Denisse Martínez
© 2020, Denisse Martínez
© de esta edición:
Ediciones Venado Real
edicionesvenadoreal@gmail.com
Primera edición: enero de 2021
ISBN: 978-9974-8780-9-9
Corrección: Juliana Del Pópolo
Diseño de cubierta e interior: H. Kramer
Ilustración de tapa: Nessa Simmons
Reservados todos los derechos.
No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
Preludio Preludio Estas son las poesías de mis insomnios, de mis lunas de espera, de los días que han pasado nublados de nostalgia, de los cansancios que han descansado en tu recuerdo. En mis insomnios, mi alma lloró. En mis insomnios, mi alma te habló. No sé si la escuchaste, pero quiero pensar que sí y te fue imposible responder. Son mis dedos esclavos de la tinta y el papel, los que escribirán todo aquello que mi boca no quiere decir, porque es tímida y callada, pero ellos son atrevidos y no se avergüenzan. No sienten pena y les gusta escribir, mientras estos ojos se encuentran pasmados en plena medianoche, perplejos en recuerdos que no se van, pero que duelen como heridas en la piel. Con la poesía podemos darle voz al alma. No siempre es perfecta. A veces es un misterio. Hay que sentirla para entenderla. Con ella surgen nuevos capítulos e ilusiones, porque estamos hechos para renacer, aunque el camino sea largo y algunas veces maltrecho. Aquí describo las noches en que los sentidos se hicieron cómplices de un alma confundida, y escribieron mis poemas más delirantes.
Noche uno Noche uno Primera noche sin hablarme. Se ha marchado sin despedirse, y ni siquiera puedo esperar que me escriba. No veré nunca más esos ojos que amo y esa sonrisa que adoro por completo. Esta noche será, sin dudar, la más larga y sé que no necesitaré café. Estoy desvelada y seguiré estándolo por largo, largo tiempo; porque el insomnio ha llegado despiadado y violento, como este sentimiento que me quema el alma. El lamento de mi piel es por no haberse enredado un poco más con la tuya. No haberse escurrido entre tus noches con esa pasión que tan solo con una palabra provocabas. El lamento de mi alma, que te hayas metido demasiado profundo en ella. Siempre tuve miedo a no volver a verte. Siempre tuve miedo a no tenerte… Y cuán acertado presagio, ese en el que pude ver que te irías.
Tu partida Tu partida Y te vi fugaz, como en un sueño, y te abracé deprisa, con la corazonada de que sería la última vez que te vería… Lo vi venir, pero no pude evitarlo, porque ese era el destino, tuyo y mío: todo y nada, razón y locura… Estoy rota y mi corazón sangrando. Ni transfundirme podría salvarme de este triste desenlace que, aunque presentí, confié que fuera de esos que solo te inquietan, pero al final no se cumplen. Qué errada estuve. Y lloré, lloré, lloré sin sentido… Y esperé, esperé, esperé, sin saber qué esperar. Y mis lágrimas fueron cuchillos que desgarraban mis mejillas y caían cual tormenta despiadada. Y mis ojos ya no durmieron, pero no sabían que ese era apenas el comienzo de un largo, pero largo desvelo…
Noche dos Noche dos Otra noche de desvelo, esperando al sueño que no llega. Deseando que esto sea solo una pesadilla. Las letras llegan a mi mente, empujadas por el huracán de mi dolor que necesita arrasar todo lo que esté a su paso. Devastar con violencia estos pensamientos que no pueden estar en calma. Escribo y al mismo tiempo sujeto los pedazos de mi alma. Veo que esta noche promete un poema más…
Culpable es mi alma Culpable es mi alma Fue mi alma la que se enamoró de ti, de tus demonios… La que no pudo librarse de tus miradas, de tus palabras, de tu piel. Fue ella la que quedó atada a cada fragmento de ti. Es ella la que no quiere dejarte ir, la que quiere seguir persiguiendo tus sentidos, tus desaires, tu desamor… Es ella la que me tiene hundida en este insomnio, que me martiriza y me somete. ¡Reclámale a ella! Porque yo soy la víctima en esta historia. Es ella la que te busca en cada parte de mi ser, la que te tiene atado a mí sin sentido, y no quiere soltar las cadenas. Es ella la que alimenta mis noches de miedo y soledad, con tu recuerdo.
Noche tres Noche tres Seguimos aquí, mi amigo insomnio y yo. No hay café. No es necesario. Quizás debería descorchar una botella de vino y servir una copa para disfrutarla con esta soledad abrumadora que me arropa. Estoy planeando qué hacer mañana. Quizás tendré otra botella para degustar, o saldré al jardín a escuchar, lo que otra larga noche tendrá para contar.
Voces de la Noche Voces de la Noche Una luna eclipsada para mí. Una noche como pocas, larga y agitada. El eco de las palabras que no dijiste, pero imaginé. No llamo a mis sentimientos, porque ellos están perdidamente desequilibrados. Están atormentados por la sombra de ese amor que se esfuma entre esta triste y mortal noche. Pero no es necesario llamarlos, ellos están al acecho. Aquí los tengo, sentados a la orilla de mi cama, recordándome que apenas empieza mi odisea por olvidarte, que intentarlo será agotador. “No es que no debas intentarlo”, me dicen, mas, me advierten, que será una larga travesía.
Noche cuatro Noche cuatro No tengo técnica, ni creo que haga poesía. Solo este inmenso deseo de apaciguar el desconsuelo que me perturba desde hace ya tres noches, e insiste en dominarme, y al que no sé cómo responder, porque apenas lo estoy conociendo… Leo a Benedetti, después los 20 poemas de amor de Neruda, y entonces desespero con su canción desesperada. Y me pierdo yo en esta melancolía, que me hace sucumbir y me deja en llanto. Ellos sabían hacer poesía, lo que yo no sé, pero intento, en mi afán por sacar todo esto que siento, o seguiré muriendo tan lentamente, que mis huesos se harán cenizas mientras me lamento. Tampoco sé lo que estoy haciendo, pero necesito la pluma y el papel para liberar estas ansias de escribirte. Leo a Coelho, para que el universo conspire y me alinee las estrellas, para que ellas se adueñen de mis noches y me inspiren a convertir esta tristeza en versos. Plasmo mis desvelos en esta hoja, esperando que la tinta alcance…
Tiempo Tiempo Me he sentado junto al tiempo a verlo pasar, porque tengo muchas horas para compartir con él. ¿Qué podría hacer en estas horas, donde solo escucho un mudo y frío silencio? Lo observo correr y solo veo cómo viene a llevarse esta alocada ilusión que me ha puesto entre la espada y la pared, entre si me hundo o me hago velero; si me destruyo lento o me destrozo de un solo golpe; si peleo contra este amor imposible o me recuesto a morir en la orilla de este inmenso silencio…
Noche cinco Noche cinco Esto va en serio. Ni una palabra has dicho. Tu indiferencia me está matando… ¿Cómo seré capaz de aguantarlo? ¿A quién le contaré mis absurdos? ¿Quién me hará estremecer los sentidos otra vez con esas palabras breves, pero intensas? Solo quiero entender y luego, si pudiera, borrar estos sentimientos tan irrazonables, para que la mente se distancie largo tiempo del corazón. ¡Ojalá toda la vida! Estoy en llamas, ¿cómo podré apagar mis emociones?
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