Primera edición en MINIMALIA, abril de 2010
Director de colección: Alejandro Zenker
Cuidado editorial: Elizabeth González
Coordinadora de producción: Beatriz Hernández
Coordinadora de edición digital: Itzbe Rodríguez Ciurana
Viñeta de portada: Mauricio Morán
Para la realización de este proyecto se recibió el apoyo económico del
Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Programa
de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales, emisión 2009.
© 2010, Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V.
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ISBN 978-607-8312-04-7
Hecho en México
Índice
Gustavo Sainz: el novelista como operador de los discursos, por Evodio Escalante
Prostituyendo a la juventud
Página cinco, enmarcado con diferente título...
La gente
Tres temas
En voz alta
La gente
Cartas de nuestros lectores
Acuse de recibo
Figuras, figurines, figurones
Cartas del público
Aeropuerto
Cartas al Director
Este proyecto narrativo es para Carlos Fuentes, quien una vez describió
a los novelistas como hermanos de Luzbel, es decir, curiosos, tentadores
y condenados. También es para Gabriel Careaga y Jorge Aguilar Mora,
tan lejos, y para Alessandra Luiselli, Claudio y Marcio Sainz, tan
cerca, y está dedicado a todos ellos con el respeto y la admiración de este
aprendiz de curioso, de tentador, de condenado.
…mi historia,
¿son las historias de un error?
La historia es el error.
La verdad es aquello,
más allá de las fechas,
más acá de los nombres,
que la historia desdeña:
el cada día
—latido anónimo de todos,
latido
único de cada uno—,
el irrepetible
cada día idéntico a todos los días.
La verdad
es el fondo del tiempo sin historia.
Octavio Paz: Nocturno de San Ildefonso
¿Por qué habías de contarnos sólo lo que ya sabemos, sino revelarnos lo que aún ignoramos?, ¿por qué habías de describirnos sólo este tiempo y este espacio, sino todos los tiempos y espacios invisibles que los nuestros contienen?, ¿por qué, en suma, habías de contentarte con el penoso goteo de lo sucesivo, cuando tu pluma te ofrece la plenitud de lo simultáneo?
Carlos Fuentes: Terra Nostra
…¿Qué decir de la Historia si es licencia poética
decir que se repite, que el incesante error
de los vencidos se repite, que el Poder del Imperio se repite?
Algo hay, yo te diré
que te conduce a afirmar el pasado y a repetir un acto equivocado
para sentir que existes /porque eres desdichado por ejemplo/
y es inútil el acto, pero no obstante obligado
de repetir, pudiera ser que en el siguiente ciclo
se abran las puertas de la justicia
o de la paz.
Rodolfo Hinostroza: Gambito de rey
Gustavo Sainz: el novelista como operador de los discursos
Evodio Escalante
¿Qué es la literatura? Un mustang
sin problemas de estacionamiento.
Gustavo Sainz
Lo primero que surge durante la lectura de A la salud de la serpiente (México, Grijalbo, 1991) de Gustavo Sainz, es la pregunta por el género: ¿es esto una novela? Claro que no, es mucho más que eso. Es un espléndido retrato generacional, es un mantra liberador y acerca de la liberación, es una reflexión acerca del arte del siglo xx, es un ajuste de cuentas con la llamada novela de la onda, es el primer texto totalizante acerca del movimiento del 68 que funciona por sí mismo, sin necesidad de andaderas; es un retrato del artista como perro joven, es un collage discursivo que pone a prueba la noción de autor, es una bomba de tiempo colocada en las entretelas del sistema, es un monumento erigido a la presencia ubicua de Jorge Luis Borges y otras personalidades que lo acompañan, es una novela (sexual) amorosa, es una carta de amor para los cuates de hoy y de siempre, es una denuncia del aparato político mexicano, es una evocación de Octavio Paz, José Revueltas y Carlos Fuentes en su momento de mayor gloria: cuando eran los líderes espirituales de un amplio movimiento de rebelión juvenil. Pero cualquier intento de inventario está condenado a quedarse corto. A hacer corto circuito, mejor: a hacerse circuito corto. El texto de Sainz chisporrotea y escapa a los inventarios. Es un sentido homenaje a James Joyce, es una demostración de que también se puede escribir con las tijeras (y con un poco de Pritt), es una celebración de la juventud, es un sonoro escupitajo sobre la idea de nacionalismo, es una glorificación del cine como arte de nuestro tiempo, es una aventura a fondo de los terrenos de la vanguardia. ¿Necesito agregar algo?
No todos los días aparece un garbanzo de a libra. A la salud de la serpiente es, para mí, un garbanzo de a libra, tanto más valioso en cuanto menos previsible. Cuando uno pensaba que el 68, al menos en la literatura, se había quedado pasmado, surge este texto que incorpora con naturalidad, como parte de su propia respiración, la rebelión juvenil de esa década. Si dejamos de lado a David Martín del Campo con Esta tierra del amor y a Agustín Ramos con Al cielo por asalto, se diría que toda una generación de novelistas fracasó con la papa caliente del 68. Palinuro de México, que es un libro extraordinario de un narrador idem, mete con calzador los sucesos de Tlatelolco y, por supuesto, en ese punto no convence. Si muero lejos de ti, de Jorge Aguilar Mora, intentaba un procedimiento oblicuo: contar el 68 desde la perspectiva de una banda de halcones, con una enana afásica de por medio, con resultados que a la distancia se antojan pírricos. Fue necesario esperar 20 años para que el movimiento del 68 nos entregara, por fin, y por este conducto, una obra maestra. Un libro realmente imprescindible.
La noción de novela y la de autor, las dos juntas, estallan con este nuevo libro de Sainz. Ni la novela es más novela ni el autor es más autor. He aquí lo interesante del asunto. Sainz nos entrega con este libro lo que a mí me gustaría llamar un vehículo narrativo, un vehículo que impone sus reglas de viaje a los lectores, y que más que proponer una estancia o una habitación, lo que receta es un viaje en un tobogán que pasa por mil lugares sin hacer escala en ninguno, ejemplo de una movilidad pura que hechiza al lector y que virtualmente podría continuar hasta el infinito. Por otro lado, periclitada la imagen romántica del autor como un inspirado o un poseído por las musas, oxidado el concepto de la originalidad creadora, Sainz se revela en este texto ni más ni menos que como un conductor. Por un lado, es el conductor del vehículo narrativo: él ha invitado al viaje y ha fijado el itinerario; por otro, también es conductor en el sentido que adopta el término en la electrónica: un cierto material cuya función es dejar pasar. Como una parabólica, Sainz detecta todos los discursos, los pone en lista de espera, y luego los deja fluir. Los conduce del limbo estratosférico en que se encontraban, algún oscuro rincón del tiempo, y los trae hasta nuestra azorada pantalla de espectadores mudos, sin palabras.
Sainz o el operador de los discursos. A la salud de la serpiente tiene una estructura específica en la que es necesario reparar. Cada capítulo está formado por tres sectores delimitables sin mayor problema: a) por un discurso ajeno, tomado de los periódicos; b) por un monólogo del narrador, quien siempre se refiere a sí mismo usando la tercera persona del singular; y c) por una vuelta del discurso ajeno, integrado esta vez con cartas de los amigos. El discurso de los otros, sea el de la prosa periodística, sea el de esas cartas de los cuates, enmarca y sitúa, por decirlo así, el discurso del narrador. Primer síntoma de una crisis yoística. La palabra la tienen los otros. El autor no es de ningún modo un comienzo, un incipit de la textualidad, sino acaso su eslabón último y provisional.
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