Suzette Elgin - Lengua materna

Здесь есть возможность читать онлайн «Suzette Elgin - Lengua materna» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Lengua materna: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Lengua materna»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

"No se permitirá a ninguna ciudadana trabajar, tener dinero, propiedades o bienes sin el permiso de un hombre".Es el año 2205. La subsistencia de la Tierra depende del comercio interplanetario y los derechos de las mujeres se han derogado: están sometidas a los hombres. Solo las lingüistas, un pequeño grupo de mujeres cuyas extraordinarias dotes como traductoras hacen posible la comunicación con los extraterrestres, disfrutan de cierta consideración social.Nazareth es una brillante lingüista que trabaja hasta la extenuación para el Gobierno y sueña con jubilarse y entrar en una casa estéril, donde las mujeres que ya no están en edad de procrear esperan la muerte. Mientras tanto, un movimiento clandestino empieza a surgir entre las sombras de estas casas: en ellas, las mujeres están desarrollando un nuevo lenguaje secreto que les permitirá liberarse de sus opresores. Pero las rebeliones particulares de Nazareth amenazarán con acabar con el movimiento de la resistencia y cualquier esperanza de libertad. El clásico de la ciencia ficción feminista antes de
El cuento de la criada. Finalista del Premio Locus."Un referente feminista que es, a la vez, una muestra magistral de la mejor ficción especulativa." Ursula K. Le Guin"Publicada en 1984, Lengua materna lo deja claro. Las mujeres pueden empezar a cambiar el mundo gracias al poder y la precisión del lenguaje." Maggie Shen King, autora de
An Excess Male

Lengua materna — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Lengua materna», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Aquella función de Michaela como oyente era muy importante para Ned Landry, porque le encantaba hablar y contar historias. Disfrutaba de coger las historias, alargarlas y pulirlas hasta que eran perfectas. Añadía algunos detalles aquí, inventaba unos pocos adornos allá, cortaba una línea que no alcanzaba sus estándares. Para Ned, ese tipo de charla era uno de los placeres principales de la vida de un hombre.

Por desgracia, no se le daba bien, pese a todos sus múltiples esfuerzos, y nadie lo escuchaba mucho tiempo si podían evitarlo. Hablar con alguien que no fuera Michaela significaba aquel segundo de atención que atormentaba su necesidad; y luego la súbita retirada, los ojos en blanco, la cara de póker, el cuerpo inquieto, las miradas furtivas al reloj del ordenador de muñeca. Sabía lo que pensaban: ¿cuánto tiempo más, señor? Eso era lo que pensaban, no importaba lo mucho que algunos trataran de ocultarlo por educación.

No lo comprendía. Porque era un hombre de gustos refinados, inteligente y sofisticado, y trabajaba con ahínco para ser un narrador, para formar y pulir sus narraciones hasta que fueran obras de arte oral. Le parecía que si la gente era demasiado estúpida para advertirlo y apreciar la habilidad con la que utilizaba el lenguaje, era culpa de ellos, no suya; él hacía más de lo que le correspondía y, en su opinión, lo hacía realmente muy bien. No obstante, le frustraba que la gente no quisiera escucharle; era culpa de ellos, pero era él quien pagaba el pato.

Excepto Michaela. Si Michaela pensaba que era pomposo, aburrido e interminable, ni el más mínimo gesto había aparecido nunca en su rostro, en su cuerpo o en sus palabras. Incluso mientras hablaba de la injusticia de que un hombre como él sufriera tantísimas alergias (y Ned estaba dispuesto a admitir que sus alergias no eran, probablemente, el tema de conversación más atractivo del mundo, pero a veces necesitaba hablar de ello), incluso entonces, Michaela siempre parecía interesada. No tenía que responderle, porque él no deseaba entablar conversación: solo quería que lo escucharan, que le prestaran atención; pero cuando ella respondía, su voz nunca llevaba aquel deje de impaciencia y aburrimiento que tanto le irritaba en los demás.

Michaela escuchaba. Y se reía en los momentos que él consideraba graciosos. Y sus ojos brillaban en los momentos en que él pretendía construir tensión. Y nunca, ni una vez en tres años de matrimonio, le había dicho: «¿Podrías ir al grano, por favor?». Ni en una sola ocasión. De vez en cuando, antes de que él hubiera inventado una nueva historia, o cuando solo hacía comentarios tontos sobre la jornada y no había tenido tiempo de inventar historias al respecto, Ned se daba cuenta de que tal vez se había salido un poco del tema, o había dicho alguna cosa más de una vez, pero Michaela nunca mostraba ningún signo de cansancio. Se colgaba de sus palabras. Como él quería que los demás se colgaran, no por obligación, sino con gusto. Esa era la diferencia. Podría haberle pagado a cualquier mujer para que lo oyera por obligación, a tantos créditos la hora, claro. Pero se notaría. Se notaría que solo escuchaba por el dinero, como si tuviera un contador en marcha. No sería lo mismo. ¿Un penique por sus pensamientos, señor Landry? Claro…

Michaela era diferente, era una mujer con auténtica clase, y no había nada obligatorio en la atención que le proporcionaba. Era una atención cuidadosa, intensa, total; no era por compromiso. Y lo alimentaba. Cuando terminaba de hablar con Michaela, en las últimas horas de la tarde, se hallaba en un estado de excitación que borraba los desaires que sufría de los demás, como si nunca hubieran sucedido. En ese momento, Ned creía que realmente era uno de esos oradores irresistibles, uno de esos hombres con los que cualquiera pensaría que es un privilegio sentarse y escucharlo durante horas, como le parecía que debería ser. Sabía que sus historias eran tan buenas como las de cualquiera; demonios, sabía que eran mejores. ¡Muchísimo mejores! La gente era estúpida, eso era todo; y Michaela lo dejaba claro.

