Al final del sermón en la montaña, Jesús les encomendó a sus seguidores que oraran con tenacidad: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7.7). Las palabras de Jesús en realidad dicen: «Sigan pidiendo, y se os dará; sigan buscando, y encontrarán; sigan llamando, y se les abrirá». Tal tenacidad es lo que Pablo tenía en mente cuando dijo: «Manténganse alerta y perseveren en oración». Dios responde la oración persistente.
La oración intercesora
El quinto aspecto de la oración es la oración intercesora: «por todos los santos», lo que significa, por los creyentes en Jesucristo. Mi forma favorita de orar es utilizando las oraciones que se encuentran en la Biblia. Ellas me permiten orar por otros de una manera en que yo no podría hacerlo. Algunas de éstas son Efesios 1.17-19 y 3.16-19, Filipenses 1.9-11, y Colosenses 1.9-10.
Las oraciones de petición por otros aportan gracia a nuestra vida. Por ejemplo, pocas personas saben que los estupendos logros de William Carey en india fueron alimentados por su hermana que estaba postrada en cama, quien oró por él por más de cincuenta años.
CÓMO HACER PARA QUE TENGA LUGAR LA ORACIÓN
La guía con los cinco aspectos de la oración petitoria es hermosa: oración en el Espíritu, continua, variada, persistente, e intercesora. Es muy sencillo sentirse desafiadas y motivadas, pero para poder lograr que esto ocurra en nuestra vida, tenemos que ser prácticas.
Una de las cosas que hago para orar por personas aparte de mi familia inmediata es utilizar el boletín de la iglesia. Cada semana enumera los enfermos, los que han sufrido la pérdida de un ser querido, los misioneros presentados semanalmente, y las necesidades presupuestarias de la iglesia. El boletín sirve como una magnífica lista de oración completa y al día.
Laura Klenk era una devota persona de oración. Su nuera me dijo que su método era simple. Cuando ella se enteraba de alguna necesidad, la escribía en su lista de oración. Esta lista consistía en varias hojas de papel largas y angostas (alrededor de tres por doce pulgadas) que cabían fácilmente en su bolso. Ella le agregaba continuamente páginas, abrochándolas a la lista ya existente. Muy de vez en cuando quitaba alguna página. Con el tiempo, su fajo de páginas tenía sus esquinas dobladas y bien gastadas.
Ella pasaba con regularidad muchas horas en oración silenciosa en su casa, hojeando su lista. A menudo, cuando la visitaba su nuera, Laura estaba sentada, con la Biblia y la lista de oración en sus manos. Ella mantenía la lista en su bolso de modo que estuviera siempre a mano, aprovechando el tiempo que pasaba esperando en diversos lugares (tal como el consultorio del médico). Si alguien le pedía que orara, esa persona podía estar segura de que ella iba a orar. Y nunca dejaba de darle seguimiento a ninguna de las peticiones, preguntando cuáles podrían haber sido los resultados de sus oraciones. Ella realmente buscaba las respuestas y acciones de Dios y se deleitaba cuando veía su obra, la cual muchos de nosotros podríamos haber pasado por alto.
Las oraciones de las mujeres cristianas deberían incluir a su familia. Es necesario hacer una lista con lo que nos preocupa acerca de los miembros de nuestra familia. De lo contrario nos es fácil dejar de orar por los detalles, y orar una oración general tal como: «Señor, por favor bendice a Susie».
Mi lista de oración aplaca mi mente agitada, y me ayuda también a orar no sólo por lo que es importante para mí, sino también por lo que es importante para aquellos que me han pedido mis oraciones.
Además de su lista de oración, el siguiente obsequio que pueden darle a su vida de oración es un poco de paz y quietud, lo cual es un verdadero desafío en esta época infestada por los medios de comunicación. Elijan una situación que funcione para ustedes. Elijan un lugar donde no tendrán distracciones. Esto es mucho más sencillo para mí (ahora que mis hijas se han ido ya de mi casa) que para mis hijas que tienen varios niños pequeños a su cuidado. Pero es posible aun para ellas. A veces, nuestras mejores oraciones se producen cuando estamos levantadas en el medio de la noche con nuestros pequeñitos. No hay duda de que tenemos sueño, ¡pero la casa está siempre en silencio! El tema es: cuando existe la voluntad de hacerlo, encontraremos la forma de lograrlo.
