1 ...8 9 10 12 13 14 ...21 Ahora que estaba mucho más tranquilo, se dijo que debía mantenerse firme para no perder el terreno que había ganado. En cuanto hablara con el juez, concentraría toda su atención en encontrar a Gina, allí donde se estuviera escondiendo, y porque había huido de él como la cobarde que era.
Ya habían pasado tres largas semanas, desde que Gina y Holly llegaran a Éxeter. Tres días después de su llegada, consiguieron que las contrataran para trabajar en la casa del conde Carling; Holly, como acompañante de la anciana madre del conde, y Gina, como doncella. Al principio, su tía se había opuesto a que su sobrina fuera una simple doncella, pero Gina le había hecho ver que necesitaban el trabajo para sobrevivir mientras permanecían en Ëxeter, y empleadas en la misma casa, tendrían una cama donde dormir y ahorrarían mucho dinero al no tener que pagar alquiler por una casa. Lord Aníbal y su esposa lady Vera, se portaban muy bien con las dos, pero con el hijo del matrimonio, las cosas eran muy diferentes, lord Jeremy Carling era un joven muy apuesto y se había encaprichado de Gina desde que la había visto, y no perdía ocasión para molestarla.
Ya era media mañana, y Gina se encontraba en uno de los dormitorios aireando la estancia y cambiando las sábanas de la cama, cuando Jeremy la increpó por la espalda, con un brazo la sujetó por la cintura, y con la mano que tenía libre le tapó la boca.
—Si sabes lo que te conviene, vas a hacer todo lo que yo te pida —le dijo al oído.
Gina intentó zafarse, y eso hizo que Jeremy se enfadara.
—¡Te he dicho que te estés quieta, me estás empezando a agotar la paciencia! —Y la apretó todavía más a su cuerpo.
Ella hizo un nuevo intentó de zafarse dándole una patada, pero falló en el intento.
Luego, la giró bruscamente y la empujó a la cama, después se tumbó sobre ella y empezó a levantarle la falda del uniforme.
Gina aprovechó ese momento para morderle la mano, flexionó la rodilla y golpeó a Jeremy en la entrepierna, él aulló de dolor mientras se doblaba, Gina se libró de él, se levantó de la cama y se alisó la ropa.
—¡Esto es para que aprenda que conmigo no se juega! —Y salió corriendo del dormitorio. En el pasillo se apoyó en la pared mientras intentaba tranquilizarse, pensando que no le quedaba más remedio que callar lo que había sucedido; si no lo hacía, su tía y ella se quedarían en la calle, y además, el hijo del conde diría que había sido ella la que había intentado seducirlo. Finalmente, logró tranquilizarse y continuó con sus quehaceres, diciéndose que de ahora en adelante debía tener mucha precaución y evitar quedarse a solas con Jeremy.
En el dormitorio, Jeremy seguía retorciéndose de dolor, al tiempo que decía:
—¡Esto no va a quedar así! ¡Vas a ser mía a como dé lugar!
Para alivio de Gina, el resto de la mañana no se volvió a encontrar con él, y preguntándose por qué había tenido que caer tan bajo, ella, que lo había tenido todo en la vida, y resultaba muy duro servir a personas que antes habían estado a su mismo nivel social.
Por culpa de Graystone, había tenido que huir de Londres como una fugitiva, y no iba a permitir que un canalla la deshonrara. Y de nuevo maldijo al duque porque todavía les seguía haciendo la vida imposible.
A la hora de comer, por orden de Patricia, el ama de llaves, otra doncella y ella sirvieron la comida al conde, a su esposa y a la anciana madre, Dolly, que estaba acompañada por Holly. Después de la comida, sirvieron té, y finalmente recogieron la mesa. Tras una pequeña comida en la cocina, Gina continuó con todo el trabajo que tenía que hacer.
Horas después de recoger la mesa de la cena, Gina se fue a su dormitorio a quitarse el uniforme, asearse y ponerse el camisón, como no tenía hambre, se tumbó en la cama y se puso a leer un rato para intentar distraerse y no pensar en nada. Ya apenas veía a Holly, pues a ella le habían puesto un pequeño camastro en los aposentos de la anciana.
