Hernán Machado - La exclusión es un dolor de muelas

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Al aprender a trabajar con las capacidades latentes de las personas, la discapacidad deja de ser el centro de nuestro abordaje para convertirse en el punto de partida del mismo. Comenzando con un sencillo «Programa de Atención Odontológica Domiciliaria» para Personas con Discapacidad, para finalizar en una serie de elaboradas formas de abordaje que incluyen a diversas Instituciones, con el fin de lograr la socialización de personas con discapacidad en el ámbito rural.

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Obviamente me pareció totalmente lógico su planteo, recogí mi maletín de odontología y nos dirigimos al hogar.

Al llegar, la mamá de los niños nos invitó a entrar amablemente y vi en el living de la casa jugando a los dos niños. El mayor de entre tres y cuatro años, pintando una revista con crayones y el más pequeño de dos años, jugando en el piso sobre una manta con juegos de encastre con total dominio del espacio, tanto que me quedé mirándolo detenidamente y la madre me dijo “sí, es ciego”. Tardé solo unos segundos en reaccionar, pero los suficientes como para recriminarme el no haber tomado ese dichoso curso en la facultad.

Le pedí a la enfermera que ella hiciera primero sus controles para así ganar tiempo y ver la forma en que iba a realizar el abordaje a los niños.

Así fue que primero atendí al mayor de los hermanitos, sentándome en el piso con él y mostrando interés en lo que hacía mientras no perdía de vista al más pequeño. Al realizar la inspección bucal tomé de mi maletín uno de los cepillos de dientes que utilizamos para enseñar la técnica de cepillado correcta acorde con la edad y para la aplicación de flúor; dado que en nuestra zona el agua consumida es agua superficial proveniente de deshielos y con faltante de algunos minerales, entre ellos flúor.

Encontrándome abriendo el cepillo que viene envuelto en plástico duro para el mayor de los niños, la envoltura hizo ruido y capturó la atención del pequeño. En cuestión de segundos estaba a mi lado y extendió su mano en silencio en clara muestra de “no sé lo que es pero yo también quiero”.

En ese preciso momento, ocurrió algo que yo recuerdo sencillamente como mágico por su simpleza en sí mismo y por la trascendencia que tuvo en mi vida.

Como pudo, él solo, rompió el envoltorio, sacó el cepillo, lo acercó a su nariz y lo olió. Luego lo aproximó a su oreja y pasó el dedo índice de su otra mano sobre la cerda y escuchó el ruido. Nos miramos todos pero nadie habló; como su hermano estaba en pleno cepillado, el pequeño metió el cepillo en la boca y lo movió de distintas maneras hasta que ese movimiento hizo el mismo ruido que el de su hermano. Es decir, ¡¡¡estaba aplicando la técnica haciendo una copia fiel de lo realizado por el mayor!!!

Sencillamente fantástico. Salí maravillado y creo que conté lo sucedido a cuanta persona me crucé por varios días; no daba crédito a lo que había visto.

Hoy, casi trece años después de esta maravillosa escena que se escondía en un hecho cotidiano para ese ámbito familiar, la relato lo más fiel que puedo cuando doy alguna de las charlas a los colegas les hago la pregunta “ ¿¿¿Cuánto creen que hubiera tardado en lograr que un niño ciego de dos años llevara un cepillo a la boca de manera voluntaria y realice un cepillado más que aceptable en un sillón odontológico???”

Y redoblo la apuesta porque fue en la primera visita. Ahora, si el niño hubiera visto como cualquier otro…

¿El resultado sería el mismo?

¿Cuánto tuvieron que ver los padres con la motivación?

¿Eso será reproducible, lo que pasó esa vez?

¿Había más personas con discapacidad en la zona, siendo que era el primero que encontraba en todo ese tiempo?

