En Europa, el poder del clero está disminuyendo porque cada vez menos fieles frecuentan las iglesias, que les parecen poco atractivas. “Muchos lugares de culto se habían convertido en museos, incluso en albercas”.170 Obviamente, esta indiferencia religiosa no la comparten los musulmanes, ya que el número de mezquitas está creciendo. En las ciudades europeas conviven católicos, protestantes, ortodoxos, musulmanes, budistas, judíos, etcétera. Este mosaico religioso es el resultado de los grandes movimientos migratorios de las últimas décadas, que ha sido posible sólo por la comprensión y tolerancia que permiten la convivencia pacífica de tantos grupos religiosos diversos. Pero en casi todas las comunidades religiosas hay fanáticos que recurren a la violencia, y hoy, particularmente en el islam. El imam egipcio, quien representa a los musulmanes en el torneo religioso, confiesa que en su juventud había apoyado a los Hermanos Musulmanes porque estaba lleno de odio contra la “colonización cultural y económica de occidente”,171 de la cual era víctima su país. Pero con el tiempo se hizo más sabio y tolerante. Ahora, para él, el concepto clave del islam es la palabra salam172 que significa paz. Se olvidó del odio y cada vez se fascina más por la belleza de Alá y del Corán que, como muchos, considera una obra llena de poesía.
Al final del torneo se pide a los participantes resumir la esencia de su religión en dos palabras claves. Para el islam, misericordia y sumisión son lo más importante. Estos preceptos están muy alejados de la guerra santa y la rebelión que pregonan los salafistas. En realidad todas las religiones deberían ser pacíficas, aunque no siempre los son. Por eso, el rey no escoge ninguna para su pueblo. Al principio del torneo alguien del pueblo insulta al ateo porque no cree en Dios y lo sacan inmediatamente de la sala. De esta manera enseña el rey que la tolerancia es la base de toda convivencia pacífica.
Con el libro El rey, el sabio y el bufón, el pastor reformado de Lausana, Shafique Keshavjee, invita a la libertad religiosa y al diálogo, ya que todas las religiones tienen su verdad y nos enriquecen. No debemos dejarnos cegar por los dogmas que pretenden ser verdades absolutas, señala. El mundo moderno, con tanta diversidad cultural, solo puede vivir en paz basándose en la tolerancia y libertad religiosa para creyentes y ateos.
Orhan Pamuk. La historia y el radicalismo islámico desde la mirada de un nobel turco
Orhan Pamuk se dio a conocer en los países de habla española en el 2003, cuando se publicó en Madrid la traducción de Me llamo Rojo,173 una novela de más de 700 páginas. La difusión de este libro en México empezó en el año 2004, cuando se publicó en la colección de bolsillo Punto de Lectura y sobre todo a raíz de la obtención del Premio Nobel de Literatura en 2006. No hay duda de que se trata de una novela extraordinaria que nos introduce a un mundo oriental que hasta hace poco nos era incomprensible.
Turquía es el puente entre el mundo occidental y oriental, entre el hemisferio cristiano y el musulmán. La religión de los turcos es el islam y su cultura tradicional se nutre de la árabe, pero el estado turco es laico desde que Kemal Ataturk empezó a gobernar en 1923, cambió el alfabeto árabe por el latino y transformó Turquía en un país moderno orientado culturalmente hacia el occidente. En Turquía conviven, todavía en conflicto, la vieja cultura musulmana y la moderna occidental. Orhan Pamuk conoce ambas perfectamente, lo cual se muestra en su novela histórica Me llamo Rojo, donde describe la vida de Estambul a principios del siglo xvii. Es difícil caracterizar esta novela, que gira alrededor de la pintura pero incursiona necesariamente en la filosofía y la teología para explicar la visión artística de los musulmanes. Tema central es también el amor, que trata siguiendo la estructura de una novela policiaca.
Este libro para lectores modernos se nutre de las tradiciones árabe y musulmana. Nos describe la influencia de la pintura occidental de los venecianos en la obra de ilustradores musulmanes. Sabemos que Mahoma prohibió la reproducción pictórica de rostros humanos, regla que no siempre fue respetada. En la estructura percibimos la influencia de Las mil y una noches y de otros libros de cuentos árabes tradicionales. Y así como a los orientales les gusta contar historias, Pamuk desarrolla su novela desde la perspectiva de una veintena de personajes, cosas o animales, como, por ejemplo, una moneda de oro o un caballo. Combina con gran maestría los elementos mágicos orientales con el realismo de la literatura occidental; de manera que podemos concebir este libro como un puente entre la literatura oriental y occidental; igual que su autor, quien se presentó en una entrevista como un puente sobre el Bósforo, este estrecho de mar que separa las partes europea y asiática de Estambul.
El libro inicia con la narración de ultratumba de la víctima de un asesinato, quien aún no puede ingresar al cielo por no haber sido sepultado. Este asesinato se aclara al final de la novela. La mayoría de los personajes elaboran manuscritos para el sultán, quien es propietario de bibliotecas valiosísimas y quiere que sus ilustradores eternicen su fama. Uno de ellos pretende la mano de Seküre, una joven viuda e hija de su maestro. Entre Negro y Seküre se desarrolla una intriga amorosa que nos mantiene en suspenso hasta el final, igual que el enigma de la identidad del asesino.
Se sospecha que el asesino es un ilustrador. Tal vez podría ser identificado por su estilo pictórico, porque en la pintura se están preparando innovaciones incompatibles con la ley islámica. Algunos se dejan seducir por los artistas franceses que reproducen la vida real y no ideal. Los turcos y los persas rechazan el realismo porque quieren pintar el mundo no como es, sino como debe ser según la voluntad de Dios. No copian caras individuales como lo hacen los maestros francos, porque sus retratos son la creación de bellezas ideales vistas desde un ángulo divino: “¿Es el hombre una criatura tan importante como para pintar hasta su sombra con todo detalle?”,174 pregunta uno de los ilustradores y critica la técnica de la perspectiva inventada por los italianos desde un punto de vista teológico: “Si se pintan las casas de una calle cada vez más pequeñas como las ven erróneamente los ojos de los hombres, ¿no se colocará en el centro del Universo al hombre en lugar de Dios?” Uno de los grandes ilustradores del sultán tuvo el descaro de utilizar “el estilo de la perspectiva” en su última ilustración. “En ella, como hacen los francos, las cosas estaban pintadas no según la importancia que tienen en la mente de Dios, sino tal y como las ven nuestros ojos. Aquello era un terrible pecado. El segundo pecado era pintar a Nuestro Sultán, el califa del islam, del mismo tamaño que un perro”. Había hecho un retrato realista del sultán y eso para los buenos creyentes es “la mayor blasfemia de todas”,175 porque solo los idólatras hacen estas cosas. Pero este sultán tan atrevido se muere pronto; su sucesor despide a todos sus ilustradores y ya nadie se dedica a hacer retratos realistas prohibidos por el Corán. La modernización del Occidente finalmente no se introduce en Oriente. Se considera que las artes y la tecnología son una amenaza para la fe pura. No hay que permitir que el hombre se independice de Dios basándose en criterios propios que no se derivan de la revelación divina.
Durante la Edad Media, en el Occidente tampoco se aplicaba la técnica de la perspectiva. Los pintores piadosos reproducían en sus cuadros las figuras del Evangelio no como las veía el ojo humano, sino de acuerdo con su importancia. Así, por ejemplo, Cristo como hijo de Dios, tenía un tamaño mayor que sus discípulos.
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