Nolan había viajado a Éxeter, porque Danny Tramain, el detective que había contratado, le aseguró que la dama que buscaban se encontraba en la ciudad. Y ya llevaba casi una semana alojado en la suite del mejor hotel y todavía no sabía dónde se escondía Gina.
Ya pasaban de las diez y media de la noche, Nolan ya había bajado a cenar al restaurante del hotel, y ahora se encontraba en la suite dando vueltas de un lado a otro, tenía que encontrar a Gina, ella no se iba a burlar de él tan fácilmente. Danny le había dicho que estuvo preguntando en las casas que se habían alquilado durante las últimas semanas, pero ninguna de ellas fue alquilada por dos mujeres que encajaran con la descripción que Nolan le había proporcionado.
Luego, se acercó al mueble de las bebidas y se sirvió una copa de coñac, fue a sentarse al sofá y dio un sorbo a la bebida, y preguntándose qué más podría hacer para encontrar a Gina. Éxeter no era una ciudad tan grande, y ella no podía haberse esfumado de la faz de la Tierra. Y se dijo que seguiría buscándola hasta dar con su paradero. Gina había demostrado ser una mujer astuta, pero él le iba a enseñar que lo era mucho más, y que por mucho que intentara escapar de él, nunca lo iba a conseguir, porque la perseguiría hasta el mismísimo infierno si era necesario, porque Gina iba a pagar muy caro, e iba a disfrutar haciéndola pagar.
Se bebió el contenido de la copa, y entonces recordó que para esa noche se había organizado una partida de póquer en una de las salas del hotel. Se levantó del sofá, se recompuso la ropa y salió de la suite , decidido a pasárselo bien durante unas horas.
La suerte estaba de su lado, y a lo largo de la noche fue el ganador de la partida, aunque en esa ocasión no se había apostado dinero, simplemente había sido organizada para diversión de los caballeros que se alojaban en el prestigioso hotel.
Cerca de las tres de la madrugada, Nolan regresó a su suite . Allí se desvistió; en ese viaje había prescindido de su ayuda de cámara, ya que no tenía intención de quedarse para siempre en Éxeter. Luego, se puso el pantalón del pijama y se acostó en la mullida cama. Apagó la luz, y como estaba exhausto, poco a poco se fue quedando profundamente dormido, mientras la suave luz de la luna inundaba la habitación.
Y como otra noche cualquiera, soñó con Gina, con sus besos y sus caricias que tanto añoraba. Y Nolan era feliz porque ella le correspondía. Le encantaba sentir el tacto de la piel de ella sobre la suya, sus labios sobre los suyos y descubrir a qué sabían sus besos. Pero de pronto, el hechizo se rompió y Nolan despertó bruscamente y respirando con dificultad, diciéndose que solo había sido un sueño, pero demasiado real.
Separó las mantas de la cama, se sentó en el borde de la cama y se pasó las manos por el pelo, diciéndose que la obsesión por esa mujer lo estaba llevando a la locura, y si no la encontraba pronto y la hacía suya, acabaría volviéndose completamente loco. Y se negaba a creer que seguía enamorado de Gina, no, no lo podía estar, después de cómo ella lo había rechazado de forma tan cruel. Lo que sentía por Gina en esos momentos, era un deseo incontrolable por tenerla en su cama y poseerla. Y para lograrlo, tenía que encontrarla lo antes posible.
Para Gina, la noche no estaba pasando demasiado bien, y no podía pegar ojo, temiendo que Jeremy irrumpiera de un momento a otro en su cuarto para terminar con lo que había empezado esa mañana. Aunque tenía prohibido acercarse a los dominios de la servidumbre, Gina no se fiaba para nada, por eso había decidido pasar la noche con un ojo abierto y alerta. Sabía que a la mañana siguiente tendría un espantoso dolor de cabeza, pero eso era lo que menos le importaba, proteger su honra era mucho más importante que unas horas de sueño. Lo que no dejaba de preguntarse era hasta cuándo podría soportar esa situación, porque ella tenía conocimiento de que era la única sirvienta que Jeremy Carling violentaba y molestaba de la forma que lo hacía.
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