Ahora ante nosotros tenemos una nueva oportunidad. Hemos visto que la iglesia puede sobrevivir, incluso prosperar, sin el uso diario de sus instalaciones. Y aunque ciertamente abogamos por la importancia de reunirse presencialmente, también vemos la oportunidad en la era poscuarentena de usar nuestras instalaciones para propósitos mayores y más eficientes.
Este breve capítulo no constituye de manera alguna un compendio exhaustivo de formas de reunirnos mejor y más eficientemente en nuestras instalaciones. Sin embargo, espero que esta presentación estimule tu creatividad.
Cuando la comunidad se reúne en nuestras instalaciones
Mi equipo y yo estábamos haciendo una consulta para una iglesia que, durante casi una década, había estado experimentando un declive sutil pero notable. Ellos deseaban que los ojos de afuera miraran a su congregación. Se encontraban en una comunidad con un buen crecimiento demográfico. Tenían muy buenas instalaciones. Tenían solidez financiera. Y no habían presentado conflictos ni controversias relevantes en la iglesia.
¿Qué podría estar mal?
Como solemos hacer en muchas de nuestras consultas, solicitamos todos los documentos sobre la iglesia, tanto digitales como impresos. Un documento de esta iglesia era particularmente fascinante. Se titulaba «Políticas y procedimientos para el uso de las instalaciones de la iglesia». Tenía sesenta y cuatro páginas. En serio.
Mientras nuestro equipo leía este voluminoso libro de reglamentos, una cosa estaba muy clara: era un tratado sobre cómo mantener a la comunidad alejada de la iglesia.
Comprendo que las iglesias deben tener algunos lineamientos para sus instalaciones con propósitos de coordinación y responsabilidad legal. Pero este manual era ridículo. Esto era un síntoma del enfoque hacia adentro de la congregación. Había demasiadas reglas y regulaciones que regían a los no miembros. Cualquier invitado que recibiera el documento habría entendido un mensaje claro: no eres bienvenido aquí .
¿Qué tal si ponemos este pensamiento de cabeza? ¿Qué tal si consideramos las instalaciones de nuestra iglesia como una herramienta para alcanzar nuestra comunidad? ¿Qué tal si pensáramos en formas de atraer a la comunidad en lugar de mantenerla alejada?
Este es un concepto novedoso para muchas iglesias poscuarentena.
Es hora de reajustar nuestra perspectiva en esta nueva era. Es hora de reajustar cómo usamos nuestras instalaciones. Durante demasiados años, las instalaciones de la iglesia han sido principalmente para el beneficio de los miembros . En ocasiones, alguna iglesia promocionaba la construcción de una nueva instalación como una forma de alcanzar a la comunidad. La mayoría de las veces, era una promesa vacía. Tan pronto como se culminaba la instalación, se convertía sencillamente en un nuevo lugar para los miembros de la iglesia.
¿Qué tal si miráramos las instalaciones de nuestra iglesia desde la perspectiva de la comunidad? John Mark Clifton cuenta sus experiencias cuando comenzó a servir como pastor de la Iglesia Bautista Wornall Road en Kansas City. La iglesia estaba a punto de cerrar; se había vuelto irrelevante para la comunidad.
Los pocos miembros que quedaban en la congregación albergaban pocas esperanzas para su iglesia. Solamente el mantenimiento aplazado de sus grandes instalaciones parecía una barrera insuperable para los pocos fieles. Entonces, cuando el nuevo pastor sugirió que prepararan la iglesia para la comunidad, pareció una ingenuidad enorme o una broma cruel. Necesitaban miles de dólares para poder utilizar las instalaciones de su iglesia. Apenas podían pagar sus facturas de servicios públicos. ¿Entonces cómo podrían renovar el edificio de su iglesia para la comunidad?
No obstante, el pastor emprendió la obra con unas pocas latas de pintura y la ayuda de voluntarios. Pintaron una habitación con colores brillantes y variados. La llamaron «la sala de cumpleaños». Luego los miembros pusieron volantes en las puertas de sus vecinos. El mensaje era sencillo pero convincente. La iglesia proporcionaría un lugar para que los niños del vecindario celebraran sus cumpleaños. Gratis. Los miembros de la iglesia ayudarían en las fiestas. Lo único que los vecinos tenían que hacer era reservar y presentarse con los niños.
Fue transformador. No solo para las familias del vecindario; fue transformador para la iglesia. Por lo general, las iglesias darán la bienvenida a la comunidad para eventos señalados y bien planificados. La cantata navideña. La presentación de Semana Santa. El concierto de los niños. Y estos eventos no tienen nada malo. Pero ¿y si probáramos algo diferente? ¿Qué tal si le preguntamos a la comunidad cómo las instalaciones de nuestra iglesia podrían serle de mejor utilidad? ¿Qué tal si ponemos de cabeza el propósito de los edificios de nuestra iglesia? ¿Qué tal si las instalaciones se convierten en un lugar para la comunidad y en un lugar en la comunidad?
Durante la cuarentena, muchos líderes y miembros de iglesias descubrieron que la iglesia seguía siendo la iglesia; incluso sin sus instalaciones. Sí, deseábamos volver a las reuniones presenciales para estar con nuestros amigos, pero descubrimos que podíamos hacer muchas cosas como iglesia sin depender de nuestros edificios. De hecho, el mundo digital abrió posibilidades que muchas congregaciones nunca habían considerado, y mucho menos probado.
Al parecer, nos dimos cuenta de que nuestras instalaciones eran más herramientas que necesidades. ¿Qué tal si ahora usamos esas herramientas para llegar y ministrar a nuestra comunidad?
Hace poco realicé un recorrido por las instalaciones de una iglesia en Georgia que habían sido remodeladas para servir mejor a la comunidad. Casi la mitad de los grandes edificios ahora estaban destinados específicamente para las necesidades del vecindario. Una sección era una extensa área de descanso para el cuerpo policial. Otra área era utilizada como clínica médica. Una vez terminado, el edificio incluía numerosas lavadoras y secadoras que los residentes de la comunidad podían usar sin costo alguno. Durante ciertas horas, la lavandería de la iglesia se utilizaba para cuidar niños.
Otra iglesia en un grupo demográfico económico diferente comenzó a hacer planes para establecer asociaciones con empresas locales. Ya tenían un lugar para que los miembros de la comunidad usaran Wi-Fi gratis; pero ellos querían hacer más. Cuando supieron de otras iglesias que tenían tiendas de emparedados y restaurantes en las instalaciones, propiedad de empresas con fines de lucro, y de una iglesia que abrió sus instalaciones a un preescolar privado en lugar de reinventar la rueda al comenzar su propio ministerio preescolar, se inspiraron para asumir un enfoque de pizarrón vacío y pensar creativamente sobre sus opciones. Estoy seguro de que esta iglesia pronto se convertirá en un imán en y para su comunidad.
Los líderes de una iglesia rural, ubicada en un área escasamente poblada, que no posee nada que se asemeje a un centro comunitario en unas treinta millas (50 kilómetros) a la redonda, ahora sueñan con usar su centro de adoración y salón de comunión para las necesidades de la comunidad. Se dieron cuenta de que la pequeña escuela en el área no tiene un espacio adecuado para celebrar eventos. Sin embargo, el centro de adoración de la iglesia tiene espacio para casi doscientas personas. Es ideal para eventos comunitarios y escolares.
¿Entiendes el mensaje? Si ya nos acostumbramos a prescindir de nuestros edificios durante muchas semanas, ahora podemos ver las instalaciones de nuestra iglesia con otros ojos. Podemos verlas más como una herramienta de alcance que como un área de retiro para los miembros.
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