#MeToo
Nunca es tarde para superar un abuso sexual
Marisol Navarro
Primera edición: Barcelona, Diciembre 2020
© Marisol Navarro
© Editorial Versos y Reversos
Manuel de falla, 26, planta 5 puerta 3
08034 Barcelona (España)
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ISBN: 978-84-123041-0-7
Diseño y maquetación:
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Asesora Creativa de Portada:
Estela Gutiérrez
Impresión y encuadernación:
Ulzama Digital, S.L.
Polígono Industrial Areta – Calle A-33
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Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, cualquiera que sea su medio (mecánico, electrónico, por fotocopia, etc) sin la autorización expresa de los titulares del copyright.
A mi tutor y terapeuta Paco Sánchez y especialmente a mi pareja, Fernando, que me habéis ayudado a liberarme de un gran peso y a ser quien soy ahora.
Introducción
Ha pasado un año desde que empecé a escribir el libro; he decidido publicarlo para contar mi experiencia personal sobre agresiones sexuales1. Son situaciones que he ocultado durante muchos años y que muy pocas personas conocen.
Pienso que, de alguna manera, si no lo hago, colaboro a mantener esta barbarie en silencio. Me refiero a seguir callando la cantidad de agresiones y abusos sexuales2 que se producen diariamente a lo largo y ancho del planeta. Así, quiero dejar patente que es algo común, frecuente en nuestra sociedad actual y que probablemente viene ocurriendo desde hace generaciones. Son situaciones que vivimos personas como tú y como yo.
El movimiento #MeToo —que inició Tarana Burke en el 2006 y que se hizo viral en el 2017 cuando varias famosas hicieron públicos algunos casos de agresión y acoso sexual3 cometidos por el productor de cine Harvey Weinstein— nos ha ayudado a tomar conciencia de lo frecuentes que son estos actos, así como de lo habitual que es mantenerlos ocultos. Que somos muchas —somos muchos— de muy diferentes clases sociales, edades y culturas.
En este libro también narro el proceso que yo he seguido a nivel personal hasta el día de hoy. Reflejo el impacto que tuvo en mi vida —que aún sigue teniendo— y en mi personalidad. Estas vivencias me han marcado y me han hecho ser quien soy hoy. Fueron un punto de inflexión que cambió totalmente mi percepción del mundo y de mí misma.
Estoy segura de que cualquier persona que sufra este tipo de experiencias llevará una marca profunda que la condicionará para el resto de su vida. Mi gran deseo, si has vivido algún tipo de abuso y este libro cae en tus manos, es que te pueda ayudar a superarlo y llevar una vida satisfactoria. Y, sobre todo, te invito a que lo cuentes y lo denuncies si no lo has hecho ya.
Quiero dejar un mensaje de esperanza porque a nivel individual se puede superar y dejarlo atrás, dejarlo en el pasado. Se puede volver a tener una vida en paz y satisfactoria. No es un camino fácil, pero se puede llegar a recuperar la integridad y liberarse del peso de esa experiencia. Al menos, yo lo he conseguido.
Por otro lado, a un nivel colectivo creo que, si hacemos públicos estos hechos, podemos contribuir a generar debate y, de este modo, poner nuestro granito de arena para concienciar a la sociedad y, aunque sea lentamente, que se produzca una transformación cultural para que dejen de producirse este tipo de actos.
Juntas —juntos— podemos hacer que algo cambie. Será posible si damos voz a los ataques sufridos.
Este libro está enfocado a los abusos y agresiones a niñas y mujeres, porque me siento profundamente vinculada a ellas y, además, mi experiencia profesional y personal es con ellas, pero ni quiero ni puedo olvidar los sufridos por la parte masculina. En especial por los niños.
1) Agresión sexual. El que atentare contra la libertad sexual de otra persona, utilizando violencia o intimidación […]. Art. 178.
2) Abuso sexual. El que, sin violencia o intimidación, y sin que medie consentimiento, realizare actos contras la libertad e indemnidad sexual de otra persona […]. Art. 181.
