El tiempo transcurría y para Él cada segundo era un paso al abismo.
El relato de Ella estaba por llegar a su fin, ya le había contado todo lo que hizo hasta ese momento del día. Él sentía que ya había perdido cualquier oportunidad, porque estaban por enfrentarse a uno de los enemigos que siempre los venció. El tiempo, el bendito tiempo, jamás fue su amigo, jamás estuvo de su lado, siempre tenían una hora límite, para volver a las prisiones de sus hogares.
Él escuchó la señal que tanto temía, aquel silencio, luego del último relato. Sintió que estaba a punto de levantarse, escuchó claramente en su mente como Ella diría que se tenía que ir. Sin embargo, justo cuando la esperanza ya estaba por subirse a la bicicleta. El silencio se convirtió en una pregunta.
—¿Sabes qué es lo que más deseaba hoy?
—No lo sé —dijo Él, torpemente.
—Lo que más deseaba hoy, era este momento, estar aquí contigo.
El resto no lo pensó, sus latidos acelerados tomaron el control de todo su cuerpo, cerró los ojos y por primera vez, unió sus labios con los de Ella. Las palabras no existen para describir las sensaciones de aquella primera vez, pero esa postal del parque: la bicicleta, la chica de minifalda, labios rojos y brillo, fue más allá del tiempo y conquistó la eternidad.
El ultimo día de
septiembre
No te llevas ninguna valija cargada de cosas compartidas
te llevas las llaves de mi casa imaginaria
las meriendas de risas y media copa de vino.
El eco sordo de tus pasos acelerados
retumba en el vacío de un cuarto sin luz
entre las camisas rotas que limpiaron nuestras huellas.
Las canciones de nuestra aventura no resuenan ya
cierro los ojos y solo se escucha una triste melodía
acordes menores que anuncian el momento exacto
en el que mi mente vuelve a ti.
Tus gritos de soledad y temor resuenan en la tormenta
avivan los únicos momentos en los que de verdad te creí
las gotas de sudor y sed ahondan las grietas de cada recuerdo.
Recuerdo, tu recuerdo, pasajes de este viaje incierto.
Impersonal, impropia, fragmentada; tu voz,
tu risa, tú...
No sé qué parte de ti conocí, solo puedo decir con firmeza
el último día de septiembre me dijiste adiós.
Inexistencia
Siempre regresar para navegar
tienes un puesto fijo en el barco helado
el cargamento es realmente pesado.
La carencia del todo
la dicotomía de las reacciones
limitaciones de cuatro paredes
vida en espacios infinitamente restringidos
expansivos y asfixiantes.
La pregunta es siempre insolente
nadie escucha a quien habla en silencio
la historia de quien jamás quiere ser contado
penumbras en la inexistencia de estos días de solo vivir.
Metropolitana
Mientras viajas en la comodidad
de latas azules de sardina
mientras proteges tus pertenencias
y aguantas la respiración
un compatriota te mira
mitad boricua, mitad paisa
¡Qué más, llavecita!
Olvidas a dónde vas
las calles son iguales
periódicos, humo y polvo.
¡Linda mi ciudad, ciudad metropolitana!
Desde las altas asambleas,
cada resentido mayor
inyecta su odio al rebaño.
Desde tu televisor, el circo feroz
inyecta dosis de nada a tu criterio
el desfile de los sin cerebro en combate.
¡Linda mi ciudad, ciudad metropolitana!
Se acerca el fin de semana
la nueva música nacional
conquista cada rincón
Salsa Choke y excrementón
¡Bachatéate varón!
En las postales solo sale el Malecón
el monito, las sonrisas, el río;
la madera de guerrero sirvió para prender el fuego
de quienes solo buscan humo,
cerveza, polvo y más humo.
Desde la Trinitaria hasta Bastión
a pie, en bus, en tricimoto o aventón
solo somos uno cuando juega la selección.
¡Linda mi ciudad, ciudad metropolitana!
desde la Trinitaria hasta Bastión
solo somos uno cuando juega la selección.
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