Las numerosas vocaciones en la familia de Juan Bautista no aparecen como un fenómeno singular, incluso si ellas vienen a reforzar sensiblemente el peso de los La Salle en la contribución de esas familias a la Iglesia católica.
María Rosa toma el velo en San Esteban de las Monjas en noviembre de 1671, cuatro meses después del deceso de su madre33, Santiago José entra a la Congregación de Francia probablemente hacia 1676 y Juan Luis, después de obtener su doctorado en la Sorbona en 1693, toma posesión de una prebenda en el capítulo de la catedral de Reims el año siguiente. Que la devoción haya sido desarrollada con fuerza en los La Salle está fuera de duda, pero no es imposible que el deceso prematuro de los dos padres haya contribuido a orientar a una parte de sus hijos hacia las órdenes, incluso aunque tres de ellos, una hija y dos hijos, al final se casaran. No es raro que la historia de las vocaciones religiosas presente casos similares. Conviene también no equivocarse sobre la preferencia notoria de las vocaciones por ciertas órdenes o por ciertos establecimientos en esas familias. La espiritualidad o la forma de vida entran sin duda menos en juego que su prestigio, por una parte, y el peso de la familia, por otra. La abadía San Pedro las Damas recluta en la élite de la Champaña: meter a sus hijas allí contribuye al honor de la familia. Sucede lo mismo con el capítulo de la catedral o con las abadías de San Dionisio y de San Remí de Reims. No se puede decir esto de la Congregación de Nuestra Señora, de creación mucho más reciente, impulsada por el movimiento de la Reforma católica; sin embargo, al entrar en ella de manera metódica, estas familias la erigen en la vitrina eclesial de su propio capital social simbólico. Las tías también preparan allí la acogida de sus sobrinas.
Por el contrario, este grupo de familias, anclado con solidez en la notoriedad de Reims y de la Champaña, casi no se extiende más allá de sus horizontes. Algunos Moët, llevados por el fuerte apego de la familia a una nobleza que, en un tiempo, habría podido parecer dudosa, entraron en la carrera de las armas: Juan (1642-1700) como lugarteniente coronel en el regimiento de Dauphin y Juan Bautista (1664-1724) como lugarteniente coronel en el regimiento de Provenza. La corte permanecía aún muy lejana:
Antonio Frémyn (1559-1640) obtuvo el cargo de consejero ordinario y secretario de las casas, finanzas y órdenes de la reina María de Médicis, bajo la recomendación de la
duquesa de Guisa;
Nicolás Lespagnol (1617-1701) logró el de hombre noble de la duquesa de Orleans.
Felipe de Orleans y
Ana de Austria se declararon padrino y madrina de
Felipe Maillefer en 1654, con ocasión de la entronización de
Luis XIV, cuando la reina eligió domicilio en casa de
Juan Maillefer (Boussinesq y Laurent, 1933, pp. 68-70).
La formación
En la familia
Luis de La Salle heredó la casa de su padre Lancelot, quien murió el 10 de abril de 1651, unos veinte días antes del nacimiento de su nieto. Vivió allí desde su matrimonio y la pareja cohabitó con la abuela
Barbe Cocquebert hasta su desaparición el 12 de febrero de 1653. La casa —que aún existe hoy— estaba situada en la parroquia de San Pedro el Viejo, calle de la Chanvrerie, que después se convirtió en calle del Arbalète, en la parte más antigua de la ciudad, donde se concentraba la élite comerciante, oficial y administrativa. Muy próxima se encontraba la plaza de mercado de grano, conectada con la calle del mercado de caballos por la callejuela Orde; detrás de la casa estaban la plaza del mercado de telas, el tribunal y la alcaldía. Se necesitaban solo diez minutos para llegar a la catedral en el sur, a la Casa de las Monedas al norte, a la mercería al oeste, donde se realizaban las ferias. Llamada Casa del Campanario, la construyó en el estilo del Renacimiento, a partir de 1545, un mercader enriquecido en el negocio de las telas, Henri
Choilly; en 1609 la compró
Francisco de La Salle, el padre de Lancelot.
El testamento mutuo de Lancelot y de su mujer, con fecha del 9 de marzo de 1648, declaraba a
Simón de La Salle, su hijo mayor, único propietario de la casa, mediante una indemnización a sus dos hermanas y a su hermano Luis, a quien debía ceder el uso de las habitaciones necesarias cuando se casara. A la muerte de Barbe Cocquebert, Luis y su familia recuperaron las habitaciones que ella ocupaba y en junio de 1660 él le compró a su hermano toda la parte de la cual era arrendatario, que llevaba la insignia de la cruz de oro. Vimos que la revendió en mayo de 1664 para comprar una nueva vivienda a donde llevó a toda su familia el 24 de junio de 1665 (Poutet, 1970, t. I, p. 36). Después de Juan Bautista, siete de los otros once hijos e hijas nacieron en la Casa del Campanario. Casi no hay información sobre la vida cotidiana de la familia en esos lugares.
La primera instrucción de Juan Bautista tiene lugar en el marco familiar, lo que explica que casi no se puedan conocer detalles. El único testimonio es el de los primeros biógrafos; uno de los más creíbles quizás sea el de su sobrino Maillefer: «su padre […] le dio una educación conforme a su nacimiento […] Él formó esta joven planta bajo sus ojos y no perdió de vista a este niño hasta que alcanzó la edad de comenzar sus estudios» (Maillefer, 1966, CL 6, ms. 1723, p. 3). ¿En qué consistió esa primera educación? ¿Recurrieron sus padres a un preceptor? ¿No fue su madre quien se consagró a ello en lugar de su padre? ¿Tuvo un maestro de música, puesto que su padre tenía gran apego por este arte? Tantas preguntas que solo se pueden responder con hipótesis. Sin gran riesgo de error, es posible afirmar que él sabía leer, escribir y contar cuando entró al colegio, probablemente las bases de latín y su catecismo, las principales oraciones y el oficio de las horas, aprendido al lado de su abuelo Juan Moët, quien lo recitaba a diario34. No hay que olvidar tampoco, en el curso de estos años decisivos de la primera pequeña infancia, el papel que pudieron jugar las reuniones de familia35 en la casa La Salle o donde los padres de Nicole Moët y donde los tíos y primos de ambos lados. No se puede definir mejor que como lo hizo Y. Poutet la manera en que ellas pudieron contribuir a forjar las representaciones sociales de Juan Bautista:
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