Acordes para un lamento
Manuel M. Represa Suevos
© Manuel M. Represa Suevos
© Acordes para un lamento
Marzo de 2021
ISBN papel: 978-84-685-5655-0
ISBN ePub: 978-84-685-5658-1
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A Olga, mi primera dama, con cariño
Personajes principales
Abdulá Al Awadi: Jeque árabe Multimillonario. Dirige la compañía Gulf Prime Electronics Ltd
Antoine Bernard Lavalle: jefe de pilotos. Experto en helicópteros con pocos escrúpulos.
Ebrahim Soltani: Profesor de la Universidad de Berna. Musicólogo con amplios conocimientos de matemáticas.
Edward W. Harris: General del Ejército de los Estados Unidos. Jefe de la sección de inteligencia militar en el Pentágono.
Félix Brun-Hofmann: Oficial del Ejército del Aire Español que trabaja para la OTAN en Múnich.
Gao Zhang: Rico hombre de negocios chino.
John Dowson: (nadie sabe su verdadero nombre) Rudo agente al servicio del general Harris. Es la fuerza bruta que trata de proteger a Félix.
Julie Simmons: Doctora en física. Trabaja en el proyecto 3AW5.
Khalid Zakaria: jefe de seguridad en Gulf Prime Electronics Ltd. Se encarga de resolver problemas.
Liam Cooper: Su verdadero nombre es Dimitri Balakin. Físico e informador de los servicios secretos rusos. Trabaja en el proyecto 3AW5.
Matthew Barnes: Reputado físico teórico. Trabaja en el proyecto 3AW5.
Pascal Meyer: director de un importante banco suizo.
Robert Sanderson, doctor: Físico jefe de los equipos que trabajan en el 3AW5.
Sergey Semiónov: jefe de la legación rusa en Abu Dabi.
Mapa de los escenarios donde se desarrolla la historia
Aunque lo que aquí se cuenta es técnicamente posible, todas las personas, empresas y situaciones que aparecen en esta novela son fruto de la imaginación del autor, y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Índice
Prólogo Los volcanes de Kamchatka
Capítulo I Una ciudad medieval
Capítulo II Visita a Washington
Capítulo III Nuestro hombre en Oriente Medio
Capítulo IV La entrevista de trabajo
Capítulo V Primer día en Gulf Prime Electronics Ltd.
Capítulo VI Confidencias y lecciones de vuelo
Capítulo VII Misiles y espías
Capítulo VIII El Proyecto 3AW5
Capítulo IX Un baile en el Rotana
Capítulo X Los armónicos
Capítulo XI Dimitri no tiene Coartada
Capítulo XII Póker en el Intercontinental
Capítulo XIII Una accidentada excursión de cetrería
Capítulo XIV Persecución mortal
Capítulo XV Un paseo por Muscat
Capítulo XVI Submarinos nucleares en China
Capítulo XVII Haynan, la perla de los mares del sur
Capítulo XVIII Vicios mayores y vicios menores
Capítulo XIX Un ordenador disputado
Capítulo XX Una mujer con secretos
Capítulo XXI Cita en Casamia
Capítulo XXII Duelo en el Kempinski
Epilogo Acordes tristes de guitarra
Prólogo
Los volcanes de Kamchatka
Akket se estremeció al escuchar el estruendo. Miró asustado la montaña y dejó caer el salmón que acababa de pescar. Corrió hacia su poblado lo más rápido que le dejaba su enorme abrigo y las botas de piel de reno que calzaba. Al llegar, todavía jadeante, informó al patriarca sobre los enfurecidos espíritus de la montaña. Los koriakos son un pueblo tranquilo, pero muy supersticioso. Originarios del Extremo Oriente ruso, habitan en las costas del mar de Bering hacia el sur de la cuenca del río Anádir. Akket y los suyos alzaron la vista y miraron con temor la impresionante nube de humo y cenizas que se levantaba en lontananza. Una vez más la montaña se había enfurecido y el espíritu lanzaba efluvios candentes de sus entrañas. El patriarca pensó que nada bueno presagiaba aquella demostración de fuerza telúrica. Quizás tuvieran que emigrar de nuevo.
Muy cerca del poblado koriako, a unos tres kilómetros, un grupo de sismólogos, físicos y geólogos rusos habían instalado su base de operaciones hacía más de un año. Dimitri Balakin y sus colegas no estaban asustados como los nativos koriakos. Todo lo contrario, lo celebraban con alegría. No era para menos, estaban de enhorabuena. El enorme volcán se había desperezado y con él, quizás, los nuevos descubrimientos.
—Dimitri, esto merece que abramos una botella, ¿no te parece? —dijo uno de los científicos.
—Claro que sí querido amigo —replicó Dimitri con alegría—, quizás podamos obtener más minerales como los descubiertos a principios de 2013 en esta misma región.
—Sin embargo, nos han dicho que nos dejas —comentó otro científico.
—Es cierto. Me requieren en otro sitio, muy lejos de aquí. Pero no puedo daros más detalles.
—Creo que echaras de menos los volcanes querido amigo. Brindemos.
Los volcanes de Kamchatka son un gran grupo de volcanes situados en la península del mismo nombre, en el oriente ruso, entre los mares de Ojotsk y de Bering. Forman parte del llamado Cinturón de Fuego del Pacífico. Una treintena de ellos se encuentran activos en la actualidad.
A principios de 2015, Dimitri, junto con un pequeño grupo de científicos de la Universidad de San Petersburgo encontró varios minerales nuevos procedentes de las erupciones. Con la ayuda de otros grupos de investigación del país, los expertos estudiaron los materiales formados en Kamchatka tras las erupciones de las últimas décadas. Entre sus descubrimientos se encontraron con un azulado e interesante mineral que decidieron llamar petrovita, en honor a Tomas Petrov, cristalógrafo de la Universidad de San Petersburgo. El otro, era un elemento con red cristalina de color verdoso al que se llamó triolita.
Ambos materiales eran especialmente interesantes por su poco común estructura y composición. Según sus descubridores, tenían una composición de oxígeno, azufre de sodio y cobre. Desde fuera se notaba un aspecto cristalino con tonos azulados y verdosos brillantes. Su estructura era porosa y los vacíos en el mineral estaban conectados por canales por los cuales se podían mover pequeños átomos de sodio. Esta estructura conectada dio nuevas ideas a los científicos. Abrió la puerta a la posibilidad de utilizar la petrovita para la conductividad iónica. En otras palabras, utilizar la petrovita como cátodo en baterías de iones de sodio. Una alternativa a las baterías de litio, las más usadas en la actualidad. De hecho, la alta demanda en baterías para coches podría hacer que este mineral fuese cada vez más preciado.
Por su parte, la triolita era un material perteneciente a la familia de los sulfuros con sorprendentes propiedades recién descubiertas. Este elemento era capaz de generar una pequeña corriente a nivel molecular cuando se haya en presencia de una débil fuente sonora. Las aplicaciones de este elemento son infinitas. El resto de propiedades de estos elementos han sido considerados secretos por su escasez y alto valor estratégico. No es sencillo encontrar estos dos materiales en la naturaleza. En su lugar, ciertas compañías se han planteado sintetizar estos compuestos con sus mismas estructuras en el laboratorio.
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