No obstante, es importante que la sexualidad tenga un lugar relevante en cuanto a estos dos aspectos se refiere. En consulta me he encontrado parejas que viven la sexualidad de manera muy distinta.
Por ejemplo, Juan Carlos me explicaba la importancia que tenía para él el acto sexual mientras que, para Leticia, la pasión corporal se orientaba al deseo de recogimiento en el cuerpo de su pareja, en el abrazo afectivo del mismo durante la relación.
Hubo un momento en el que el desarrollo psicosexual de Leticia se vio truncado por una experiencia traumática a manos de un compañero de clase. Aquella relación forzada generó en la entonces adolescente un fuerte desapego hacia sus iguales, una desconfianza que le llevó a tener problemas para relacionarse y un fuerte aislamiento social durante los primeros meses.
Poco a poco, fue abriéndose a la experiencia de vivir de nuevo y de confiar en las personas de su entorno; sin embargo, la expresión de la pasión sexual es algo que mantendría encapsulado a nivel emocional durante años y que, finalmente, le llevaría a iniciar un proceso terapéutico.
Su sexualidad se encontraba reducida al placer del calor de un cuerpo, el de Juan Carlos, que sabe que no le va a hacer daño. Leticia, con 32 años, me contaba cómo en sus relaciones sexuales, el placer de su cuerpo lo sentía cuando su pareja le abrazaba, y afirmaba que:
«Era capaz de mantenerme dentro de mi cuerpo; no busco un orgasmo, mi orgasmo es que mi cabeza y mi cuerpo están juntos cuando estoy con él. Es muy raro y gratificante saber que ya no me rompo».
Tras la agresión durante la adolescencia, Leticia sufrió lo que llamamos disociación, que genera una desconexión entre pensamientos, emociones, recuerdos y su identidad; es un mecanismo de defensa que ponemos en marcha de manera inconsciente para no experimentar dolor emocional ante un conflicto o situación estresante.
Esto era evidente en Leticia, pero es importante conocer que es común en personas que han sufrido traumas psicológicos como el abuso sexual o maltrato. La disociación es habitual ante estas experiencias; la dificultad viene cuando esta disociación se mantiene en el tiempo y el evento traumático ya ha pasado. Leticia se sentía integrada en brazos de su pareja y esto generaba en ella pasión e intimidad, entendidas desde una perspectiva distinta a la que estamos acostumbrados a pensar.
La intimidad y la pasión se pueden entender desde muchas perspectivas; la característica final que deben compartir es aquella que hace sentir a la pareja unida de manera especial y distinta a como lo hacen con otras personas (amigos, familiares…).
Es importante que le dediquemos unas líneas a aquellas personas que se definen como asexuales. La asexualidad se entiende como falta de atracción sexual hacia otros, bajo o nulo interés por la actividad sexual. Desde la perspectiva que abordamos en este capítulo, la actividad sexual no es sinónima de intimidad y pasión, de forma que las personas asexuales pueden tener una vida de pareja llena de intimidad y pasión mientras que sexualmente no tienen actividad alguna.
El compromiso es otro de los pilares fundamentales en el establecimiento de una relación madura. Este compromiso simboliza la voluntad de permanencia afectiva y, por lo tanto, la intención de invertir esfuerzo en la misma. Algunas cuestiones que ayudan a pensar sobre el compromiso y la estabilidad que el mismo necesita tienen que ver con la honestidad, el agradecimiento, el respeto y la búsqueda de simetría en la relación.
En este compromiso no debemos confundir conceptos: mantener un vínculo amoroso sano no significa tener que compartir todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas. Nuestra individualidad debe ser preservada, acostumbrándonos a compartir inquietudes, reflexiones, opiniones, etc.
Estos espacios para compartir hacen que los miembros de la pareja se conozcan en profundidad y, por lo tanto, bañan la relación de honestidad, de verdad. Por otro lado, cuando hablo de respeto, me refiero a la idea de admirar y confiar en que la pareja es un ser con criterio y voluntad propios, capaz de tomar sus propias decisiones de manera autónoma.
Si la relación crece con esta idea y además se acompaña de agradecimiento, tenemos una importante garantía en el diseño de una relación con capacidad de mirar hacia delante y pensar en el futuro juntos.