3) Acoso sexual. El que solicitare favores de naturaleza sexual, para sí o para un tercero, en el ámbito de una relación laboral, docente o de prestación de servicios, continuada o habitual, y con tal comportamiento provocare a la víctima una situación objetiva y gravemente intimidatoria, hostil o humillante […]. Art 184.
El principio de este libro
Son las ocho de la mañana de un sábado y es primavera. Mi pareja y yo nos hemos levantado temprano para ir a recorrer una ruta por la montaña. Antes tenemos que pasar por la clínica donde trabaja a recoger un paquete para él. Hace una temperatura ideal y al ser fin de semana no hay prácticamente tráfico, así que no importa tener que cruzar en coche toda la ciudad.
Llegamos a la clínica y mi pareja va a buscar el paquete mientras yo lo espero en el coche.
Normalmente, por la mañana me gusta el silencio, pero hoy, mientras espero, pongo la radio y empiezo a escuchar los comentarios sobre la sentencia del caso de La Manada que la Audiencia Provincial de Navarra dictó ayer, 27 de abril de 2018.
La locutora está diciendo: «La sentencia condena a nueve años por abusos, pero quedan absueltos de agresión sexual, a los cinco miembros; mientras, se están produciendo múltiples manifestaciones en distintas ciudades ante dicha resolución…».
De pronto siento un nudo en la garganta y una fuerte presión en mi pecho. Noto como si necesitara expulsar algo y empiezo a llorar. No entiendo qué me está pasando, pero no puedo parar. En mi cabeza escucho muy claro: «#MeToo, #MeToo, #MeToo».
Y luego oigo mi voz que suena cada vez más alto: «#MeToo, #MeToo, #MeToo».
Por mí, por ellas, por todas.
Acabo de decidir escribir mi historia. No sé si llegaré a publicarla, pero quiero dejar de estar en silencio.
#MeToo
#MeToo
#MeToo
1. Adolescencia truncada
Creencia errónea: «Eso no me ocurrirá a mí».
Cualquier persona puede ser víctima de una agresión sexual. Les ocurre a personas de todas las edades, razas, grupos sociales, religiones…
Yo era una adolescente de quince años que vivía con mis padres y mis dos hermanas. Mi vida hasta entonces era la de una chica que va al instituto; estaba empezando a descubrir el mundo. Mi vida transcurría con cierta tranquilidad entre los libros, las amigas y mi familia, con las discusiones con mis padres propias de esa edad.
Me gustaba quedar con las amigas, flirtear con los chicos, divertirme. Empezaba a arreglarme para sentirme más guapa, más segura de mí misma. Mi madre, a quien le gusta maquillarse y arreglarse, siempre me apoyaba, así que podía usar tranquilamente ropa más atrevida: faldas cortas, ropa más ceñida, maquillaje… Por otro lado, era una chica muy responsable, especialmente con los estudios (quería ir a la universidad para estudiar alguna ingeniería).
Ese año había cambiado a un instituto mixto e iba a una clase donde solo éramos cuatro chicas en todo el grupo. Empezaba a descubrir la sensación de cruzarme con la mirada del chico que me gustaba, que me hacía ruborizar y sentirme insegura, pero también ese cosquilleo en el estómago que hacía que deseara volver a verlo. Para mí era un descubrimiento, toda una experiencia ya que hasta entonces había ido a un colegio de chicas.
Llevaba unas semanas viéndome con Juan, íbamos al mismo instituto. Era un año mayor que yo e iba a otra clase. Era la primera vez que tenía este tipo de relación con alguien del sexo opuesto, por lo que aparecían en mí sentimientos totalmente nuevos. Por las mañanas me levantaba con la ilusión de verlo, así que pasaba largos minutos pensando en qué ponerme, qué quería contarle o qué me contaría él. Nos veíamos en los descansos del instituto y a la salida íbamos un rato a un parque cercano, donde juntos compartíamos sueños sobre nuestro futuro, luego me acompañaba a casa.
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