1 ...8 9 10 12 13 14 ...29 “Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su cajita de dulces sin vender; cuando lo veo dormir en la calle tiritando de frío, con unos cuantos periódicos que cubren su frágil cuerpecito; cuando su mirada me reclama una caricia; cuando lo veo sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero, me pregunto: ¿Dónde estarán las manos de Dios?
“Y me enfrento a él y le pregunto: ¿Dónde están tus manos, Señor? Para luchar por la justicia, para dar una caricia, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados.
“Después de un largo silencio, escuché su voz: ‘ ¿No te das cuenta de que tú eres mis manos? Atrévete a usarlas para lo que fueron hechas ’ ” (Autor desconocido).
Nosotros somos en este mundo las manos de Dios. Sirve con amor, porque más bienaventurado es dar que recibir.
24 de enero
Para eso estamos
“Yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús” (Hechos 21:13).
Hace un tiempo, visitaba en un hospital a un bombero que había sido afectado por el fuego debido a sus heroicos movimientos en medio de un incendio. Se encontraba en terapia intensiva; su situación no era grave, pero sí delicada. Después del saludo y como intentando animarlo, decidí felicitarlo por su valiente acción y espíritu de servicio. Abriendo apenas sus ojos, con la mano levantada y con voz débil pero convincente, me agradeció. Sin embargo, casi al instante aseguró que no había nada para felicitar. Él dijo simplemente: “Para eso estamos”.
Desde entonces, pensé muchas veces en su sermón de tres palabras: “Para eso estamos”. En realidad, un bombero no está para quemarse ni dañarse. No obstante, en su servicio para proteger bienes y vidas, si es necesario arriesgar la propia para salvar la ajena, está dispuesto para eso.
Pablo también tenía muy en claro cuál era el propósito de su vida y de su ministerio. En Hechos 20 se narra la profecía de Agabo, quien escenifica lo que le sucederá a Pablo atándose los pies y las manos con el cinto del apóstol, prediciendo así que sería tomado preso en Jerusalén. De manera insistente, los hermanos procuraron que Pablo no fuera a esa ciudad, pero no pudo ser persuadido: no solo estaba dispuesto a ser atado, sino además estaba dispuesto a morir por Cristo, si era necesario. Estaba resuelto a lo que fuese y, por la gracia de Dios, no solo a soportarlo sino también a sufrirlo con gozo.
Al respecto, esto narra Elena de White: “Las pruebas y las penalidades sufridas por Pablo habían agotado sus fuerzas físicas. Padecía los achaques de la vejez. Comprendía que estaba realizando su postrera labor; y a medida que se le iba acortando el tiempo, eran más intensos sus esfuerzos. Su celo no tenía límites. Resuelto en el propósito, rápido en la acción, firme en la fe, pasaba de iglesia en iglesia por diversos países, y procuraba por todos los medios a su alcance fortalecer las manos de los creyentes para que actuasen fielmente en la obra de ganar almas para Jesús, y que en los tiempos de prueba que ya se iniciaban permaneciesen firmes en el evangelio y testificasen fielmente por Cristo” ( Los hechos de los apóstoles , p. 389).
Los esfuerzos de Pablo eran cada vez más intensos. Su propósito misionero era innegociable.Su accionar era urgente y prioritario. Su pasión y su coraje para cumplir la misión no tuvieron límites. “El coraje no es tener la fuerza para seguir, es seguir aun cuando se acaban las fuerzas”, dijo Napoleón Bonaparte.
¿Puede decirse lo mismo de nosotros?
25 de enero
Un pecador espantado
“Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó y dijo: Ahora vete, y cuando tenga oportunidad, te llamaré” (Hechos 24:25).
Félix, ex esclavo liberto, era un gobernador corrupto y sin escrúpulos. Se había enamorado de Drusila, hija de Agripa II, una judía de Jerusalén, que estaba casada con Azizus, rey de Emesa. Esto produjo una guerra en la que Azizus fue derrotado por las legiones romanas. Cuando Félix volvió de la batalla, se encontró con este gran misionero y apóstol llamado Pablo.
El gran apóstol no actúa en carácter de acusado. Más que defenderse, defiende el mensaje del cual es portador. No ve en Félix a un gobernante, sino un pecador inquieto asombrado, asustado, aterrorizado y espantado. Considerando que en su vida antigua Félix había sido un esclavo tratado de manera injusta y había llegado a ser gobernador por maniobras y mentiras, Pablo le habla de la justicia de una conducta correcta hacia Dios y el prójimo.
Desde luego que, al no verse reflejada su vida en las palabras que escuchaba, Félix temblaba pensando en el juicio divino. Entonces, Pablo le habla del dominio propio, algo totalmente opuesto a la vida del gran culpable, quien pensaba que podía vivir sin rendir cuentas a nadie. Ahora, Pablo (el acusado) le habla a quien en ese momento era su juez, brindando tanto para él como para su esposa una oportunidad de salvación frente al gran Juicio ante el Juez del Universo.
Sin duda, el Espíritu Santo estaba obrando en aquel hombre, pero él se resistió. Quedó perturbado por su conciencia culpable; incluso buscó sobornar a Pablo para dejarlo libre. Mientras tanto, él se hacía más y más prisionero de sus pecados. Félix no lo rechazó abiertamente, sino que disfrazó su rechazo, posponiendo. Así, prefirió atrasar el momento de su decisión y esperar otra oportunidad. Desde ya, esta no llegó porque el “después” es pariente del “nunca”.
El gran culpable seguía temblando. Es que una conciencia culpable siempre incomoda. Cuando Félix extendió su mano para pronunciar una sentencia contra Pablo, también la pronunció contra sí mismo. “Vete, y más adelante te llamaré”, expresó.
Ante el Trono de Dios no habrá excusas, mentiras, demoras o indiferencias que justifiquen nuestra indecisión. El único tiempo aceptable es hoy, ahora.¿Durante cuánto tiempo has estado demorando tu decisión de entrega y de compromiso? Nada resuelve y nada justifica una tardanza. “Esta vida es el tiempo concedido al hombre a fin de prepararse para la vida futura. Si descuidara los actuales privilegios y oportunidades, sufriría una pérdida eterna; no se le daría un nuevo tiempo de gracia”(Elena de White, Los hechos de los apóstoles , p. 338).
26 de enero
Para que abras sus ojos
“[...] Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18).
Helen Keller fue una escritora y oradora estadounidense. A los 19 meses sufrió una grave enfermedad que le provocó la pérdida total de la visión y la audición. Su incapacidad para comunicarse fue una realidad muy difícil para Helen y su familia. Cuando cumplió 7 años, sus padres decidieron buscar una instructora, una joven especialista, Anne Sullivan, que se encargó de su formación y logró un avance en la educación especial. Así, Helen logró graduarse y convertirse en una oradora y escritora muy reconocida. Escribió 14 libros y publicó más de 475 artículos y ensayos.
Las dificultades nunca fueron un obstáculo para que transmitiera sus mensajes positivos animando y motivando a tantas personas. Nunca es fácil llegar donde vale la pena llegar.Aun cuando sus ojos y sus oídos físicos estaban cerrados, sus ojos intelectuales, emocionales, espirituales, estaban bien abiertos para percibir y valorar la vida y sus desafíos.
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