Goethe y Herder son personas ilustradas abiertas a las más diversas corrientes culturales del mundo. Para Goethe, como poeta y panteísta, la literatura del islam le atrae más que la religión, a la cual respeta igual que al judaísmo y cristianismo. No hay duda de que la cultura islámica lo fascinó y tuvo un gran impacto en su obra.
Annemarie Schimmel, mediadora entre las culturas islámica y cristiana
Annemarie Schimmel es, sin duda, en Alemania, la especialista más destacada en la religión islámica y la cultura musulmana en general. Nació en 1922 y desde su infancia ya se interesaba por la cultura del islam. En 1939, empezó a estudiar árabe en Berlín y posteriormente persa y turco. Como alumna de destacados orientalistas alemanes, le atrae particularmente la literatura de los sufíes, la corriente espiritual. Entre sus libros destaca uno sobre el poeta místico Rumi, quien escribió en lengua persa durante el siglo xiii. Schimmel publicó en 2002, a la edad de ochenta años, su libro Siguiendo la huella de los musulmanes. Mi vida entre dos culturas,153 editado por Herder en Friburgo. No se trata de una autobiografía, sino una larga entrevista realizada por dos orientalistas jóvenes.
En este libro quiere explicarnos diversos aspectos interesantes de la cultura islámica que tanto admira. En la contraportada cita a Roman Herzog, antiguo presidente de Alemania, quien dijo: “A la larga, es imposible la convivencia si no nos conocemos mutuamente. Con respecto al islam, Annemarie Schimmel hizo posible esta comprensión”.
La carrera universitaria de Schimmel es poco convencional. Después de terminar la formación de investigadora en Marburg como orientalista y especialista en ciencias de la religión, no puede conseguir una plaza definitiva en una universidad, porque el gremio de los orientalistas no quiere abrirse a las mujeres. Pero la Facultad de Teología Islámica de la Universidad de Ankara le ofrece la cátedra Historia Comparada de las Religiones, lo que le permite estar en estrecho contacto con estudiantes musulmanes durante cinco años. Schimmel queda impresionada con la tolerancia de los musulmanes turcos.
Curiosamente obtiene más apoyo fuera que dentro de Alemania. A nivel internacional se hizo famosa como orientalista gracias a una plaza de profesora en la Universidad de Harvard. También impartió cursos en la Universidad de Bonn; pero sus colegas alemanes no la valoraron, por lo menos al principio, porque ella no se limitaba al estudio de temas clásicos del islam, sino que extendió sus investigaciones a aspectos de la cultura musulmana actual.
Sus frecuentes viajes y largas estancias en países musulmanes le permitieron conocer al islam por experiencia propia y no solo a través de los libros clásicos. Schimmel había recibido una educación protestante que le permitió conocer a fondo la Biblia. Es una mujer religiosa, pero su fe cristiana no le impide admirar al islam. Así, señala, por ejemplo, en una entrevista: “Lo que realmente me fascina del islam es la fe, la entrega absoluta. El verdadero islam para mí es maravilloso. Justo en este momento, en el cual somos cada vez menos cristianos y nos alejamos cada vez más de la religión, me doy cuenta de que precisamente este aspecto del islam me atrae realmente”.154
Para Schimmel, el islam no es solamente un objeto de estudio, sino una religión y una cultura por la cual siente gran simpatía. A diferencia de la mayoría de sus colegas no examina la literatura de los musulmanes con el interés distante de un arqueólogo, sino de manera apasionada.
Como orientalista, además de realizar estudios importantes sobre literatura árabe, turca y persa, también se hizo famosa como traductora. “Traducir es como pasar con barco de una orilla a otra. Utilizo con frecuencia la imagen de un puente. Como traductores pertenecemos a las dos orillas y tratamos de establecer una comunicación: Ese es, en apariencia, el sentido original de la traducción”.155 El Corán, siendo uno de los libros más difundidos, tiene diversas traducciones a todos los idiomas. Schimmel comenta ampliamente las numerosas dificultades a las cuales se enfrenta un traductor de un libro sagrado. Además de un conocimiento teológico amplio, se requiere sensibilidad de estilo, porque es también un libro con valor literario. Para ella, por desgracia, la mayoría de las traducciones del Corán al alemán son poco satisfactorias.