Por último, en cuanto al compromiso, será importante que la relación busque la simetría relacional; es decir, ambos deben estar comprometidos al mismo nivel para el trabajo que requerirá la relación.
Como veremos más adelante, las parejas que trabajan unidas en el crecimiento de la relación tienen muchas más posibilidades de que esta sea equilibrada y fuerte por ambas partes.
Hace unos días recibí una llamada de Carmelo; me comentaba que va a casarse y que siente que necesita sentarse con su futura mujer a hablar con un profesional para poder dibujar un matrimonio lleno de compromiso y pactos:
«La quiero, no tengo dudas de que me voy a casar con ella, pero ambos tememos el momento de tener hijos; creo que es bueno que nos ayudes a pensar juntos para no bloquearnos y hacerlo bien».
Laura, su futura mujer, estaba encantada con la idea de seguir creciendo en pareja y de ser acompañados por una terapeuta. Es un claro ejemplo de compromiso, lleno de respeto y de pensamiento común que mira hacia el futuro.
Ana, por otro lado, es un ejemplo de una relación desigual. La conocí cuando acudió a terapia tras su ruptura de pareja. Ella siempre fue el motor de la relación, se compró un piso donde Javi se acopló fácilmente. Él nunca iba a comer a casa, lo hacía con sus padres y pasaba las tardes en el gimnasio con sus amigos. Ana trabajaba incansable buscando un futuro juntos y con máximas comodidades. Él era como un hijo adolescente en la convivencia; no existía simetría ninguna en la relación.
El compromiso de la relación se llenó de esfuerzos de Ana que rompieron sus sueños cuando descubrió a Javi con otra mujer. En ese momento, ella se hace consciente de la importancia de sentirse ayudada, acompañada, en una relación «par» donde la simetría sea parte de lo cotidiano y la asimetría se dé únicamente en momentos de crisis para alguno de ellos. Ana ahora tiene pareja de nuevo, y explica asombrada de forma habitual:
«Y pude decirle… antes nunca hubiera creído que sería capaz de comentar… pedir…».
Aprender de las experiencias pasadas nos hace ser más conscientes del tipo de relaciones de pareja que establecemos.
El afecto y el interés serían los últimos puntales imprescindibles en una buena relación de pareja, que de alguna manera hemos ido mostrando en los ejemplos anteriores. El primero de ellos, el afecto, se manifiesta en detalles satisfactorios para el otro.
Y el segundo, el interés por el otro, se entenderá que va más allá del «yo te doy para que tú me des» o para recibir de ti. En este sentido será fundamental que pensemos en aspectos que apoyen la idea de conocer más y mejor a tu pareja:
• ¿Conoces bien cuáles son sus inquietudes?
• ¿Qué cosas le emocionan?
• ¿Qué temas de conversación le duelen o son tabú?
• ¿Qué es lo que más admiras de tu pareja?
Pregúntate todos estos aspectos y ponte en marcha; cuánto más trabajes sobre estas ideas, más motivarás el crecimiento de la relación.
Hay personas que, por su desarrollo psicosexual, por el entorno familiar en el que se han desarrollado, por cuestiones culturales… tienden a cosificar las relaciones, a entender al otro como un objeto que proporciona algún beneficio. Más adelante veremos cómo son las relaciones de este tipo, que denominaremos instrumentales. Relacionado con este aspecto, el momento sociocultural que estamos viviendo hace que algunos autores denominen a nuestra sociedad como líquida; y las relaciones que se establecen en ella como «amor líquido» 4 4 Bauman, Zygmunt (2005). Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Madrid, España: Fondo de Cultura Económica. 5 Ríos González, J.A., op. cit. 6 Martínez de Velasco (1990). Aproximación al estudio teórico-empírico de la insatisfacción marital (Tesis doctoral). UCM, Madrid. 7 Meil Landerwerlin, G. (2014). Percepción Social de la Violencia de Género. Madrid: Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Delegación del Gobierno para la Violencia de Género.
. Este amor se caracterizará por la falta de solidez, calidez y por una tendencia a que las relaciones sean cada vez más fugaces, superficiales, etéreas y con menor compromiso.
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