Eso fue precisamente lo que la llegada del bebé le estropeó. Habría soportado todo lo demás. Que Michaela pareciera cansada por la mañana en vez de mostrar su habitual perfección era molesto; ver que su atención se desviaba mientras hacían el amor porque el bebé lloraba era irritante; tuvo que decirle que se ocupara de los jarrones de las flores dos veces, y en una ocasión, dejó que se agotara su reserva de whisky . Aquello le molestó, ya que lo único que Michaela tenía que hacer era pulsar un botón del comset para que el reparto se lo llevara. Pero, aun así, lo habría soportado.

Comprendía todas estas cosas. Era su primer bebé, y ella no dormía todo lo necesario; Ned era un hombre razonable, y lo entendía. Ella tenía que hacer muchas cosas a las que no estaba habituada, y era difícil, claro. Todo el mundo sabía que había que mimar a las nuevas madres, del mismo modo que hay que mimar a las mujeres embarazadas. Él estaba dispuesto. Confiaba en que ella se recuperaría y volvería a la normalidad en un mes o dos, y no le importaba concederle todo el tiempo que necesitara. No sentía ningún respeto hacia los hombres que no trataban bien a las mujeres, y él no era de ese tipo.

¡Pero nunca le entró en la cabeza que el bebé también interfiriera en sus charlas con Michaela! Jesús, de haberlo sabido la habría esterilizado antes de casarse con ella. Tenía hermanos que sacarían adelante la línea familiar, y multitud de sobrinos que adoptar a una edad adecuada si quería que alguien desempeñara el papel de «hijo» bajo su techo.

Apenas empezaba a contarle cómo ese maldito técnico gilipollas había aparecido con un nuevo cambio en los procedimientos, solo un par de frases, cuando el jodido bebé comenzaba a lloriquear. Estaba en un punto de una historia que empezaba a quedar perfecta, una que contaba desde hacía tiempo pero que ahora empezaba a tomar forma, un punto en el que era crucial no perderse ni una sola de las palabras que decía, ¡y el jodido bebé se ponía a llorar!

Sucedía una y otra vez. Y no había ninguna diferencia entre ordenarle a Michaela que hiciera callar al mocoso u ordenarle que lo dejara llorar, en cualquier caso, aunque, por supuesto, ella hacía exactamente lo que él le decía, ya no conseguía captar su atención. Ella no le escuchaba, no de verdad; su mente se hallaba con aquel pequeño tirano llorón. Nunca había considerado aquella posibilidad, algo que nadie le había advertido nunca, algo para lo que no estaba preparado. Ned no estaba dispuesto a tolerarlo. ¡Oh, no! La atención de Michaela era un factor importante en su bienestar, y por Dios que iba a tenerla. No lo pondría en riesgo.

El hecho de que pudiera cobrar una bonificación de diez mil créditos por el niño al ofrecerlo, más un porcentaje garantizado si funcionaba —cobraría el dinero trimestralmente durante el resto de su vida, ojo—, fue un agradable añadido. Había cosas que quería comprar, y los diez mil irían muy bien. No le importaría. Podría permitirse el lujo de comprar algo bonito para Michaela, ya que, en cierto sentido, también era su hijo. Pero habría ofrecido voluntario al cabroncete a Trabajo Gubernamental aunque hubiera tenido que pagarles en vez de recibir una bonificación, porque no estaba dispuesto a dejar que una criatura que no pesaba ni seis kilos y ni siquiera tenía aún dientes destrozara su vida. No señor. Esta era su casa, y pagaba por ella, por todo lo que había dentro y por su mantenimiento, y por Dios que tendría una esposa como había especificado. Todo aquel que lo dudara solo tenía que echar un vistazo a su historial.

También estaba el atractivo de que su hijo fuera el primero en descifrar un lenguaje no humanoide, eso estaría muy bien. No veía ninguna razón para que no ocurriera; iba a suceder en algún momento, ¿por qué no lo lograría su hijo? Tenía sentido. Y podía imaginar cómo se sentiría al ser el responsable de haber roto por fin el yugo que los jodidos lingos tenían sobre los contribuyentes de este país. ¡Por Dios, sería magnífico! De ser así, la gente consideraría su conversación de oro. Desde luego. Si sucedía, Ned le cogería el gusto.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Lengua materna»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Lengua materna» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Suzette Elgin - Native Tongue
Suzette Elgin
Elizabeth Elgin - Daisychain Summer
Elizabeth Elgin
Elizabeth Elgin - Whisper on the Wind
Elizabeth Elgin
Elizabeth Elgin - Where Bluebells Chime
Elizabeth Elgin
Elizabeth Elgin - The Willow Pool
Elizabeth Elgin
Elizabeth Elgin - The Linden Walk
Elizabeth Elgin
Andrew Lang - Modern Mythology
Andrew Lang
Отзывы о книге «Lengua materna»

Обсуждение, отзывы о книге «Lengua materna» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x