Cada programa económico tiene en cuenta el deseo del gobierno de proteger el medio ambiente del país y sus tradiciones culturales. En su prudente expansión del sector turístico, el gobierno incentiva la visita de turistas con mayor conciencia social y medioambiental.
El modelo desarrollado por el gobierno es el de “alto valor-bajo impacto”, y así cuida la alta calidad de los servicios ofrecidos a los visitantes, minimizando el impacto negativo en el entorno.
Ojalá el ejemplo de Bután nos inspire para crear estructuras económicas y entornos sociales saludables, ya que el actual modelo cultural fomentado por el “mercado libre global” es un artificioso instrumento político y mercantilista que nos ata a los desorbitados intereses de las macrocorporaciones, y nos conduce a un delirante estilo de vida.
Si confiamos en sobrevivir dignamente como especie y como sociedad, debemos liberar los canales de comunicación para que se expanda el flujo natural de diálogos, conocimientos, ética y creatividad, y así optimizar una ecuánime administración de los recursos, es decir, una coherente red social y una sana economía.
CULTURA DE PAZ
Puesto que las guerras nacen en la mente humana, es en la mente humana donde deben erigirse los baluartes de la Paz
Constitución de la Unesco
“PAZ A TRAVÉS DE LA CULTURA”, es el lema del importante Tratado Internacional denominado Pacto Roerich, que se firmó en el año 1935 en la Casa Blanca con la presencia del entonces presidente Franklin D. Roosevelt y la adhesión de 21 países de América, entre ellos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, Estados Unidos, Uruguay y Venezuela, acordando un ético reconocimiento legal:
LA PROTECCIÓN DE LOS BIENES CULTURALES ES MÁS IMPORTANTE QUE CUALQUIER NECESIDAD MILITAR.
Dicho tratado comprende un conjunto de bases jurídicas acerca de un orden estatal sobre la compenetración de Estado y Cultura ensalzando la idea de que los gastos militares nunca pueden superar los presupuestos de educación y cultura.
El Pacto de Roerich es el único tratado internacional que establece una bandera de la Paz única y oficial para todos los países que la suscriben. Un símbolo de protección incondicional del patrimonio cultural frente a cualquier conflicto.
La Bandera Mundial de la Paz, presenta un círculo rojo sobre un fondo blanco, que unifica tres esferas rojas como el color de la sangre, común a todas las razas, integrando simbolismos relacionados con la noción tríada:
El símbolo aparece en el planeta hace más de 9000 años en el periodo paleolítico, así como en la cerámica del periodo neolítico.
Para los tibetanos representa “el disolvente de la oscuridad”, en la India es conocido como “Chintamani” o símbolo de la Felicidad.
La cultura maya, le da el significado de “Hincan – Inkaten – Uchagen”, es decir: “Quiero, puedo y lo hago”.
Para la religión budista representa el padre, la madre y el hijo igual que la Trinidad católica y el arte cristiano. La medicina tradicional China explica que las tres esferas del diseño representan el campo electromagnético en el plexo coronario en lo alto de la cabeza. Un símbolo pues, profundamente respetado por culturas y religiones que induce a la comprensión del Todo y del Infinito.
Nicolas Roerich (1874-1947) fue abogado, pintor, filósofo, escritor y explorador ruso. Se casó con Helena Shaposhnikova, quien más tarde desarrolló la filosofía Agni Yoga. Trabajó también como diseñador de vestuario y escenografía para varias óperas, entre ellas Tristán e Isolda de Richard Wagner y ballets de Maurice Maeterlinck y de Igor Stravinsky. Creó el Instituto Maestro de Artes Unidas en Nueva York, donde trató de unir a todas las artes en un mismo lugar, ofreciendo clases de música, pintura, escultura, arquitectura, ballet y teatro, así como conferencias, conciertos y exposiciones. Sus viajes a recónditos lugares del mundo despertaron su conciencia de unidad y el anhelo de expandirla. La síntesis de su obra fue su compromiso con la Cultura de Paz concepto de actual y prioritaria necesidad.
Las ideas no mueren, dormitan a veces,
pero al despertarse son aún más fuertes
de lo que eran antes de su sueño.
No ha muerto la Bandera de la Paz, se ha ocultado
mientras se cometan atrocidades en la guerra.
Llegará la hora en que los seres humanos
se dirigirán conscientemente
a la custodia de los valores culturales,
a la base verdadera del mundo
y no solamente ondeará la Bandera de la Paz
sobre los valores culturales,
sino sobre el corazón humano
el gran tesoro de donde nace el futuro renovado.
Nicolás Roerich, 1944.
II
FACTOR HUMANO
Todas las construcciones del intelecto humano son partículas danzantes y mutantes en constante renovación de sus sapiencias, creencias y sistemas operativos.
La lógica como tal no alcanza a justificar
el conjunto de estos fenómenos.
En el mundo cuántico en el que nos adentramos, desaparecen muchas ideas clásicas de forma, posición y temporalidad y se inicia un proceso que renueva actos tan básicos como observar, medir, saber y comprender.
MUJER Y HOMBRE
“La humanidad tiene dos alas:
Una es el hombre y la otra es la mujer. Si una de estas alas está debilitada el vuelo no será posible”.
Maestro Abdu’l – Bahá, Bahá’í
Detrás de los deslumbrantes avances tecnológicos y la imagen de una sociedad avanzada que pretende ser coherente con sus conocimientos y su desarrollo, siguen manifestándose situaciones políticas, económicas, bélicas, sociales, emocionales y ambientales que ponen claramente en duda el sentido de este avance, y demuestran una descompensación entre:
Racional e Intuitivo
Espacial y Terrenal
Lineal y Cíclico
Tecnológico y Biológico
Mental y Emocional
Intelectual y Vital
Masculino y Femenino
Desde esta perspectiva de polaridad, es evidente la desigualdad política y cultural y el predominio de las cualidades masculinas sobre las femeninas. Esta desproporción del elemento masculino, tan presente en las estructuras políticas, económicas y religiosas del sistema patriarcal, determina las oscilaciones históricas entre mujer y hombre, y que aún siguen condicionando tanto los procesos de formación de género, como las estructuras culturales que configuran nuestra sociedad.
Las jerarquías patriarcales, no han conseguido construir sociedades lo bastante justas ni sostenibles y la lucha por el poder sigue siendo el imperativo de las estructura económicas y el control de las sociedades. El incipiente aumento de la paridad en los estamentos de gobierno y en las empresas aporta unos criterios más amplios y objetivos, aun así, en el plano emocional sigue activa la guerra de sexos y la condición de la mujer sigue en desigualdad. Ante esta situación, no únicamente hay que dejar de devaluar lo femenino sino que, tanto hombres como mujeres, a nivel individual como social, estamos ante el reto de integrar este aspecto arquetípico del femenino esencial para que pueda reubicarse adecuadamente en nuestras identidades, en nuestros sistemas y en el mundo entero.
En palabras del filósofo y teólogo Leonardo Boff:
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