No cabe pensar en análisis estáticos acerca de cualquier definición que quiera hacerse de una teoría del estado. La naturaleza constitutiva, su génesis es decididamente violenta, remite y nace de enfrentamientos sociales y de la confrontación de elementos materiales. Soslayar este carácter implica ingresar en el obstáculo teórico del pacto o contrato social. En última instancia, encontraremos análisis referidos a las derivaciones de los enfrentamientos materiales, pero rara vez a ellos mismos como eje central. Este es nuestro punto de llegada y de partida, caso contrario caeríamos en una interpretación ahistórica que observa la constitución del Estado como una regularidad de las relaciones históricas, propias de la mecánica clásica o del evolucionismo darwiniano.
De igual modo que la economía clásica basaba su teoría en el marco de las relaciones sociales de cambio –el mercado– , por ser éste el ámbito de relaciones sociales entre iguales –los propietarios de mercancías–, analógicamente Clausewitz presupone una teoría del poder que se reduce al espacio social –la política– de las relaciones sociales entre iguales: los ciudadanos. ¿Por qué Clausewitz? Sencillamente porque le otorgó al discurso de la guerra un marco teórico riguroso, y sobre dicha beligerancia, a su vez, a fines del siglo XVIII configuró la explicación del origen del Estado – Nación. 7Foucault, en cambio, en su curso del 7 de enero de 1976, optó por utilizar a Clausewitz para diagramar parte de su hipótesis acerca de Nietzsche. 8
1. La estrategia, el momento de la guerra
La táctica, la encrucijada de la política
Hagamos un alto antes de reanudar la secuencia decretada entre los espacios comunes entre comercio, política y guerra, a las que le agregamos el derecho como manera de reglamentar todas ellas. Están aquellos a los que la política les resulta incómoda dado que la estrategia es la propia guerra. En consecuencia la política y el derecho surgen como obstáculos para la guerra. Foucault lo explica:
“Es posible que la guerra como estrategia sea la continuación de la política. Pero no hay que olvidar que la “política” ha sido concebida como la continuación, si no exacta y directamente de la guerra, al menos del modelo militar como medio fundamental para prevenir la alteración civil. La política, como técnica de la paz y del orden interno, ha tratado de utilizar el dispositivo del ejército perfecto, de la masa disciplinada, de la tropa dócil y útil, del regimiento en el campo y en los campos, en la maniobra y en el ejercicio. En los grandes Estados del siglo XVIII, el ejército garantiza la paz civil sin duda porque es una fuerza real, un acero siempre amenazador, pero también porque es una técnica y un saber que pueden proyectar su esquema sobre el cuerpo social”. 9
Tan sólo con un bisturí epistemológico pueden separarse los campos controvertidos. Foucault lo hace:
“Si hay una serie política - guerra que pasa por la estrategia, hay una serie ejército - política que pasa por la táctica. Es la estrategia la que permite comprender la guerra como una manera de conducir la política entre los Estados; es la táctica la que permite comprender el ejército como un principio para mantener la ausencia de guerra en la sociedad civil. La época clásica vio nacer la gran estrategia política y militar según la cual las naciones afrontan sus fuerzas económicas y demográficas; pero vio nacer también la minuciosa táctica militar y política por la cual se ejerce en los Estados el control de los cuerpos y de las fuerzas individuales. `Lo’ militar -la institución militar, el personaje del militar, la ciencia del militar, tan diferentes de lo que caracterizaba en otro tiempo al `guerrero’- se especifica durante este período, en el punto de unión entre la guerra y el estruendo de batalla de una parte, el orden y el silencio obediente de la paz, de otro. Los historiadores de las ideas atribuyen fácilmente a los filósofos y a los juristas del siglo XVIII el sueño de una sociedad perfecta; pero ha habido también un sueño militar de la sociedad: su referencia fundamental se hallaba no en el estado de naturaleza sino en los engranajes cuidadosamente subordinados de una máquina, no en contrato primitivo, sino en las coerciones permanentes, no en los derechos fundamentales; sino en la educación y formación indefinidamente progresivos, no en la voluntad general, sino en la docilidad automática”. 10
“¿Cabe, entonces invertir la fórmula y decir que la política es la continuación de la guerra por otros medios? Quizás, si aún se quiere mantener una distancia entre guerra y política, se debería adelantar más bien que esa multiplicidad de las relaciones de fuerza puede ser cifrada -en parte y nunca totalmente- ya sea en forma de “guerra”, ya sea en forma de “política”; constituirían dos estrategias diferentes (pero prontas a caer la una en la otra) para integrar las relaciones de fuerza desequilibradas, heterogéneas, inestables, tensas”. 11
Ahora convendría traer al presente problema palabras de Clausewitz, cuando refiere a la guerra entre los Estados nacionales como un conflicto de grandes intereses resuelto mediante derramamientos de sangre, y solamente en esto se diferencia de otros conflictos. Sería mejor, si en vez de compararlo con cualquier otra actividad lo comparáramos con el comercio que es también un conflicto de intereses y actividades humanas y se parece mucho más a la política, la que, a su vez, puede ser considerada como una especie de comercio en gran escala. Más aún, la política es el seno en que se desarrolla la guerra, dentro de la cual yacen escondidas sus formas generales en un estado rudimentario. Entonces guerra-comercio, guerra-política, se entrecruzan a diario tanto en sus alcances semánticos como en sus prácticas y formas materiales de enfrentamientos.
El Derecho es un eslabón o una suerte de shifter que va intercediendo entre las distintas instancias y momentos. Asimismo el predominio de un ejercicio (político - bélico - comercial o táctico - estratégico) sobre otro va a depender de diversas circunstancias complejas y disímiles. Por lo general se trata de:
a)momentos de crisis que asuman los procesos económico – productivos,
b)momentos de crisis de dominación hegemónica que ejerzan las fracciones de clase social dominantes,
c)rupturas y conformación de alianzas que desarrollen las distintas fracciones de clase social, y
d)las mutaciones tecnológicas.
La mejor forma de explicar el desplazamiento y la ruptura con las nociones binarias antinómicas es a través de la banda de Moebius: una lógica paradojal en donde se diluyen las lineas témporo– espaciales.
En similar modo aplicable a lo táctico y estratégico:
Los envíos de enlaces recíprocos son permanentes debido a que el comercio resulta reglado por la política y el Derecho; la política y el Derecho se articulan mutuamente, mientras que la guerra resulta reglamentada por el Derecho, la política y el comercio. En síntesis, es el Derecho el eje ordenador a partir de la modernidad..
Ahora bien, aquí se abren dos ramales bien definidos. Uno con terminal en el Derecho Internacional como límite a las incursiones ( sucias , decimos nosotros) de los EE.UU, según queja de altos mandos militares de ese país. Un Derecho Internacional, en especial los Convenios de Ginebra de 1949, que administraban las intervenciones militares, cuestión que fue asumida por los norteamericanos como un freno a sus intereses. Legalismos inútiles que indicaban un nuevo tipo de guerra moderna (jurídica), esbozaban los perros de guerra bajo cínico lamento de potencia agresora por el hecho de tener que someterse a tratados que regulan la barbarie; el impedimento por uno, dos, tres, muchos guantánamos. 12Esta es la noción de origen del lawfare: tener vedado bombardear poblaciones civiles en Afganistán, concretamente. Sobre este concepto volveremos más adelante.
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