La religiosa hizo un breve resumen de lo sucedido la noche que había conocido a Tarik y la situación en la que ahora se encontraba. También le contó sobre el mensaje que le había entregado a Estere y la reacción que ella había tenido al recibirlo.
Por fin acabó sin más rodeos:
—Esto es lo que Tarik me ha dado para ti—dijo entregándole una bolsita de terciopelo azul. Al abrirla, Aisha observó que contenía un camafeo con un extraño diseño grabado artesanalmente.
La comandante miró el bonito colgante intentando no desvelar sus emociones. En verdad, no le encontraba ningún significado especial a ese regalo, más allá de que fuera un bonito presente de quien había sido su gran amor desde la infancia.
En su fuero interno, todavía existía una lucha de lealtades entre su pueblo y los recuerdos junto a Tarik. Pero cada vez se inclinaba más por seguir sus ideales y sabía que no podía permitirse otras emociones.
—No sé qué decirte, extranjera. No veo en este objeto ningún significado especial para mí, ni puedo caer en sentimentalismos. Te pido que te lo quedes tú si es de tu agrado—propuso Aisha, devolviéndole a Belén el inoportuno presente.
—De ningún modo—replicó la religiosa apartándolo con la mano—. Me apena que este regalo no signifique nada para ti, pero jamás podría quedármelo —explicó—. Ha sido una promesa que hice a quien me ha salvado la vida y por eso he atravesado cientos de kilómetros pensando que tendría alguna importancia para ti. Supongo que si Tarik me lo ha dado y ha sido enfático en que fuera en privado, es para que lo tengas por algún motivo que desconozco.
—Está bien —indicó cerrando la conversación Aisha—. Lamento que hayas hecho este viaje en vano. Guardaré el camafeo, pero no siento deseos de usarlo. Han pasado muchas cosas que me separan de Tarik desde que se enroló en los ejércitos del Estado Islámico. Creo que nuestras vidas siguen caminos irreconciliables.
—Comprendo—manifestó Belén un tanto decepcionada—. Imagino que debe de ser muy difícil comprenderlo, pero me gustaría agregar que las palabras de arrepentimiento de Tarik sonaban sinceras. Tanto es así, que me ha ayudado a mí, una supuesta infiel, a escapar, por sentirse apesadumbrado.
Aisha no dijo más palabra, pero asintió con la cabeza y entonces Belén prosiguió:
—Su propia madre me ha dicho que la carta que le he entregado ha sido reveladora. Tal vez ella pueda decirte algo más, que pueda ayudarte a comprender la situación o a entender el regalo. Lamento no saber cuál era el objetivo de este presente Aisha. Tal vez tiene un significado que solo puede comprenderse con el tiempo.
—Quizás—murmuró Aisha—. Pero aún no ha llegado ese momento—cortó la joven guerrera—. Por eso, si no hay nada más para agregar, te pido le digas a Estere que pase. Me gustaría hablar a solas también con ella.
—Claro, como gustes—accedió la religiosa, despidiéndose con una inclinación de cabeza.
Estere entró a la tienda de campaña donde estaba Aisha y ambas mujeres se perdieron entre conversaciones y recuerdos.
Belén caminó hacia el lugar que les habían asignado para descansar y comenzó a orar pidiendo armonía para las almas que le rodeaban.
La guerra era una situación que nunca podía ser justa. Ella sabía que el camino nunca podía ser el enfrentamiento, pero comprendía que era muy difícil transmitir ese mensaje en un campamento militar.
En ese momento, el cansancio pudo más que sus oraciones y cayó dormida bajo la luz de desconocidas estrellas.
CAPÍTULO 18
LA FÓRMULA
La actividad comenzó muy temprano en el campamento masculino de la Peshmerga. Aisha y el grupo de científicos partieron hacia el depósito de alimentos, donde se había improvisado un laboratorio. Momentos antes, Estere y Belén se despidieron para continuar con su viaje rumbo a Turquía.
Aisha, con autorización de Samira, les proveyó de algunos víveres y pidió que un soldado las acompañara hasta la frontera. Más tarde, Belén continuaría sola con su viaje hasta reencontrarse con su familia.
La comandante, tuvo que hacer un gran esfuerzo esa mañana para concentrarse en la investigación. Las conversaciones con su ex suegra le habían hecho recordar demasiadas cosas que no quería enfrentar. No obstante, la actividad del grupo de científicos era impostergable y ese día se extrajeron las primeras muestras para enviar a distintos laboratorios del mundo.
El mayor problema era que no había mucho tiempo para desentrañar el asunto. Había que trabajar en forma rápida y efectiva y aprovechar cada momento para obtener respuestas definitivas. De otra forma, sería muy tarde para salvar a millones de personas en el planeta. Cada vez más alimentos adulterados se estaban dispersando por más países, sin comprender por qué algunos reaccionaban como armas químicas y otros eran inofensivos.
Aisha consideraba que era difícil encontrar indicios investigando directamente en la comida, algo le decía que la clave debía estar en otro lugar. Lo que buscaba era un reactivo, alguna sustancia que tal vez en contacto con otro elemento pudiera convertir a los alimentos en explosivos. La hipótesis no parecía descabellada, después de todo, no se producía ningún daño mientras los productos estaban en sus envases originales, sino cuando eran abiertos.
Pensó en plantear su hipótesis al equipo; pero luego decidió que lo consultaría con Samira primero. Debía explicarle lo que había podido comprender de la conversación con el grupo de científicos americanos esa mañana.
Finalizada la jornada, llegó exhausta al campamento femenino.
Llegada la noche, cuando estaba quitándose la ropa para descansar, del bolsillo de su pantalón asomó el curioso camafeo de Tarik. Había olvidado que lo había dejado allí. Lo tomó nuevamente entre sus manos y lo volvió a observar, esta vez con más atención. En el exterior tenía un extraño dibujo de una rosa, una paloma y una media luna, pero lo que más llamó su atención fue que aquel objeto tenía un peso un poco exagerado para su tamaño y composición. El camafeo, evidentemente guardaba algo en su interior.
Por fin lo abrió y para su sorpresa, observó que dentro se encontraba un pequeño objeto protegido entre algodones y sellado al vacío. Debajo del mismo, había un rollito de papel y lo que parecía un pequeñísimo dispositivo electrónico.
Aisha estaba absorta con aquel descubrimiento. Así que empezó por desenrollar el papel y, para su asombro, el mismo no contenía una declaración amorosa de su ex prometido, sino una fórmula química compleja con lo que parecían algunas anotaciones técnicas.
A primera vista, no entendía lo que esos números y símbolos pudieran indicar. Aunque estaba claro que esto era algo que debía descifrar.
En el objeto algodonado percibió que también había algo más dentro del envoltorio, así que con un bisturí que tenía para realizar intervenciones en la enfermería, abrió con extremada cautela aquella suerte de capullo. En el interior encontró un minúsculo tubo, también sellado al vacío.
Su curiosidad era enorme, pero intuía que ese objeto contenía algo peligroso de abrir bajo condiciones que no fueran las adecuadas, ya que estaba dentro de una cápsula aislada térmicamente.
Probablemente allí se encontraba la clave, pero aún no entendía exactamente qué habría querido transmitirle Tarik, ni qué relación podría tener él con todo eso.
Seguramente en el pendrive se encontrarían las indicaciones a seguir.
La joven decidió que lo mejor era volver a guardar la pequeña cápsula dentro del envoltorio y dejar todo como lo había encontrado. Al día siguiente junto con Samira, decidirían qué hacer con el hallazgo.
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