Margarita Hans Palmero - Brumas del pasado

Здесь есть возможность читать онлайн «Margarita Hans Palmero - Brumas del pasado» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Brumas del pasado: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Brumas del pasado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Helena es una mujer que en apariencia lo tiene todo, pero en el fondo, ella sabe que algo no cuadra en su apacible vida de ama de casa, casada y madre de dos hijas.Una noche acude a una fiesta medieval, donde conoce a un hombre extraño envuelto en un halo de misterio ; y donde una vidente le vaticina un giro inesperado en su vida, alegando que tendrá de buscar sus orígenes y su destino.Desde este momento, la vida de Helena da un giro sorprendente, donde descubre que pudo ser víctima de un secuestro infantil . A través de la hipnosis alcanza a descubrir un pasado más que inquietante e inesperado.

Brumas del pasado — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Brumas del pasado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

–¿Qué ha pasado con la música?

–¿Qué música? ¿Ves, cuñada? ¡Necesitas deporte! Ya escuchas en el silencio –me dice sonriendo.

Pero yo he escuchado una música suave.

–Ahora solo nos queda marcharnos a casa a ponernos guapas. ¡Esta noche retrocedemos en el tiempo hasta el mercado medieval!

–Esto…, chicas…, tengo algo que deciros.

–¿No irás a echarte atrás, verdad? –me pregunta Inés.

–No. Pero tal vez vaya acompañada con mis hijas. Fernando tiene una reunión de negocios muy importante y puede regresar tarde.

–Eso no es problema. Iremos todas. Cinco buscadoras de secretos.

–Ay, Carmela. Tú y tu imaginación desbordante.

–La vida hay que tomarla así, como una aventura. De lo contrario, un día puedes levantarte sintiéndote apartada de todo.

Ha intentado que su tono sea normal, pero a mí no me engaña. Esa actitud no es propia de ella.

–¿A las ocho entonces? –pregunta Inés.

–A las ocho menos cuarto te recojo en tu casa y pasamos por Helena y las niñas. ¿Es buena hora, Helena?

–Sí. Para esa hora ya habrán terminado los deberes y eso.

–Hasta luego entonces, chicas. ¡Estoy impaciente por que empecemos a ponernos en forma! –vuelve a insistir Carmela.

–Sí, yo también –le contesto irónica.

A pesar de que Carmela ha intentado animarse en el último instante, sé que algo no va bien. Supongo que habré de esperar para conocer la respuesta.

De repente soy consciente de la hora. He de recoger a mis hijas del colegio y del instituto. Miro mi reloj de pulsera y veo que ya son las dos. Tengo menos de quince minutos para llegar al primer punto de encuentro, y a veces el tráfico se vuelve imposible.

–Chicas, tengo que irme.

–¿Te dará tiempo a todo? ¿Quieres que recoja yo a alguna de las chicas? –me pregunta Inés.

–No, gracias, pero tengo que irme ya.

–Vale, nos vemos luego.

Inés se sube a su pequeño Nissan Micra de color marfil. Es tan amable y cariñosa que no entiendo cómo la madre naturaleza no la ha bendecido ya con lo que más desea en este mundo: ser madre.

Ella y Marcos llevan ya casi quince años de matrimonio y siguen sin tener descendencia. Mi amiga intenta aparentar normalidad, pero yo sé que está agobiada, cada vez más. Tanto ella como Marcos son profesores, y concretamente Inés, ejerce en la actualidad como profesora del primer ciclo de preescolar. Chicos de tres años. Con sus caritas sonrientes, sus comentarios graciosos y sus mentes de ángel.

Carmela y yo subimos al coche. Voy a dejar a mi cuñada en el taller. Al parecer, Ángel le está haciendo una puesta a punto a su coche. Ello me da la oportunidad perfecta.

–Carmela, me gustaría que fueras sincera conmigo. ¿Qué te pasa?

–¿A mí? Nada.

–Carmela… –insisto.

–No me pasa nada, Helena. ¿Por qué piensas que ocurre algo? ¿Por lo del gimnasio?

–Por tus ojos. Por tus frases a medias, por tu insistencia casi enfermiza con lo de inscribirnos en el gimnasio, y porque te estás comiendo las uñas camino del taller.

–¡Joder, Helena! ¿Por qué eres tan condenadamente intuitiva?

–Mamá naturaleza, que me dio esta percepción –bromeo–. Cuéntame.

–No es nada relevante. Es solo que últimamente Ángel está raro. Le noto preocupado, nervioso, ausente. Cuando le pregunto qué le ocurre me dice que nada, pero sé que oculta algo. Pensé que podía ser algo relacionado con el trabajo, pero… él insiste en que todo va bien.

–¿Desde cuándo le notas así?

–Desde hace casi cinco meses.

