Las iglesias en Estados Unidos y en todo el mundo poseen propiedades e instalaciones por valor de miles de millones de dólares. Dios nos ha provisto estos recursos para que seamos buenos mayordomos. Cada semana, gran parte de las instalaciones de la iglesia permanecen sin ser utilizadas. Es hora de volver a examinar el uso de nuestras instalaciones. Es hora de abrirlas a nuestras comunidades.
Una nueva mentalidad: en busca de señales
He dirigido o participado en cientos de consultas de iglesias. Una de las primeras cosas que nuestro equipo de consultoría hace en el lugar es recorrer las instalaciones de la iglesia. Nos fijamos en el área de estacionamiento. Hacemos una evaluación rápida de la capacidad en el centro de adoración. Nos centramos en la seguridad e higiene del área para los niños. Preguntamos sobre el flujo del tráfico automotor y peatonal.
Entre nuestros muchos puntos a inspeccionar hay un inventario sobre las señales dentro y alrededor de los edificios de la iglesia. ¿Hay buena señalización direccional cuando se entra al estacionamiento? ¿Pueden los visitantes encontrar con facilidad la entrada principal al edificio de la iglesia? ¿Están los baños claramente señalizados? ¿Pueden los padres jóvenes ver en su primera visita a dónde llevar a sus hijos?
Con el paso del tiempo, hemos notado mentalmente y, a veces, hemos escrito sobre «señales no deseadas». Estas son las señales que les indican a los miembros e invitados (generalmente a los invitados) lo que no pueden hacer. No entre con café al santuario. No pase al servicio de adoración después de las 11:15 a. m. No merodee por el estacionamiento. No use patinetas.
Tú entiendes.
Si bien algunas de estas señales están allí por razones de seguridad y responsabilidad legal, la mayoría han sido colocadas para evitar que los extraños estropeen la propiedad de la iglesia. Las señales son una expresión externa y física de una iglesia enfocada hacia adentro. Las instalaciones de la iglesia son un refugio exclusivo para los miembros de la iglesia. No molestes al club religioso ni a ninguno de sus artefactos.
La iglesia poscuarentena tiene una nueva oportunidad porque Dios nos ha dado una manera de ver las instalaciones de nuestra iglesia desde una nueva perspectiva. Aprendimos que para tener una iglesia no es absolutamente necesario tener instalaciones de millones de dólares, pero tal vez, solo tal vez, dado que muchos de nosotros ya tenemos estas instalaciones, Dios tiene la intención de que las usemos para el bien de nuestras comunidades.
Es posible que tengamos que limpiar un poco más, y pintar las paredes con más frecuencia. No obstante, ese es un precio muy módico a pagar a fin de llegar a las personas que nos rodean con el evangelio de Jesús que salva vidas.
Abre las puertas más a menudo
Mi conversación con un pastor de Virginia fue reveladora. Antes de la pandemia, su iglesia nunca había transmitido en vivo sus servicios. Al igual que a otros líderes, la necesidad lo llevó a saltar al mundo digital.
«No podíamos reunirnos en persona, así que tuvimos que hacerlo virtualmente —me expresó—, pero nuestra iglesia no es tan grande; nunca habíamos probado Facebook Live ni nada parecido. Teníamos que aprender rápido. Al principio fue difícil, pero lo asimilamos bastante bien».
Mientras que otros pastores y líderes de iglesias estaban entusiasmados con la cantidad de visitas de Facebook que estaban recibiendo al comienzo de la cuarentena, este pastor de Virginia no se mostraba muy entusiasta. «Intuitivamente, no le di mucha importancia a la cantidad de personas que pudieron habernos observado durante tres segundos o treinta segundos. Era casi como una moda pasajera».
Sin embargo, lo que me fascinó de nuestra conversación fue su perspectiva totalmente diferente sobre el proceso de transmisión en vivo, al menos en comparación con la mayoría de sus compañeros.
«Si bien mis amigos pastores estaban entusiasmados con las visitas, me di cuenta de que algo más estaba ocurriendo —indicó—. Los miembros de mi iglesia comenzaron a informarme sobre los diferentes días u horarios en que veían los servicios, y lo mismo escuché de varias personas en la comunidad».
Por la intensidad en su rostro, pude notar que su mente estaba trabajando. «Fue una gran lección para mí —continuó con más entusiasmo aún—. Las personas “asistían” a nuestros servicios en diferentes momentos y en días diferentes. Antes de la COVID-19, estábamos pensando que tendríamos que agregar un segundo servicio de escuela dominical. Ya no. Tenemos esta instalación de buen tamaño que casi nunca se usa, excepto unos dos días a la semana. Si la gente nos está viendo digitalmente en momentos diferentes, tal vez les gustaría tener diferentes opciones en cuanto a días para asistir a un servicio presencial.
El pastor comenzó a probar los jueves por la noche, y hasta ahora, está animado por la respuesta. Nuestro equipo de Church Answers le informó que aproximadamente un tercio de la fuerza laboral estadounidense trabaja los domingos, y él realmente quiere alcanzar a ese grupo en su comunidad.
Solo hizo falta una pandemia y un poco de reflexión sobre el uso de las instalaciones de su iglesia para moverlo en esa dirección.
Dos (o más) iglesias, una ubicación
Las últimas dos décadas han sido testigos del rápido crecimiento de las iglesias con varias sedes. En los primeros días de este movimiento, estas iglesias a menudo se describían a sí mismas como «una iglesia, dos ubicaciones». Este fenómeno no muestra señales de detenerse. Hubo un tiempo en que el movimiento de iglesias con varias sedes era algo únicamente de las iglesias más grandes. En la actualidad, las iglesias de todos los tamaños pueden tener más de una ubicación.
Un plantador de iglesias quien es parte de nuestra comunidad Church Answers compartió una historia sobre una reunión digital providencial con otro miembro de la comunidad. Los miembros a menudo sostienen conversaciones en nuestro foro llamado Church Answers Central.
«Estábamos comentando sobre el momento de la reapertura —comenzó a explicar—. Le expresé que nuestra situación era particularmente desafiante porque nos habíamos estado reuniendo en una escuela secundaria local, y esta se demoraría en abrir».
De alguna manera, uno de los pastores en el foro notó que el plantador de iglesias se encontraba en su misma comunidad. «Fue un momento increíble —nos comentó el joven plantador de iglesias—. Me envió un mensaje y comenzamos a comunicarnos. Eso condujo a varias llamadas telefónicas; y finalmente él nos invitó a compartir las instalaciones de su iglesia. Por ahora, nos reuniremos los domingos por la tarde, al menos hasta que podamos encontrar una mejor opción. Y en verdad no teníamos opciones hasta que nos conectamos».
La cuarentena fue un desafío. La cuarentena también fue una bendición.
Los pastores y otros líderes de iglesias comenzaron a ver sus tiempos de reunión con nuevos ojos. Del mismo modo, comenzaron a ver sus instalaciones con una nueva perspectiva. La era poscuarentena puede resultar ser un momento de experimentación e innovación extraordinarias respecto al uso de las instalaciones de la iglesia.
Al menos, esperamos que muchas iglesias sean mucho más intencionales sobre el uso de las instalaciones de su iglesia como un medio para conectarse con sus comunidades. Estamos de acuerdo en que el edificio no es la iglesia, pero este puede ser una herramienta valiosa.
Esperamos que muchas iglesias den la bienvenida a escuelas, empresas y gobiernos locales para que usen sus instalaciones. En algunas comunidades más pequeñas, las instalaciones de la iglesia pueden ser lo más parecido que esas comunidades puedan tener a un centro comunitario.
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