Paula acudió a consulta con problemas para sentirse plena en sus relaciones de pareja. En la exploración psicológica, me encontré que sus muestras de afecto eran puramente sexuales. Durante su adolescencia fue muy precoz en el inicio de la sexualidad en pareja; cuando aún no se había autoexplorado ya mantenía relaciones sexuales con sus parejas.
Había aprendido que su «valor» se encontraba focalizado en lo sexual, de manera que, posteriormente, mostraría su afecto en la relación buscando intimidad sexual. En muchas ocasiones describía cómo buscaba relaciones sexuales con sus parejas, no desde la pasión que pudiera sentir, sino como una forma de agradecimiento y de muestra de afecto. Lo peor de estas situaciones es que, en las descripciones, Paula relataba que no disfrutaba, que lo hacía por ellos.
«Él no me lo pide, a veces le sorprende que me acerque, pero yo siento que tengo que hacerlo y me obligo… no me gusta».
Posteriormente analizaremos este aspecto, ya que constituye una forma de violencia en pareja ejercida por uno mismo, siempre que se haga sin presiones o miedos dentro de la relación.
Con estos cinco elementos —pasión, intimidad, compromiso, afecto e interés—, García Vega diseñó el llamado «pentágono del amor», y afirmaba que la pasión constituye el elemento diferenciador entre el amor y la amistad.
Sentimiento de pertenencia
En el ciclo de la relación podemos referirnos a una primera etapa que forja la cohesión en la relación. En esta etapa, la pareja se siente unida y cada uno de los miembros tiene el sentimiento profundo de verse apoyado y respaldado por el otro. Esto será lo que denominaremos el «sentimiento de pertenencia» donde ambos sienten que son una misma unidad que les da la fuerza, el respaldo y el empuje para superar cualquier momento o situación.
En la evaluación que se debe hacer en cualquier terapia de pareja, es importante la valoración de la presencia o no de este sentimiento de pertenencia y la profundidad del mismo en la relación. En definitiva, si la presencia del sentimiento tiene carácter vincular, con los aspectos comentados anteriormente como son la pasión, compromiso, e intimidad o si, por el contrario, lo que mueve el sentimiento de pertenencia es una cuestión más de carácter instrumental.
En un buen número de terapias de pareja he observado personas que no perciben que en su sentimiento de pertenencia se activen los aspectos relacionados con el amor, sino más bien aquellos que tienen que ver con «para qué».
La pertenencia puede darse, por ejemplo, en la búsqueda de sentirse acompañados, protegidos, tener sus necesidades económicas cubiertas, deseo de tener hijos… En estos casos, el sentimiento de pertenencia no ayudará a que la pareja evolucione y por tanto genere el crecimiento de la vinculación que ha de darse en la siguiente fase del proceso de forja de la relación. Se quedará estancada en un tipo de relación instrumental.
Cuando la pareja no madura, genera lo que denominaremos «la parálisis del crecimiento de las relaciones de pareja». Esto tiene como consecuencia el deterioro de las personalidades de cada uno de los componentes y, además, amenaza la posibilidad de pervivencia de la relación.
La pareja constituye un sistema vivo, según Ríos (2005) 5 5 Ríos González, J.A., op. cit. 6 Martínez de Velasco (1990). Aproximación al estudio teórico-empírico de la insatisfacción marital (Tesis doctoral). UCM, Madrid. 7 Meil Landerwerlin, G. (2014). Percepción Social de la Violencia de Género. Madrid: Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.
. Esta pareja, estando viva, va creciendo, desarrollándose y adaptándose de forma permanente y continua. Cuando aludimos al crecimiento interno de la relación, nos referimos a la capacidad que esta posee de ir enriqueciendo todas y cada una de sus potencialidades. Existen parejas que, una vez pasada la ilusión inicial, se quedan estancadas, va dificultándose el crecimiento, y la parálisis puede llegar a ser total.
Las relaciones que pierden la espontaneidad en la comunicación afectiva, en su interacción y en la relación amorosa, cronifican los aspectos negativos y terminan destruyéndose. No existe crecimiento sin potenciación continua de la «complementariedad» y la «acomodación mutua» para hacer viable el desarrollo de pautas en las que cada miembro respalde la acción del otro, según Martínez de Velasco (1991) 6 6 Martínez de Velasco (1990). Aproximación al estudio teórico-empírico de la insatisfacción marital (Tesis doctoral). UCM, Madrid. 7 Meil Landerwerlin, G. (2014). Percepción Social de la Violencia de Género. Madrid: Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.
. En definitiva, es fundamental que se trabaje con la idea de compromiso hacia el futuro que se motiva desde el esfuerzo mutuo.
En algunos casos, debido a experiencias pasadas, no es sencillo que se dé esa complementariedad afectiva y acomodación, porque no existe la base emocional para ello. Sin embargo, muchas veces la relación funciona «como si» fuera complementaria a la vista de los demás. Alguno de los miembros de la pareja trasmite que siente la obligación de estar bien o sentirse bien, a mostrar que la relación está tranquila, a que su pareja esté contenta… porque así es como encuentra su serenidad. En sus pensamientos aparecen, en múltiples ocasiones, dos únicas opciones: estar en esa relación de «pareja» o volver al estado de soledad que les pesa. El sentimiento de indefensión es profundo; sienten que hay poco que puedan hacer para salir de dicha situación y por eso terminan acomodándose sin amor.
Manuel tuvo dificultades para encontrar pareja, se sentía muy solo a nivel vincular. Tenía buenos grupos de amigos a los que veía de forma semanal, sin embargo, todos sus amigos se habían casado y, aunque solía tener planes para el fin de semana, de lunes a viernes le resultaba dura la vida en soledad. Gracias a las redes sociales encontró pareja, la única mujer que quiso tener una segunda cita con él. Sandra era muy ausente en la relación, y Manuel buscaba de forma constante estar con ella:
«Yo hacía lo que fuera para verla y, sin embargo, ella me daba las horas que le sobraban de estar con sus amigas. Sentía que tenía que hacer todo lo posible para que no se enfadara y me dejara, la quería a mi lado. Solo pensar en que se iba me generaba otra vez aquel sentimiento de vacío que me invadía antes de conocerla».
La pareja que consigue conservarse es aquella que en su modo de comportamiento personal e interactivo no queda sometida a los altibajos y oscilaciones personales que amenazan la estabilidad de la relación. En muchas ocasiones, durante las terapias de pareja se observa cómo la inestabilidad de la relación se repite a nivel individual.
Si pensamos en las historias de vida de algunas personas, es fácil empatizar con las circunstancias individuales que han sufrido —ansiedad, depresión, pérdidas afectivas, enfermedades en familiares, entre otros—, que les llevan a estar desconectadas emocionalmente de sus parejas. Es interesante pensar también en la parte de la pareja que se sostiene al lado de alguien que sabe que no le ama, quizás porque también ha instrumentalizado el vínculo.
El final de la relación instrumental
Tradicionalmente se entendía que únicamente se podía dar la disolución de una relación tras la muerte de alguno de los cónyuges. Sin embargo, en la actualidad esto ha cambiado mucho. La posibilidad de la disolución del vínculo puede darse en cualquier momento de la vida de la pareja.
En mi experiencia, las relaciones instrumentales acaban finalizando una vez que el «para qué» de esa relación ha desaparecido. Por ejemplo, Laura salió de una relación de maltrato gracias a Juan, que le facilitó vivienda, manutención y demás necesidades básicas. Durante su relación, Laura se formó como auxiliar en el cuidado geriátrico. Una vez que ella tuvo ingresos, decidió romper su relación. Me decía:
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