–Y los chicos, ¿han notado algo?

–Si lo han hecho, no me han dicho nada. Ya sabes que yo no tengo esa comunicación que tú tienes con las chicas.

–¿Yo? Se llevan genial con Fernando. Yo soy más bien la mamá quita problemas.

–Eso no es cierto y lo sabes. Te quieren con locura.

–Y me vuelven loca en igual proporción. Pero no me cambies de tema, listilla. ¿Qué más has notado?

–Está muy distante.

De pronto calla y noto que duda si continuar con su revelación o no. Veo cómo se estruja las manos y se muerde el labio. Mi inamovible amiga Carmela, ¿nerviosa? Ahora sí que estoy segura que ocurre algo importante.

–El otro día salí de la ducha con un conjunto de encaje morado transparente, muy, muy sugerente y él ni lo notó.

–Por favor, Carmela. ¿Después de tantos años? Estaría cansado o no se daría cuenta de que era nuevo.

–Créeme, Helena. Él siempre se da cuenta de esas cosas. Te lo aseguro.

Ante esta confesión no sé qué decir. Tampoco es tan raro que tu marido no se fije en la lencería nueva. Fernando nunca lo hace. Pero es normal, la rutina del día a día, el trabajo, las niñas…

–No creo que estés así por un conjunto de lencería.

Ella sigue hablando como si no hubiese escuchado mi comentario. Su vista parece fijarse en un punto concreto en el horizonte.

–Antes hacíamos mucho el amor –me dice de repente mirándome de forma fija.

–Carmela, tesoro, lleváis veintisiete años casados. Es normal que la cosa haya caído un poco, no le des más importancia.

–No soy tonta, Helena. Hace ya bastante tiempo que pasamos de follar como conejos a hacerlo diez o doce veces por semana y después a tres o cuatro. Lo normal.

Ay, madre. ¿Se estará burlando de mí? ¿Después de veintisiete años juntos me está hablando de hacer el amor tres o cuatro veces a la semana?

–Ahora, solo una vez a la semana. Con suerte, a veces dos. El ritmo ha bajado, ¿no crees?

–Pero, ¡es normal con el tiempo! Quiero decir, yo veo cómo os miráis y él te quiere.

–Lo sé. Pero también sé que me oculta algo.

De pronto empieza a sonreír y me doy cuenta de que su mente está a años luz.

–Cuando Ángel y yo nos conocimos, yo ya había tenido un novio antes. ¿Recuerdas? Andrés se llamaba. Tuve mala suerte con él. Era algo violento.

–Jamás me contaste nada de eso.

–Quedó en el pasado. Ángel me conoció un día que yo corría con un ojo poniéndose morado por la calle. No dijo nada. Nos conocíamos del instituto, pero nunca habíamos tenido contacto. Se quitó su chaqueta, me la colocó por encima y me llevó a casa. Al día siguiente, mi ex novio desde la noche anterior, no asistió a clases. Al cabo de tres días se presentó con el rostro lleno de moratones. Alegó que había tenido un accidente, pero yo había visto los nudillos de Ángel.

–Eso sí lo recuerdo. Te pregunté qué le había pasado a Andrés y me dijiste que ni lo sabías ni te importaba.

Es curioso. Había olvidado todo aquello. Ya estamos llegando al taller y no quiero detener esta conversación, pero tampoco puedo entretenerme mucho o llegaré tarde a recoger a mi hija. Carmela no se da cuenta y sigue con su historia. Parece que he abierto la caja de Pandora.

–Empecé a salir con Ángel y descubrí lo que es enamorarse y el verdadero deseo. La pasión en mayúsculas. ¿Sabes lo que es temblar como una gelatina solo de pensar en él? O mejor aún, mojarse las bragas solo de ver cómo me comía con los ojos…

–Tampoco hace falta entrar en detalles... hay algunos detalles que prefiero no saberlos.

Mi cuñada sonríe.

–Ay, Helena, tú como siempre. Si no fuese por tus dos hijas, hay veces que pensaría que eres virgen. Hasta te has puesto colorada –me dice tiernamente.

–No es eso, es que es algo muy íntimo.

–Con Ángel todo era intenso. Y muy frecuente. Ambos disfrutamos del sexo. Y lo seguimos haciendo. Sí es cierto que con el tiempo la frecuencia disminuye, pero la calidad… nos conocemos mejor y eso se nota.

–Sí, en eso te doy la razón.

Mejor le sigo la corriente, porque si mi cuñada supiese la frecuencia con la que Fernando y yo hacemos el amor… o tal vez deba decírselo. Así se quedará más tranquila.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Brumas del pasado»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Brumas del pasado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Brumas del pasado»

Обсуждение, отзывы о книге «Brumas del pasado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x