Capítulo IIIRelevamiento y Recolección de Datos

Hospital de Área Andacollo Una vez instalada en mi la inquietud sobre cuantas - фото 3

Hospital de Área Andacollo

Una vez instalada en mi la inquietud sobre cuantas personas había en el Área programática del Hospital que presentaran algún tipo de Discapacidad, más allá si tuvieran o no el certificado que acreditara la misma, es que decido realizar un relevamiento por mi cuenta. A pesar de recurrir a diversas instituciones comenzando por el propio Hospital, Promoción Social de los Municipios, ISSN (Instituto de Seguridad Social del Neuquén), PAMI (Programa Asistencial Medico Integral), recibía más preguntas que respuestas:

¿Vos quien sos?, ¿Para qué lo querés?, ¿Quién te mandó?

Cosa que comprendí, por tratarse datos privados y sensibles de las personas.

Así es que me quede detenido en mi búsqueda con un número de 17 personas para un área de programa de alrededor de 5.500 habitantes. Me daba un 0,3% y lo único que tenía claro en ese momento era que a nivel mundial el porcentaje rondaba el 15% y eso solo podía significar una cosa, que estaba muy lejos del número real; pero… ¿por qué la gente a quien yo preguntaba habiendo nacido y habiéndose criado en el lugar podían desconocer al resto de las personas con discapacidad?

¿Dónde estaban esas personas que para mí eran invisibles? Realmente pasaban toda su vida ocultos?

Así fue como para salir de esa encrucijada cuando me retiraba del consultorio del hospital al finalizar la jornada diaria, empecé a hacer visitas domiciliarias solo a fines de realizar el relevamiento, porque en ese momento yo mismo desconocía en que terminaría todo eso y estaba muy lejos de realizar atenciones porque no me sentía capacitado.

Con el tiempo además de la visita de recolección de datos, fui enseñando técnicas de cepillado e higiene básica a los cuidadores y familia, adaptando cepillos según la movilidad del paciente y la misma técnica debía modificarse al paciente, y así borrar de a poco, el rigor de la metodología que se nos inculca en la Facultad. No lo expreso como crítica hacia la misma, sino porque en mi experiencia, en discapacidad no podemos aplicar una sola técnica a todos los pacientes porque no hay dos iguales. Es más, el mismo paciente en dos visitas distintas probablemente reaccione distinto.

Tal es así que me fui involucrando que cambie la forma en que realizaba el registro de datos en las historias clínicas y se los voy a ejemplificar:

Yo trabajo en un hospital público pero lo mismo aplica al privado, he leído miles de historias clínicas pero en ellas solo dice lo que el paciente no puede hacer, me habla de sus limitaciones, sus padecimientos pero ninguna expresa cuáles son sus gustos, sus aptitudes, sus sueños y así fue que me propuse direccionar mi carrera profesional hacia la atención de personas con discapacidad, pero mirando más allá de la discapacidad misma, aferrándome a lo que quedaba por trabajar con la persona dejando de lado sus limitaciones.

Cuando tuve que crear un eje para realizar el programa de atención, ese eje fundamental se definió en lo que terminaría siendo el primer título elegido para el presente libro “Trabajando con las Capacidades Remanentes”, que más tarde fue reemplazado por “La Exclusión es un Dolor de Muelas”.

La adopción de dicho eje de trabajo me planteó un nuevo desafío que era ni más ni menos que el de trascender la odontología, tratando de que las otras profesiones de salud no se sintieran invadidas, aunque de seguro sí desconcertadas.

En cuanto al término Remanentes (latentes), lo utilizo para hacer referencia a lo que queda de esa persona, cuando dejo de ver la discapacidad en ella y no como un sobrante, sino como un punto de partida.

Pero ya habían pasado dos años de trabajo de recolección de datos y había incluido otras prestaciones a medida que ganaba confianza: inactivación de caries, limpieza periodontal, restauraciones provisorias con IRM y restauraciones intermedias con ionómeros vítreos, todo con técnica atraumática.

A su vez, había aprendido bastantes soluciones o tips por parte de las familias, cosas que solo se aprenden de la convivencia de veinticuatro horas al día con alguien con discapacidad. Así fue que, además de anotar en las historias clínicas comencé a tomar apuntes en un cuaderno y registrar sensaciones, pareceres, hasta parte de las conversaciones para seguir el hilo la siguiente visita, pero me seguía faltando ese plus, o al menos así lo sentía yo, que lo da la convivencia diaria con la discapacidad.

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