Por una vez la suerte está de mi lado y puedo pasar mi momento tranquila. No me he dado cuenta y me he sumergido durante dos horas. Qué ganas tenía de volver a sentirlo tanto. Esto es lo que realmente necesitaba. Y no sabéis lo bien que te deja hacer lo que más te gusta en este mundo. El posado para una foto, el desfilar en una pasarela o el que te hagan sentir especial con cualquier trapo está muy bien, pero las sensaciones que te provoca tu hobby más preciado son otro nivel.
Y lo mejor de todo es que me ha servido para desconectar. Para no pensar en todo lo que ha pasado en dos días. En ningún momento he pensado en Álvaro y en que ya no vamos a tener nuestro final feliz. Eso es lo mejor de todo. Que sea capaz de evadirte del mundo y solo tengas que dedicarte a disfrutar. Aparte, claro, de que me deje renovada y con un humor increíble para empezar el día con buen pie.
He podido sentir el viento, el aire, la paz y la tranquilidad. He podido incluso cerrar los ojos controlando las olas, sumergirme en el aire y sentirme libre. No es que no lo sea, pero la sensación dentro del mar es diferente. No negaré que he podido centrarme un poco en mí misma, en mis últimos años, en las cosas que podría haber hecho y por qué el destino me ha traído hasta aquí. ¿Por qué no me ha ayudado a que tomara decisiones distintas en mi vida? No me arrepiento del camino que elegí, solo pienso que hay cosas que se podrían haber modificado. En fin, que agradezco este momento con mi yo interior; si debo enfrentarme a todo y cambiar el rumbo que tenía pensado para mí, este es, sin duda, un buen inicio.
Cuando me retiro puedo ver como Teresa está abriendo el portal de la escuela. No me sorprende que sea ella quien lo haga. Los Velasco no aparecen mucho por aquí, quizás el pequeño lo haga más a menudo, pero el resto nunca ha sido muy afín al surf. Álvaro lo hacía porque a mí me entusiasma y disfrutaba solo con verme feliz, aunque tengo que admitir que nunca lo vi realmente apasionado por montarse encima de una tabla. Me gustaría saber si ahora lo comparte con Teresa por el mismo motivo, o simplemente es un recuerdo que guardaremos de los dos. Pensando esto me doy cuenta de las tantísimas dudas que tengo y de que no sé si llegaré a plantearlas todas en voz alta. No quiero comparar. No quiero hacerme daño. Y sin embargo es inevitable comerme la cabeza. Me imagino que es normal, ha sido mi única relación, es mi gran amor, sí, en presente y duele solo de pensar que no va a ser para siempre. Necesito entender por qué, necesito saber qué le aporta ella, necesito saber qué comparten, necesito saber cómo se siente con ella, necesito saber si disfruta más… Necesito saber infinidad de cosas. Probablemente parezca una psicópata, aunque tampoco sé si es normal que me haga tantas preguntas.
¿Realmente duele tanto? Tendría que ser sencillo, la respuesta a todas estas dudas tendría que conocerla a la perfección, puesto que si no fueran positivas no hubiese dado un paso tan importante con ella. Así que debo empezar a hacerme a la idea de que realmente es mejor que yo, que se lo merece más, y consolarme con que tal vez algún día yo también dé ese paso, yo también logre superarlo a pesar de que ahora mismo sea la última de mis opciones.
Vuelvo a pasar el día con mi abuela, esto va a ser mi mejor terapia. Algo mutuo, que nos va a servir a las dos. Yo le hago compañía y ella me entretiene con cualquier historia sobre los famosos del momento. Estar en su casa es como estar en un universo paralelo y me mantiene alejada de todo lo que hay tras esa puerta. De todas maneras, hoy me marcho antes porque necesito preparar la cena antes de que lleguen mis invitados. Cuando llego a casa me doy cuenta de que mi móvil lleva todo el día enchufado al cargador. Suerte que estoy de vacaciones y me he prometido desconectar en todos los sentidos, que esto me llega a pasar en mi día a día, en la Gran Manzana, y ya sería mujer muerta.