Los especialistas suelen discutir si es conveniente traducir la palabra Alá por Dios o dejar el término original. Schimmel piensa que es necesario traducirlo para no ocultar los orígenes comunes del islam, cristianismo y judaísmo. Las tres religiones son monoteístas y adoran al único Dios existente. La autora ilustra esta cuestión con una anécdota: un diputado federal exigió que se prohibiera a los musulmanes traducir Alá por Dios, porque, según él, el Alá de los musulmanes solo era un ídolo que nada tenía que ver con el Dios cristiano. A este diputado ignorante luego se le explicó que también los cristianos árabes utilizaban el término Alá, cuando se referían a Dios.
En una parte de la entrevista se ocupa del tema de los velos utilizados por muchas mujeres musulmanas. Como buena protestante, Schimmel conoce muy bien la Biblia y cita al respecto el capítulo 11 de la primera carta a los corintios, donde san Pablo dice que la mujer tiene que cubrir la cabeza. Pero con excepción de algunas monjas, hoy día ya nadie sigue esta recomendación. En el siglo vii, cuando vivía el profeta, este obligaba a sus esposas a cubrirse la cabeza como señal de distinción, porque así no podían ser confundidas con sus esclavas que enseñaban sus caras a todo el mundo. En ese tiempo, las señoras de la alta sociedad hacían lo mismo que las esposas de Mohammed. Actualmente muchas mujeres musulmanas siguen esta costumbre del siglo vii para manifestar su identidad musulmana. Son, sobre todo, las que no se han integrado por completo en la sociedad occidental, y buscan formar parte de un grupo religioso y cultural diferente.
Schimmel, quien vivió muchos años en Estados Unidos, señala que allí los musulmanes se integran fácilmente a la sociedad norteamericana porque son personas con un alto nivel cultural. En Alemania, en cambio, la inmensa mayoría de los inmigrantes musulmanes son campesinos que vienen directamente de su pueblo y no saben cómo actuar. Lo que hace falta es el conocimiento mutuo entre cristianos y musulmanes; y con buena voluntad, ambas religiones y culturas podrían entenderse muy bien. Esta comprensión mutua es necesaria, porque hoy día, musulmanes y cristianos conviven juntos en muchos lugares. Sorprende que sea esta mujer quien, en los ámbitos alemán y anglosajón, tenga tantos méritos con respecto al intercambio cultural entre el occidente cristiano y el oriente musulmán. La obra de Annemarie Schimmel es el resultado de una vida significativa entre dos culturas.
Eugen Drewermann y el islam. Un acercamiento teológico
Judaísmo, cristianismo e islam son tres religiones emparentadas con un origen común: Abraham. Los musulmanes reconocen a Jesús como a un gran profeta, pero no como hijo de Dios. El dogma cristiano de la Trinidad divina es rechazado tanto por los judíos como por los musulmanes, porque ven en ello una invitación a adorar tres dioses y es considerado idolatría.
Eugen Drewermann, un famoso teólogo católico alemán, nos ofrece en su libro ¿Tiene esperanza la fe? Sobre el futuro de la religión a principios del siglo xxi156 una introducción al islam subrayando sus aspectos positivos. El autor hace hincapié en la herencia cristiana y judía del islam, porque Mahoma reconoce a Abraham, Isaac, Moisés y Jesús como grandes profetas y declara que él es el último de todos los profetas y no Jesús, como afirman los cristianos. No necesariamente hay una contradicción entre el cristianismo y el islam, porque ambas religiones tienen muchos puntos en común; pero la oposición entre ambas se debe a que cada una pretende ser única y verdadera. Esto ha causado numerosos conflictos desde la fundación de la religión musulmana en el siglo vii hasta nuestros días; desde la conquista de todo el norte de África y la península ibérica por las tropas musulmanas, hasta los enfrentamientos actuales entre fundamentalistas del islam y los países cristianos del occidente. Pero Drewermann muestra que tales luchas no se justifican, porque durante varios siglos, sobre todo durante la Edad Media, se dio una compenetración de las culturas islámica y cristiana. Se debe a los árabes que muchos textos de la antigüedad grecolatina llegaran a las bibliotecas medievales; y que gracias a ello, santo Tomás de Aquino pudiera desarrollar su filosofía escolástica. La teología de Santo Tomás se inspira en la filosofía del árabe Avicena (+1037) que se basa en la idea y experiencia de Dios tal como la vemos en el Corán. En el libro sagrado de los musulmanes encontramos tendencias antimíticas de una racionalidad ilustrada. Drewermann subraya la claridad del Corán cuando explica las características de Dios de una manera comprensible para todos. En cambio, algunos dogmas cristianos, como el de la Santa Trinidad, no pueden ser explicados racionalmente y los fieles se ven obligados a aceptarlos sin entenderlos.
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