Traten de orar cuando estén más alertas. Si son personas trasnochadoras, oren antes de irse a dormir. Pueden descubrir que necesitan algún tipo de preparación: una ducha y una taza de café, por ejemplo. Simplemente asegúrense de que su mente esté totalmente entregada a la tarea.
No maten su vida de oración con algún compromiso legalista a orar por un período de tiempo largo y predeterminado. A menudo, las mejores oraciones son breves y apasionadas. Hagan que sus oraciones sean frecuentes y fervientes, como lo ha sugerido Martín Lutero. 18
LUCHEN POR LOGRARLO
Las Confesiones de San Agustín revelan que sus primeros años no ofrecieron indicio alguno del magnífico cristiano que sería algún día. Todo indicaba que el joven brillante se convertiría en un profesional disoluto, probablemente como abogado o como académico. Cuando era un estudiante de diecisiete años, se consiguió una novia que vivía con él, y quien compartió su lecho durante una década y con quien tuvo un hijo ilegítimo. Intelectualmente, Agustín no abrazó al cristianismo sino a la herejía popular de esa época, la cual reclamaba con petulancia reconciliar la filosofía y la religión. A la edad de veintitrés años, mientras estaba enseñando retórica, Agustín escribió un libro con un título que suena hoy como algo propio del siglo veintiuno: On the Beautiful and the Fit (De la belleza y la forma). Agustín estaba lejos de ser un candidato para la iglesia y mucho menos para la santidad.
Pero Agustín tenía algo muy especial a su favor: su madre Mónica, una mujer de una inmensa fe y oración persistente. Sus oraciones lo persiguieron desde el norte de África a Roma y luego a Milán, donde tuvo una profunda conversión. Agustín pasó a ser el teólogo más importante de los primeros siglos de la iglesia.
Cuando Mónica murió, él expresó así su dolor: «Lloré por mi madre... la madre que por un tiempo estuvo como muerta ante mis ojos, quien había llorado por mí durante tantos años, para que yo pudiera vivir ante Tus ojos» (traducción libre). 19
Un miembro de nuestra iglesia, Marilee Melvin, escribió en el boletín informativo de nuestra iglesia sobre la dependencia de su madre de la oración:
Recuerdo una noche cuando me pidieron que ayudara a servir la cena. Papá estaba de viaje, y mamá, embarazada de siete meses y cuidando a cinco niños con edades que oscilaban entre los dos y los nueve años, estaba sirviendo la comida que yo más odiaba: frijoles con fiambre de carne de cerdo... Me quejé en voz alta de la cena, y mamá desapareció de la cocina. La llamé para poder encontrarla, pero no obtuve ninguna respuesta... Algo me llevó al sótano, donde por fin la encontré en el cuarto de la caldera. Estaba completamente oscuro, y ella estaba llorando. Al ver a su pequeña de siete años allí parada temerosa, se enjugó las lágrimas y me dijo que ella necesitaba venir a orar para tener más fuerza. Esa temprana imagen de mamá como intercesora y suplicante llena mi mente y mi memoria ahora con su patetismo y su verdad. En lugar de gritar enojada ante mi insensibilidad infantil, ella se retiró para pedir refuerzos de su Padre celestial, disponibles en abundancia para ella que los pedía (2 Corintios 9.8). 20
¡Esta disciplina es un llamado a esforzarse! La oración es un trabajo, no un deporte. No es algo que hacemos si lo deseamos o sólo si sabemos cómo hacerlo bien. 21No será fácil. Aunque hayamos fracasado en el pasado, no dejemos de intentarlo. Confesemos nuestro fracaso a Dios y luego disciplinémonos para comenzar algo nuevo. ¡Ésa es la voluntad de Dios en el Evangelio!
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