuit of Death (Nueva York, 1933). (Shelley, Prometeo liberado, traducción de Alejandro Valero, Hiperión, Madrid, 1994.)
138Citado en Silz, op. cit., p. 175.
139God, pp. 187-188; Viëtor, Goethe the Thinker, pp. 35-38; Pascal, op. cit., pp. 203-216.
140God, pp. 187-188; Viëtor, Goethe the Thinker, pp. 35-38; Pascal, op. cit., pp. 203-216.
141Dilthey, op. cit., pp. 283-288.
142R. Unger, Herder, Novalis und Kleist (Frankfurt a.M., 1922), pp. 94-114 y 143.
143Phenomenology, p. 388, e History of Philosophy, vol. III, pp. 505-508. (Para la traducción al castellano, op. cit.)
144Philosophy of Right, pp. 12-13. Para un eminente historiador católico del pensamiento alemán del siglo XIX, Fichte parecía un Prometeo de la ética y Hegel un «Prometeo conocido», pero lo crucial es el acto de desafío, la propia aspiración, no el carácter esencialmente poético de Prometeo; Balthasar, op. cit., pp. 139-157 y 611-619. En realidad, un Prometeo filosófico es inimaginable.
145Cain, acto III, escena I. (Hay una muy buena traducción al castellano de Caín, a cargo de Enrique López Castellón, que además recoge la carta abierta que, en su día, Menéndez Pelayo escribió al primer traductor de Byron, José Alcalá Galiano, publicada en 1873, felicitándole por su traducción en endecasílabos, que es la opción que también escoge nuestro traductor, Caín, ed. bilingüe, Abada, Madrid, 2011. N.T.)
146Journal d’un Poète, ed. P. Flottes (París, 1949), p. 145.
147Ibid., pp. 46-47.
148Ibid., p. 146.
149Le Mont d’Oliviers.
150Thus Spake Zarathustra, trad. T. Common (Modern Librry), pp. 310-320. (Así habló Zaratrusta, traducción de Andrés Pascual, Alianza Ed., Madrid, 2011.) Esta diferencia entre Nietzsche y los primeros románticos ha hecho que el profesor Kaufmann rechace que fuese un romántico real en su excelente estudio sobre Nietzsche; W. A. Kaufmann, Nietzsche (Princeton, 1950), pp. 8-16, 100-105, 113-117, 282-283 y 327-337. Por supuesto, tiene toda la razón al enfatizar esta diferencia entre Nietzsche y los primeros románticos, pero la inclinación hacia una fe sentimental religiosa no es una cualidad genuina del romanticismo. En muchos otros aspectos –en el concepto de vida dramática, Prometeo, la ética del genio y la individualidad, en su odio a los filisteos– Nietzsche fue un romántico. Por otro lado, es una exageración presentar a Nietzsche como una edición tardía del primer romanticismo en todos los aspectos. Romántico era, si se le concede a la palabra un significado amplio. Y no lo era, si tratamos de demostrar su acuerdo con los primeros románticos en todo detalle, como intenta hacer Karl Joël en su Nietzsche und die Romantik (Jena, 1923).
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