Los favores burocráticos representan el uso más frecuente del “compadrazgo”. Tales favores incluyen el otorgamiento de certificados, licencias, permisos, pasaportes, y otros tipos numerosos de documentos cuya obtención normalmente requeriría una considerable pérdida de tiempo y trámites molestos. Estos favores pueden ser de muy diversa índole e incluyen la obtención de permisos de importación, de facilidades aduanales, exenciones del servicio militar y la obtención de préstamos.
Escuelas
Existe en Chile una gran demanda por vacantes en escuelas públicas y privadas de alta reputación. Los padres de clase media son muy conscientes del valor que significa una buena educación para un hijo, ya que los compañeros de escuela representan conexiones sociales importantes y duraderas. Cualquier fuente de amistad adquiere gran importancia como forma de extender el área de interacción social más allá del círculo inmediato de la familia. Tal es que un compañero de colegio goza durante toda la vida de un estatus especial que incluye un trato preferencial: este tipo de relaciones suelen rebasar las barreras de clase, de sexo y de origen nacional. Por estos motivos, un colegio deseable será el que proporcione a un niño de clase media el tipo de amistades influyentes que podrán serle de utilidad durante el curso de su vida. Un amigo que ayudará al niño a obtener el ingreso en una de estas escuelas, se hará acreedor de gratitud y proporcionará un favor muy estimado.
Similarmente, las presentaciones sociales a personas influyentes, prestigiosas o potencialmente útiles se considerará como un favor muy especial.
Política
El “compadrazgo” juega un papel muy importante en la política chilena, al punto que varios informantes afirman que el sistema de partidos chileno se basa en gran medida en el “compadrazgo”. Hay conocidos políticos que emergieron a la vida pública gracias a su grupo de seguidores personales. La conversión eventual de favores personales en poder político será materia de una discusión posterior.
3. FAVORES QUE NO SE PUEDEN CONSEGUIR MEDIANTE EL “COMPADRAZGO”
Según un informante, no pueden conseguirse “todos aquellos favores que van contra la ideología de la amistad y de la decencia. Pretender conseguir favores sexuales de una mujer después de haberle hecho un favor se consideraría un comportamiento muy grosero. Toda actividad que vaya en contra de los estándares de la clase media tales como robar, matar, aprovecharse de mujeres o de personas indefensas y en general todo acto que vaya en contra de la dignidad y la caballerosidad”. Tales actos destruirían la idea de la amistad degradándola a complicidad. El “compadrazgo” posee un código moral propio que limita los favores posibles como también las retribuciones. Aunque algunos de los favores descritos más arriba podrían parecer ilegales o contrarios a los estándares de la clase media, debemos anotar que una actividad que implique hacer trampas al gobierno (“hacer leso al fisco”) no se consideraría un crimen moralmente despreciable. Existe también gran tolerancia a las actividades de intriga y rivalidad institucional interna entre grupos, aun cuando tales actividades puedan afectar los cargos y reputaciones de terceros. Esta problemática se discutirá más adelante en relación al problema de los valores.
Desde luego, la lista de favores que se puedan obtener a través del “compadrazgo” depende de la condición de tener al amigo adecuado en el lugar preciso y en el momento necesario. Ningún miembro de la clase media está en la posición de poder utilizar el “compadrazgo” invariablemente en cualquier situación que se presente. Lo importante entonces, es tener el mayor numero posible de amigos y relaciones colocados en una variedad de cargos. Esto produce la tendencia o hábito mental de buscar siempre un “compadre” antes de emprender un asunto, aun de los más triviales.
4. REGLAS DE RECIPROCIDAD
Las sanciones sociales que se aplican a la reciprocidad en el “compadrazgo” suelen ser más fuertes que muchos contratos escritos u obligaciones legales. Según la expresión de un informante, “el no retribuir un favor es tan deshonesto como el adquirir un objeto sin pagar; nunca se olvida cuando alguien ha aceptado un favor importante y luego olvida retribuirlo; sin embargo, ocurre muy raras veces”. El principio tácito del “compadrazgo” está contenido en el dicho “hoy por ti, mañana por mí”.
A pesar de su importancia, el elemento de reciprocidad no se menciona abiertamente. Por otra parte, cuando una persona nunca está en situación de reciprocar, deja de recibir favores. La persona experimentada en el “compadrazgo” tratará de pedir favores con moderación, ya que de lo contrario acumulará obligaciones que tendría que pagar en cualquier momento. La presión moral para satisfacer este tipo de solicitudes reciprocas es muy fuerte aun cuando su cumplimiento pueda acarrear grandes sacrificios personales: esto se atribuye a una tradición de caballerosidad. Una relación establecida de “compadrazgo”, no perdurará a menos que ambos socios intercambien favores de vez en cuando. Si se quiere mantener la relación es necesario activarla periódicamente aunque sea con pequeños favores. Al solicitarlos se le quiere demostrar al amigo que siempre se está dispuesto a hacerle un servicio en cualquier momento.
La reciprocidad no incluye regalos tangibles, y excluye en forma específica cualquier pago en dinero y otras compensaciones materiales. Ofrecer tales compensaciones sería considerado como una ofensa personal entre iguales. Al solicitar la devolución de un favor anterior, se acostumbra mantener ciertas reglas de cortesía que evitan molestias mutuas. Por ejemplo, la solicitud de un favor se insinúa o se sugiere bajo la forma de un consejo, para darle al amigo la oportunidad de proponer el servicio deseado en sus propios términos y como si proviniera de él. Se evitará pedir favores que puedan arriesgar la posición del “compadre” o exponerlo al ridículo. Sin embargo, muchos favores caen en categorías moralmente indefinidas y no es fácil saber hasta qué punto pueda infringirse algún escrúpulo o principio del amigo. Como dijo un informante: “hay favores que no se hacen por ningún motivo, ni siquiera por amistad”.
En resumen, el problema de calcular las posibilidades de reciprocidad en una relación de “compadrazgo” requiere mucho tacto y criterio. El “compadre” cuyos recursos y conexiones son inferiores a los propios no debe ser exigido más allá de sus recursos pero siempre debe dársele la oportunidad de reciprocar. De lo contrario su orgullo le impedirá solicitar nuevos favores hasta que el “compadre” no haya cobrado los favores anteriores. Por otra parte, a un compadre poderoso no se le debe molestar con solicitudes triviales: sus servicios deben ser adecuados a su rango.
Estas reglas de reciprocidad están sujetas a variaciones dependiendo del grado de confianza, o distancia social que existe entre los “compadres”. Entre parientes muy cercanos el intercambio de favores es natural y no hay problemas de reciprocidad o de etiqueta. Algo semejante ocurre entre amigos muy íntimos. Hay favores que se piden más fácilmente a un amigo cercano que a un pariente. En este respecto resulta interesante anotar que los niños chilenos de clase media y alta usan el apelativo “tío” o “tía” para los amigos de sus padres. En esta forma se otorga al amigo un estatus honorario de pariente.
En todos los casos se considera esencial que exista su sentimiento de amistad y de simpatía mutua para una relación de “compadrazgo”. De todas maneras la categoría de “amigo” contiene muchas gradaciones de distancia social. A un amigo íntimo se le piden consejos de índole personal que no se consultarían con un amigo más reciente o menos cercano. A medida que aumenta la distancia social se refuerza también la obligación de reciprocar, hasta llegar a un nivel de alejamiento social en el que se exige abiertamente el pago o la devolución del favor.
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