Su tía se acercó a la cama y se sentó al lado de su sobrina.
—Lo siento, querida. Pero de momento no sé qué podemos hacer para que ese duque no se salga con la suya.
—¡No voy a caer en su chantaje! —exclamó Gina.
—¡Y yo no voy a permitir que lo hagas! No voy a dejar que ese malnacido arruine tu reputación y que tu buen nombre quede enlodado.
—No quiero imaginarme qué pasará cuando se presente con sus abogados para desalojarnos, eso matará a papá. Él no soportará verse en la calle.
Holly abrazó a su sobrina para intentar tranquilizarla, pero tenía la mente tan bloqueada que no era capaz de pensar con claridad. Pero lo que si tenía claro, era que de ninguna manera iba a dejar que su sobrina se convirtiera en la amante del noble.
Tras un largo silencio, Holly dijo:
—Sé que para Willow va a ser muy doloroso verse en la calle... —Pero de pronto, una idea cruzó su mente.
—¿Qué sucede, tía? Te has quedado callada de repente.
—Querida, creo que se me acaba de ocurrir el plan perfecto. —Y sonrió a Gina.
—¿Qué se te ha ocurrido?
—Yo misma iré a ver al noble. Le diré que de ninguna manera vas a aceptar su deshonesta proposición porque estás comprometida para casarte. Y que vas a viajar lejos para reunirte con tu futuro esposo.
—Es una locura.
—No, Gina, es perfecto. Tú y yo nos podríamos ir muy lejos, donde la maldad de ese hombre no nos alcance.
—¿Y qué pasará con papá, con Jerome y con Xavier? Ellos no pueden enterarse de nada.
—Ellos defenderán la casa, no van a dejar que ese maldito noble nos deje sin ella. Mientras, nosotras estaremos visitando a una tía anciana mía.
Gina se quedó pensativa unos minutos, y luego respondió:
—Tía Holly, tu plan no es tan descabellado.
Holly se levantó, y le dijo que se lo pensara bien. Poco después, se despidió de su sobrina porque esa mañana tenía una partida de cartas en el club con dos de sus mejores amigas.
Gina acabó de desayunar, y Cassy la ayudó a vestirse con un sencillo vestido de color rosa, y le recogió el pelo en una trenza. Ya lista, salió del dormitorio decidida a dar un paseo por los jardines ya que esa mañana lucía el sol.
Mientras caminaba por los jardines, la idea que le acababa de plantear su tía no le disgustaba para nada. Solo lejos del duque podía evitar que cayera en desgracia. Ese condenado hombre estaba loco si pensaba que se iba a dejar doblegar por él y que destruyera su buena reputación. Y por unos instantes, se imaginó lo furioso que se pondría cuando llegara a su casa y descubriera que ella se iba muy lejos. Solo de imaginárselo, le entraron ganas de sonreír.
Más tarde, Cassy se unió a ella al paseo y le pasó a Gina una sombrilla para cubrirse del sol porque ya empezaba a hacer calor. Cuando Gina se cansó de caminar, pidió a la doncella que le fuera a buscar un libro a la biblioteca. Poco después, se sentó en el banco mientras Cassy entraba en la casa. La doncella no tardó nada en cumplir el encargo de su patrona, luego entró en la casa para seguir trabajando. Gina abrió el libro, disfrutó leyendo mientras escuchaba el canto de los pájaros que se posaban en los árboles de los alrededores. Levantó la vista de la página, pero, sobre todo, tranquila, porque su tía había hallado el plan perfecto para esquivar a Graystone. En cuanto regresara su tía, tenían que planear todos los detalles del viaje y ponerse en marcha sin pérdida de tiempo. Solamente marchándose de Londres podría evitar que la maldad del duque la alcanzara y enlodara todavía más el nombre de su familia convirtiéndola en su querida; que se buscara a una fulana para que le calentara la cama y divertirse, porque de ella no iba a conseguir nada.
Dos tardes después, Gina y Holly se encontraban en el carruaje que las llevaría lejos de Londres, habían decidido viajar a Éxeter tTuvieron una dura batalla en casa porque tanto Xavier como Jerome se habían ofrecido a acompañarlas, porque opinaban que no era seguro que dos mujeres viajasen solas, y Willow apoyó la decisión, pero finalmente, Holly se había impuesto y logró convencerlos de que iban a llegar sanas y salvas, pero antes, Holly iba a solicitar audiencia con el duque.
