1 ...7 8 9 11 12 13 ...21 Xavier, que se encontraba en la biblioteca, oyó el griterío que se había formado en la puerta y salió a ver qué estaba pasando.
—¿Qué significan estos gritos, Jerome?
—Su excelencia viene a echarnos de la casa.
—¡No lo vamos a permitir! ¡Así que subíos a vuestro carruaje y largaos antes de que empecéis a tener serios problemas!
Nolan soltó una carcajada, eso enfureció a Jerome e intentó darle un puñetazo, pero Xavier lo detuvo a tiempo haciéndole ver que era un gran error y que los podían enviar a la cárcel.
—Sabia decisión —prosiguió diciendo Nolan—. Ahora quiero que todos los habitantes de esta casa salgan y se vayan. ¡Abogados, procedan!
—¡No os atreváis, imbéciles! —dijeron Jerome y Xavier, haciendo un frente común para evitar los avances. Poco después, llegó Willow y entre los tres hicieron todo lo posible para que el noble no se saliera con la suya.
Nolan se estaba cansando, y se negaba a creer que le habían ganado la batalla, por ahora no le quedaba más remedio que retirarse. Les lanzó una mirada de odio advirtiéndoles de que no iba a permitir que las cosas quedaran así. Luego se giró, e hizo un gesto a sus hombres para que se retiraran. Furioso, subió al carruaje y diciéndose que no iba a fallar en la última fase del plan.
Willow, Xavier y Jerome, respiraron aliviados cuando vieron que los carruajes abandonaban la propiedad. Entraron en el interior de la casa, fueron a la biblioteca y allí pidieron a Vernon que les sirviera una copa de brandy. El mayordomo asintió, todavía con el susto en el cuerpo, ya que, por unos instantes, había temido que el duque se saliera con la suya. Sirvió la bebida, mientras Xavier decía que habían ganado algo de tiempo y que su madre y Gina no habían tenido que presenciar la espantosa escena que se había producido con ese maldito hombre.
Mientras el carruaje avanzaba, Nolan pensaba en Gina, y no había podido saber si de verdad se había ido de viaje como afirmaba su tía. Y se juró así mismo que él la encontraría donde fuera que se estuviera escondiendo, porque ahora tenía más claro que nunca que estaba huyendo de él, y qué equivocada estaba si creía que lo podía engañar tan fácilmente.
Holly y Gina se levantaron tan pronto el alba empezó a despuntar sobre el horizonte, se asearon, se vistieron, recogieron el equipaje y bajaron a desayunar. Tras un copioso desayuno, Holly pagó la cuenta al posadero y le preguntó si había una cuadra cercana donde se pudiera alquilar algún carruaje, el hombre les dijo que había una a unos quinientos metros de distancia, le dieron las gracias y salieron del establecimiento siguiendo las instrucciones del dueño.
Cuando llegaron, preguntaron al jefe de cuadra si tenían algún carruaje para alquilar, el fornido hombre les dijo que estaban de suerte, ya que solamente le quedaba uno disponible. Tras pagar lo acordado, el cochero subió el equipaje y ayudó a las damas a subir al vehículo; minutos después, emprendían la marcha hacia Éxeter.
Fue entonces, cuando Gina preguntó:
—Tía Holly, ¿Graystone ya habrá ido a casa?
—Querida, no te angusties por eso, mis hijos y tu padre lo evitarán.
—Ojalá sea así. Me sentiría muy desgraciada si por mi culpa nos quedamos en la calle.
—Escúchame, Gina. Has hecho lo correcto, ninguna muchacha decente aceptaría esa denigrante proposición.
—Es cierto, y todavía me sigo preguntando por qué ese demonio se ha ensañado de esa forma con nosotros. No lo conocemos de nada y no sé qué diablos tiene en nuestra contra.
Holly se quedó unos minutos en silencio antes de responder:
—Cariño, no tengo ni idea, y tampoco tengo respuesta a tu pregunta.
—En Éxeter estaremos seguras, espero que para entonces Graystone se haya olvidado de todo.
—No lo creo, a un hombre solamente le hace falta que le nieguen algo, para querer lograrlo a toda costa.
