Con la Palabra de Dios midiéndome, Dios ha cincelado mi vida, a veces dulcemente, a veces duramente, para darle sustancia a la misma. Dios está aún obrando en mí. Con cada día que pasa, estoy más y más conciente de que el tiempo es breve, y de que aún queda mucho por hacer en mí. Les abro mi corazón y mis pensamientos con la esperanza de que ellos les ayuden a optar por ejercitarse arduamente en vuestra búsqueda de Dios y de la piedad y de que ustedes se sometan a su plan para vuestra vida.
RENUEVEN SU MENTE
¿Qué es la disciplina espiritual, y por qué es tan importante? ¿Qué es lo que por lo general nos impide ejercitar la disciplina espiritual (véase Romanos 3.9-18)? ¿Qué les puede ocasionar a su vida la falta de disciplina espiritual?
Reflexionen en 1 Timoteo 4.7-8 («Ejercítate para la piedad»). ¿Cuál es el sentido literal de ejercítate? ¿Qué les dice esta definición sobre la forma en que debemos encarar la disciplina espiritual?
¿Qué dice Hebreos 12.1 sobre correr la carrera cristiana? ¿Qué les está impidiendo caminar con Dios? ¿Qué hace que se aferren a esas cosas?
¿Existe un precio para la disciplina espiritual? Repasen 1 Corintios 9.25-27. ¿Qué les podría costar una disciplina aún mayor? ¿Están preparadas para pagar el precio?
¿En qué difieren la motivación en el legalismo y la motivación en la disciplina?
LA DISCIPLINA DEL EVANGELIO
Ejercítate para la piedad.
I TIMOTEO 4.7
Yo soy una evangelista de alma. Me encanta interactuar con la gente que no tiene ni idea del mensaje de la Biblia. Es increíble observar la luz que aparece en los ojos del no creyente que de golpe comienza a comprender la verdad, y me siento decepcionada si una persona cierra la puerta a toda discusión o debate. ¿Por qué me entusiasma tanto el Evangelio? Porque revela el plan amoroso de Dios para este mundo y para la humanidad: hombres, mujeres y niños. Son las buenas nuevas, las mejores noticias que podríamos recibir jamás. Cuando una persona comprende el amor de Dios en Jesucristo, su vida cobra finalmente sentido.
¿Recuerdan el momento en que comprendieron por primera vez el Evangelio? Todos los días, las buenas nuevas del Evangelio le son reveladas a alguien a su alrededor. Hace siete años atrás, Dios le estaba manifestando sus buenas nuevas a una joven que regularmente nos servía una taza de café, a Kent y a mí, en un café de la zona llamado Starbucks. A mi esposo y a mí nos gustaba ir caminando a este café, no sólo porque servían un magnífico capuchino, sino porque Stacey se encontraba detrás del mostrador. Ella era una pelirroja llena de vida, quien hacía que la compra de un café fuera toda una experiencia. Aun antes de ingerir la cafeína, uno ya se sentía mejor porque Stacey tomaba el pedido.
Debido al hecho de que ella aparentaba estar siempre tan contenta, uno nunca se hubiera podido imaginar que estaba involucrada en un devastador divorcio y una batalla por la custodia de sus hijos. Sin embargo, alguien lo sabía: una ex vecina, una cristiana que ahora vivía en una ciudad alejada. Como estaba preocupada por Stacey, la animó a que visitara su iglesia.
Unas semanas después, Stacey, sola y algo indecisa, vino a la iglesia College por primera vez. Cuando el personal pastoral caminó hacia la plataforma para comenzar el servicio, Stacey reaccionó. ¿Qué está haciendo ese «señor simpático» que viene a Starbucks con su esposa en la plataforma? Cuando ese «señor simpático» se puso de pie para orar y predicar, ella escuchó como nunca lo había hecho antes.
A la mañana siguiente, Stacey nos saludó con aún mayor energía que la usual. Nos contó sobre la sorpresa que se llevó cuando descubrió que mi esposo era un pastor. Nos preguntó si yo me podría reunir con ella, ya que tenía preguntas acerca de la Biblia. Estábamos contentísimos.