Lo cojo más por inercia que por otra cosa y, entre todos los mensajes, no puedo creerme que tenga tres de Álvaro y un par de llamadas. Dijo que necesitaba tiempo, dijo hasta la semana que viene. ¡Pues joder, cúmplelo! La que no cumple soy yo, porque no puedo evitar echarle un vistazo al móvil antes de volver a depositarlo en el mismo sitio donde estaba y seguir con mi ritual de desconexión.
Álvaro: Me alegra saber que sigues usando nuestra tabla, ha sido increíble verte en el agua esta mañana.
Álvaro: Sé que te pedí tiempo, pero necesito verte para entenderlo todo.
Álvaro: ¿Cuánto tiempo vas a estar aquí?
¿Desde dónde me ha visto? ¿Qué necesita entender? Esto no es sano. No puede generarme más preguntas de las que ya tengo cada vez que decida aparecer. No, simplemente no puede hacerme esto. Es él quien ha decidido rehacer su vida. Es él quien ha cerrado completamente nuestra oportunidad. Y es él quien debería darme este espacio para procesarlo todo, hacerme a la idea y encajar mi derrota. Porque sí, aunque no lo sea, lo considero como tal, como una derrota. ¿Sabrá Teresa que estoy aquí? ¿Sabrá ella que nos vimos el otro día? ¿Sabrá que me espiaba esta mañana? No quiero pensar mal, pero quizás lo sabe todo y se contenta con ello. Sí, lo sé, en mi ser más interno quiero pensar que me sigue queriendo a mí y que ella es su consolación. Y siendo realista, tampoco sería la primera vez que una mujer enamorada asume que su marido está colgado de otra, pero se conforma con tenerlo en cierto modo. Lo sé, no debería ser tan cruel, lo único es que duele menos pensar así que creerme que realmente ha conseguido olvidarse de mí, de nosotros, de lo nuestro.
Prefiero no responder. Si quiere tener información lo tiene tan fácil como que su padre le sonsaque al mío en el café que comparten cada mañana, así que, si quiere saber de mí, lo va a tener que hacer por mensajeros. Mi agente sabe que solo responderé correos, así que no voy a volver a coger el móvil en todo el mes, o mejor dicho, lo imprescindible, que hoy en día no sabemos vivir sin él. Espero que mis fieles seguidores lo entiendan. Ya informé en mi última publicación que me iba a desconectar unos días, y como no quiero revelar mi destino, no hace falta que suba información.
—Espero que la cena sirva para ese cosmopolitan que me perdí ayer, o para la receta… —No hacen falta presentaciones formales, si está con Vanesa, sabe perfectamente cómo soy.
—La receta es hacerlo con cariño, pero no puedo revelarte mi secreto; así la conquisté —me responde el invitado—, pero prometo servirte dicha copa esta noche.
—No te lo creas, no me conquistó con un cosmopolitan —ya, probablemente fueron un par y una gran noche de sexo—, y hoy solo un par; mañana tengo que bajar a la ciudad con Natalia a primera hora.
—Me conformaré con ello.
De todas maneras, no me queda otra. Todavía no estoy preparada para enfrentarme a los demás. Y por lo visto, nadie de los del pueblo frecuenta el bar del hotel entre semana, todos siguen siendo fieles al pub, lo que me permite pasar desapercibida. Tampoco es que quedemos muchos de mi quinta, no todos tienen negocios familiares a los que agarrarse y prefieren hacer su vida en otras circunstancias. Lo que me sorprende es que Fede cuente que el hotel inauguró hace seis meses y que no han tenido ni un fin de semana con habitaciones libres. Durante la semana suele ser más tranquilo. Aunque algún huésped se instala, pero el bar queda desierto. Me gustará asistir a alguna fiesta el fin de semana, quizás también me venga bien rodearme de gente diferente a la que pretendía encontrarme aquí. Que esté lleno es bueno para el pueblo, y todo lo que sea bueno para él, es bueno para mi familia, así que bienvenido sea. Me alegra también saber que el surf es cada vez más conocido y que haya más gente a quienes les guste coger olas.
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