Poco después, cambiaron de tema y hablaron de cosas mucho más agradables. Cuando entraron en el siguiente poblado, vieron que era día de mercadillo y bajaron a pasear entre los diferentes puestos, y pasaron una agradable mañana, en la que compraron algunos víveres para comer más tarde. Y la verdad es que Gina estaba disfrutando con la experiencia, porque por primera vez en muchos años se veía libre y sin preocupaciones en la mente.
Regresaron al carruaje y emprendieron la marcha. Más tarde pararían en algún descampado para comer. Gina se concentró en mirar por la ventanilla para observar el paisaje tan bello que pasaba ante sus ojos. Estaba feliz y deseosa de llegar a su destino y comenzar una nueva vida, y quizás allí podría conocer a un hombre del que poder enamorarse, casarse y ser feliz con él el resto de su vida. Y cuando regresara de nuevo a Londres lo haría del brazo de su flamante esposo. Una sonrisa iluminó su rostro con solo imaginárselo.
Para cuando Nolan llegó a la mansión, estaba tan furioso que tenía ganas de destrozarlo todo. Con mucho esfuerzo se contuvo, bajó del carruaje y con paso acelerado entró en la mansión. Pidió a Graves que no le molestaran y se encerró en el estudio. Allí se sirvió un vaso de whisky y se lo bebió de un trago, se acercó al escritorio, dejó el vaso vacío sobre el mueble con más fuerza de la necesaria, y se puso a dar vueltas por la estancia muy enfadado. Había estado a punto de lograr su venganza, y como un idiota había dejado que todo se le fuera de las manos. Tantos años analizando meticulosamente cada movimiento, para que ahora se hubiera dejado derrotar con tanta facilidad. Gina no sabía a qué poderoso enemigo se enfrentaba, y en cuanto la encontrara iba a ser mucho más cruel con ella por haber intentado burlarse de él, y no iba a descansar hasta que la tuviera nuevamente frente a él.
Después de varios minutos, por fin logró serenarse, y fue a sentarse al sillón tras el escritorio. No importaba el dinero que tuviera que invertir en la búsqueda de Gina St. James para encontrarla. Si era necesario, removería cielo, tierra y mar para encontrarla. No iba a permitir que la única mujer que se había burlado de él lo siguiera haciendo. Pero lo primero de todo, era hablar con un juez y pedirle una orden de desalojo para poder quitarles a esa gentuza lo único que les quedaba.
Se había convertido en un hombre duro y frío, porque una mala mujer había aplastado todas sus ilusiones de un plumazo, sin siquiera darle una oportunidad para poder conocerlo. Pero ahora las cosas eran diferentes, ya no era el muchacho pobre del pasado que había sido, ahora se había convertido en un hombre muy poderoso, poder del que se iba a valer para desquitarse de Gina. Ella siempre lo había mirado por encima del hombro, y haciéndole sentir insignificante.
Ahora lo imperante, era contactar con un buen detective que lo ayudara en la búsqueda de esa mujer. Encomendaría a Graves el encargo de contactar con el mejor detective de la ciudad, y diciéndose que la investigación tenía que dar frutos cuanto antes, ya que con Gina nunca sabía a lo que atenerse, y existía la posibilidad de que huyera incluso del país, y no podía darse ese lujo, si ella lograba salir, le sería mucho más difícil encontrarla, por no decir que sería imposible. No, eso no iba a suceder, Gina tenía que pagar y con creces por todos los desprecios del pasado y que seguían vivos en su memoria.
Se levantó del sillón y se acercó al cordón para llamar a Graves, y que le sirviera una taza de café bien cargado. El mayordomo no tardó nada en presentarse y cumplir las órdenes del duque. Nolan aprovechó para dar orden de que contactara con el mejor detective, y pensando que debía mantener la cabeza bien fría para poder pensar con claridad. Minutos después, estaba disfrutando de la cálida bebida, mientras observaba el paisaje a través de la ventana. Quisiera o no, Gina iba a caer irremediablemente entre sus brazos y en su cama. Cuanto más intentara ella evitarlo, más empeño pondría él, y por fin podría ver cumplido el sueño que había anhelado desde siempre.
Читать дальше