El carruaje se fue aproximando a la mansión, y con cada avance del vehículo, los nervios estaban destrozando a Gina por dentro. Esperaba que el plan que habían urdido entre su tía y ella saliera como esperaban, porque se sentiría culpable si por su culpa su familia se quedaba en la calle.
El cochero detuvo el carruaje frente a la mansión, bajó del pescante y ayudó a Holly a apearse, pero Gina la llamó.
—Tía Holly, ¿estás segura de lo que vas a hacer?
Holly la miró y respondió:
—Por supuesto, cariño. Ese hombre no se va a burlar de ti. —Luego, se giró y empezó a caminar hacia la mansión.
Holly llegó a la puerta, llamó con la aldaba y el mayordomo no tardó en abrirle la puerta.
—¿Qué desea, señora? —preguntó Graves, enarcando las cejas.
—Soy lady Holly Pendelton. —Sacó una tarjeta del bolso, se la mostró y continuó diciendo—: Solicito una audiencia con su excelencia.
—Lo siento, milady , pero su excelencia no recibe visitas el día de hoy.
—Muéstrele mi tarjeta y verá cómo si me va a recibir.
—Espere un momento. —El mayordomo dejó la puerta entreabierta y fue a avisar al duque de esa inesperada visita.
Nolan se encontraba en el despacho consultando unos estados de cuentas que su administrador le había enviado por correo, cuando Graves llamó suavemente a la puerta, y entró portando una bandeja de plata con la tarjeta de Holly.
—Excelencia, perdonad que os interrumpa, pero en la puerta hay una dama que solicita hablar con vos. —Y le acercó la bandeja para que Nolan leyera la tarjeta.
Nolan se sorprendió de que la tía de Gina quisiera hablar con él y no sabía qué podía requerirle esa mujer. Después de pensárselo unos minutos, le dijo a Graves que la hiciera pasar, momento que él aprovechó para ponerse el antifaz porque estaba seguro de que Holly Pendelton lo reconocería.
El mayordomo regresó al despacho y anunció a Holly, luego le hizo una señal para que entrara. Ella entró e hizo una reverencia al noble, y le sorprendió ver que tenía el rostro cubierto por un antifaz.
—¿Desea tomar un té, lady Pendelton? —preguntó Nolan amablemente.
—No, excelencia. Lo que me ha traído aquí no me llevará mucho tiempo.
—Como usted desee. Graves, puedes retirarte. —El sirviente hizo una reverencia y salió de la estancia dejándolos a solas.
—Bien, lady Pendelton, ¿qué es lo que me quiere decir con tanta urgencia? —preguntó Nolan, divertido, que ni siquiera se había levantado por cortesía hacia la dama.
—Estoy al tanto de la sucia propuesta que le habéis hecho a mi sobrina, y quiero informaros de que ella no va a aceptar vuestras insinuaciones. No permitiré que la chantajee para ofrecerse a vos, a cambio de que nos permita seguir viviendo en nuestra casa.
— Milady , y yo tengo que informarle de que si su sobrina no accede a mi propuesta, mañana me presentaré en su casa para desalojarlos a usted y a toda su familia.
—Mi sobrina no puede aceptar.
—¿Por qué?
—Porque está comprometida para casarse y está viajando para reunirse con su futuro esposo. Un noble de las tierras altas que ha pedido su mano en matrimonio, yo misma me reuniré con ella en los próximos días para ultimar los detalles de la ceremonia.
—No le creo ni una sola palabra, no pensará que me voy a creer esa sarta de mentiras, ¿verdad?
—Pensad lo qué vos queráis, excelencia, cuando queráis podéis ir a comprobarlo por vos mismo, así os daréis cuenta de que os estoy diciendo la verdad. —Holly hizo una reverencia y salió del despacho dejando a Nolan sorprendido. Gina había sido muy astuta para intentar librarse de él, y estaba más que decidido a encontrarla donde fuera y culminar su plan. Dejaría que Gina pensara que había ganado, solo así bajaría la guardia y él podría lograr lo que tanto ansiaba. En un principio había creído que Gina accedería a ser su amante para que su familia y ella no se quedaran sin su casa, ella quería jugar, pues muy bien, pero en ese juego solo iba a haber un vencedor y ese era él.
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