La ex vecina de Stacey nos llamó para decirnos que ella estaría orando por nosotros. Mucho tiempo antes de que la conociéramos a Stacey, Dios ya había estado obrando en su vida para prepararla. Ella estaba lista para escuchar las buenas nuevas del Evangelio y recibir a Cristo como su Salvador.Y así lo hizo.
Con su conversión, Stacey comenzó una nueva forma de vida. Su fe en las buenas nuevas del Evangelio se ha convertido en el centro de su vida. Ella es una devota estudiante de la Palabra de Dios. Su talento como mamá refleja su deseo de ayudar a que sus hijos crezcan en piedad. Después de su compromiso con su familia, lo que más valora Stacey es su ministerio a los estudiantes de la escuela intermedia. ¡Ella halló vida misma en el Evangelio!
Pero no todas las personas que profesan ser cristianas atesoran el Evangelio con el mismo entusiasmo y tenacidad. Para algunos, el cristianismo es sólo una parte de sus atareadas vidas. Tienen sus empleos, sus grupos de autoayuda en el YMCA, sus horas de gimnasia, ah, y su vida espiritual también. Otros ven a su experiencia cristiana como un recuerdo: «el día que dije ‘la oración’ o ‘me acerqué al altar’ o ‘me uní a la iglesia’».
Para muchos, el cristianismo es un boleto al paraíso. Ellos desean la garantía de que todo va a estar bien cuando se mueran, pero no desean tomarlo con demasiada seriedad ahora.
Muchas familias acoplan al cristianismo como una parte del paquete de su estilo de vida. Disfrutan la atmósfera íntegra que brinda la iglesia, la buena enseñanza moral para los niños, las cenas en conjunto, y las reuniones de mujeres.
Ninguna de estas últimas opiniones sobre el Evangelio es lo real; ninguna ve al Evangelio como lo revela la Biblia. El Evangelio de Jesucristo es implacable en su búsqueda de convertir a todas las áreas de nuestro corazón y de nuestra vida. El Evangelio lo abarca todo. Es en realidad la única fuente para una vida piadosa. Busquen en todas partes, y no tendrán más que, con suerte, autoreforma y, con mala suerte, idolatría.
¿Desean ser mujeres piadosas? Dado que intentamos discutir las muchas, muchas áreas de la vida de una mujer que son moldeadas e informadas por el Evangelio, ¡debemos saber lo que es este Evangelio y creerlo! Luego, como nuestra amiga Stacey, debemos estar preparadas para convertirlo en el centro de nuestra vida.
¿QUÉ ES EL EVANGELIO?
Recientemente, un grupo diverso de mujeres de nuestra iglesia (jóvenes y mayores, casadas y solteras, viudas y divorciadas) se reunieron para estudiar cómo influye la fe en el Evangelio a la forma en que vivimos. En la primera sesión, les pedí que escribieran una respuesta clara a la pregunta: «¿Qué es el Evangelio?»
Sencillo, ¿verdad? La respuesta debería caerse de nuestros labios como el abecedario. ¡No! Todas estas mujeres creyentes y piadosas tuvieron dificultad para componer una definición clara y sucinta del Evangelio. ¡Fuimos humilladas! Algunas mujeres escribieron páginas enteras describiendo cómo convertirse al cristianismo. Otras describieron técnicas de evangelización. Algunas enumeraron los beneficios del Evangelio. El Evangelio en sí se perdió en esa gran neblina de palabras.
Cuando les preguntamos a la gente cómo saben que son cristianos, a menudo contestan: «Porque lo acepté» u «oré» o «caminé hacia el frente». ¿Notan el uso del «yo»? Todas estas respuestas le dan preeminencia a lo que la persona ha hecho. Esa es la raíz de la confusión general acerca del Evangelio. ¡El Evangelio trata sobre lo que Dios ha hecho!
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