LAS
JUGADAS
QUE
IMPORTAN
jonathan rowson
Traducción de Daniel López
Título:
Las jugadas que importan. Reflexiones de un ajedrecista
sobre el juego de la vida
© Jonathan Rowson, 2021
Edición original:
The Moves That Matter: A Chess Grandmaster on the Game of Life,
Bloomsbury, 2019
De esta edición:
© Turner Publicaciones SL, 2021
Diego de León, 30
28006 Madrid
www.turnerlibros.com
Primera edición: mayo de 2021
De la traducción:
© Daniel López, 2021
Diseño de la colección:
Enric Satué
Ilustración de cubierta:
© Hombre de negocios observando el futuro con telescopio en
una torre inestable, concepto surrealista, diseño de Francescoch
[Getty Images]
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ISBN: 978-84-18428-48-7
eISBN: 978-84-18428-92-0
DL: M-6290-2021
Impreso en España
La editorial agradece todos los comentarios y observaciones:
turner@turnerlibros.com
Dedicado a Kailash y Vishnu
Es una verdad evidente y básica que la vida, la fortuna y la felicidad de cada cual depende de nuestro conocimiento acerca de las reglas de un juego infinitamente más complicado y difícil que el ajedrez. Lo han practicado personas de todas las edades; cada uno nosotros ha sido alguna vez uno de los dos jugadores. El tablero de ajedrez es el mundo, las piezas son los fenómenos del universo y las reglas del juego son las leyes de la naturaleza. El jugador al que nos enfrentamos, en cambio, permanece oculto al otro lado del tablero.
thomas henry huxley,
a liberal education (1876)
ÍNDICE
Prólogo Prólogo En cierta ocasión, un joven desorientado acudió a un templo de las afueras de su ciudad en busca de ayuda. Se sentía agotado, cansado de fingir que conocía el sentido de la vida. El maestro del templo lo observó atentamente. “¿Qué has estudiado?”, le preguntó. “Lo único que me ha cautivado realmente ha sido el ajedrez”. El maestro buscó a su ayudante más cercano y, después de recordarle sus votos de confianza y obediencia, le ordenó que fuese a buscar un juego de ajedrez y una espada bien afilada. Mientras tanto, el maestro se dirigió al joven: “Jugarás una partida de ajedrez con mi ayudante y le cortaré la cabeza al que pierda. Si el ajedrez es la única cosa que te merece la pena en el mundo, pero no eres capaz de ganar a alguien que apenas conoce sus reglas, no mereces que tu vida se salve”. Durante el transcurso de la partida, el joven empezó a temblar; la posibilidad de su muerte lo devolvió a la vida por primera vez en mucho tiempo. Pero, repentinamente, algo sucedió. Después de unas cuantas jugadas bien conocidas, el joven redescubrió la dicha de la concentración y la belleza de las ideas; su comprensión superior del juego se hizo patente. Cuando advirtió que pronto realizaría jaque mate, miró a su oponente. El ayudante del maestro no tenía nada que ver con él. En el tablero de ajedrez se mostró dubitativo, pero su semblante fue disciplinado, dignificado y pleno de bondad y de vida. Las próximas jugadas podrían ser decisivas, pero en ese momento el joven cambió de estrategia. Se limitó a conservar su ventaja y comenzó a realizar pequeños errores con el objetivo de continuar la partida. El maestro se dio cuenta y puso fin al juego tirando todas las piezas del tablero. “No hace falta que alguien muera hoy –dijo–. En el camino de la vida, solo existen dos cosas son importantes: la concentración y la compasión plena. Hoy, joven, has aprendido ambas cosas”. Aun así, el maestro no resultó concluyente. Los jugadores sabían que la partida podía haber acabado de una manera bien distinta. El joven permaneció durante un tiempo en el templo y los rivales se hicieron amigos de por vida, aunque no se sabe si volvieron a jugar al ajedrez en alguna otra ocasión.
Introducción
i Pensar y sentir. La concentración es libertad
ii Ganar y perder. Lo importante es todo lo que está en juego
iii Aprender y desaprender. Nuestros pilotos automáticos requieren atención y cuidado
iv Culturas y contraculturas. El escapismo es una trampa
v Cíborgs y ciudadanos. Los algoritmos son titiriteros
vi Poder y amor. Tenemos que hacer las paces con nuestros conflictos
vii Verdad y belleza. Existe otro mundo, pero está en este
viii La vida y la muerte. La felicidad no es lo más importante
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Agradecimientos
apéndice. La notación algebraica
Prólogo
En cierta ocasión, un joven desorientado acudió a un templo de las afueras de su ciudad en busca de ayuda. Se sentía agotado, cansado de fingir que conocía el sentido de la vida.
El maestro del templo lo observó atentamente. “¿Qué has estudiado?”, le preguntó.
“Lo único que me ha cautivado realmente ha sido el ajedrez”.
El maestro buscó a su ayudante más cercano y, después de recordarle sus votos de confianza y obediencia, le ordenó que fuese a buscar un juego de ajedrez y una espada bien afilada.
Mientras tanto, el maestro se dirigió al joven: “Jugarás una partida de ajedrez con mi ayudante y le cortaré la cabeza al que pierda. Si el ajedrez es la única cosa que te merece la pena en el mundo, pero no eres capaz de ganar a alguien que apenas conoce sus reglas, no mereces que tu vida se salve”.
Durante el transcurso de la partida, el joven empezó a temblar; la posibilidad de su muerte lo devolvió a la vida por primera vez en mucho tiempo. Pero, repentinamente, algo sucedió. Después de unas cuantas jugadas bien conocidas, el joven redescubrió la dicha de la concentración y la belleza de las ideas; su comprensión superior del juego se hizo patente.
Cuando advirtió que pronto realizaría jaque mate, miró a su oponente. El ayudante del maestro no tenía nada que ver con él. En el tablero de ajedrez se mostró dubitativo, pero su semblante fue disciplinado, dignificado y pleno de bondad y de vida.
Las próximas jugadas podrían ser decisivas, pero en ese momento el joven cambió de estrategia. Se limitó a conservar su ventaja y comenzó a realizar pequeños errores con el objetivo de continuar la partida. El maestro se dio cuenta y puso fin al juego tirando todas las piezas del tablero.
“No hace falta que alguien muera hoy –dijo–. En el camino de la vida, solo existen dos cosas son importantes: la concentración y la compasión plena. Hoy, joven, has aprendido ambas cosas”.
Aun así, el maestro no resultó concluyente. Los jugadores sabían que la partida podía haber acabado de una manera bien distinta. El joven permaneció durante un tiempo en el templo y los rivales se hicieron amigos de por vida, aunque no se sabe si volvieron a jugar al ajedrez en alguna otra ocasión.
Introducción
Decir que el ajedrez es tan solo un juego es lo mismo que afirmar que el corazón es tan solo un músculo. Existe un órgano encargado de bombear la sangre a todo el cuerpo, pero el corazón es también lo que sostiene la vida, da significado al amor y otorga sentido al coraje. Del mismo modo, el ajedrez es tan solo un tablero con sesenta y cuatro casillas, treinta y dos piezas y algunas reglas, pero también ha llegado a ser una metáfora de las grandes y pequeñas batallas humanas, así como un espejo encantado de la psique humana y un icono de lo profundo y lo difícil.
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