No me hice llamar 50 Cent sino hasta que fui mayor, pero, desde que era niño, siempre sentí que había dos partes de mí, dos identidades con las que debía sentirme cómodo: el lado que me permitía existir en casa de mi abuela, donde no se toleraban las groserías y los domingos eran para ir a la iglesia, y el lado que me permitía sobrevivir en las calles. Necesitaba ambas partes para salir adelante.
Hubo ocasiones en las que llegué a preguntarme si había algo malo en mí. ¿Tenía todo el mundo esa dualidad dentro de sí? ¿O estaba yo un poco mal de la cabeza?
Hoy puedo ver que no tenía nada raro; por el contrario. Mi capacidad para sacarle partido a mis dos personalidades ha sido una de mis fortalezas más grandes. 50 Cent me llevó a la cima; Curtis Jackson es el hombre que ha logrado mantenerme ahí.
En este punto, llevo más tiempo moviéndome en el mundo corporativo del que estuve afanándome en la calle. Sólo hice dinero sucio entre los doce y los veinticuatro años. He hecho mi fortuna de forma legal y corporativa entre los veinticinco y los cuarenta y cuatro años. Es el doble de tiempo que pasé en las calles.
No es de sorprender que, en este momento, las calles y el mundo de los negocios no me parezcan tan distintos. En ninguno de los dos se juega limpio. Los dos son ultracompetitivos. Los dos son despiadados. Y tú puedes dominarlos si sigues estos principios básicos:
Sé temerario. La mayoría de la gente huye de lo que le da miedo. Yo corro hacia ello. Eso no significa que crea que soy a prueba de balas (aprendí por las malas que no lo soy) o que no estoy consciente del peligro. Siento tanto miedo como cualquier otra persona.
Sin embargo, uno de los peores errores que comete la gente es aprender a sentirse cómoda con sus miedos. Sea lo que sea que me esté preocupando, lo enfrento y me involucro hasta que la situación se resuelve. Negarme a sentirme cómodo con mis miedos me da una ventaja en casi cualquier circunstancia.
Cultiva el corazón de un buscavidas. Afanarse, o ser un buscavidas, puede asociarse con el tráfico y la venta de drogas, pero en realidad es un rasgo que comparten los triunfadores en casi todas las profesiones. Steve Jobs era tan buscavidas en Apple como lo era yo en las calles.
La clave para desarrollar ese rasgo en tu propia personalidad es aceptar que nunca estás dirigiéndote hacia una meta particular. Esforzarse es un motor que tiene que estar encendido dentro de ti todos los días. La pasión es su combustible. Si puedes mantener ese motor encendido, te llevará a donde quieras llegar en la vida.
Forma una banda sólida. Tú serás tan fuerte como la persona más débil de tu grupo. Por eso debes ser sumamente consciente de quiénes te rodean. La traición nunca está tan lejos como quisiéramos.
Por eso es imperativo encontrar el equilibrio entre generar confianza y disciplina entre las personas con quienes trabajas y darles la libertad para que sean ellas mismas. Si logras alcanzar ese equilibrio, estarás en la posición ideal para obtener lo mejor de tu equipo.
Debes saber cuál es tu valor. Uno de los pilares de mi éxito perdurable es que nunca me apresuro a cerrar un trato. Aun cuando mi nombre es sinónimo de “cobrar lo tuyo”, nunca persigo el dinero. Evalúo cada proyecto basado en su potencial a largo plazo, no según qué tan grande podría ser el primer cheque.
La razón por la que hago eso es porque tengo una confianza suprema en mi valor y mis capacidades. Estoy seguro de que, siempre y cuando apueste por mí, voy a ganar.
Evoluciona o muere. Si hubiera sido incapaz o no hubiera estado dispuesto a evolucionar como persona, hoy estaría muerto o en la cárcel. Una de las claves de mi éxito es que en cada etapa de mi vida he estado dispuesto a evaluar la situación en la que estoy y hacer los ajustes necesarios.
Si bien siempre he tomado cosas de las lecciones que aprendí en la calle, nunca me he limitado a ellas. En cambio, siempre estoy buscando absorber nueva información de tantas fuentes como sea posible. No me importa de dónde vengas ni cómo te veas; si has generado algún tipo de éxito, quiero aprender de ti.
Moldea la percepción. Todo lo que compartas con el mundo —tus palabras, tu energía y hasta lo que escuchas— cuenta una historia. Debes asegurarte de que tu narrativa siempre te presente como quieres ser visto, incluso si la realidad cuenta una historia un tanto distinta.
Uno de los secretos para obtener lo que quieres en la vida es generar la percepción de que no necesitas nada. Quizá sea una energía difícil de proyectar, sobre todo si no la estás pasando muy bien que digamos. Pero comprometerte con esa percepción te hará más atractivo en lo profesional, en lo personal y hasta en lo romántico.
No temas competir. A algunas personas les gusta pintarme como un troll , pero eso no es lo que soy. Mi primer instinto siempre es construir relaciones positivas y mutuamente beneficiosas con la gente. Pero si a alguien no le interesa ser mi amigo, yo no tengo ningún inconveniente con que seamos enemigos.
Creo que la competencia es saludable para todas las partes involucradas. Ya sea enfrentándome a raperos bien establecidos o a programas de televisión exitosos, siempre he alcanzado mis mayores éxitos cuando me he enfrentado a mis rivales de forma directa y sin vacilar.
Aprende de tus derrotas. A pesar de los muchos triunfos que he tenido a lo largo de los años, las derrotas han sido mucho más numerosas. Eso no me convierte en una excepción entre la gente exitosa; me hace parte de la regla. No conozco a un solo rapero, magnate, ejecutivo o empresario cuyas derrotas no superen a sus victorias.
Lo que distingue a esas personas del resto es que, en vez de quejarse o esconderse detrás de sus derrotas, buscan aprender de ellas de forma activa.
Evita subirte al ladrillo. A mí nadie me dio nada. He tenido que luchar por todo lo que he conseguido. Por eso, la idea de subirme a un ladrillo y creer que lo merezco todo nunca se filtró en mi mentalidad. Aun así, sin importar a donde mire —ya sean las calles o las salas de juntas—, veo mucha gente que cree que se merece todo.
Nunca lograrás un éxito duradero si no te haces responsable de todo lo que ocurra en tu vida. Nadie te debe nada, así como tú no le debes nada a nadie. Una vez que aceptes esa verdad fundamental y que tú tienes el control de tu destino, tantas puertas que parecían cerradas se abrirán ante ti.
En mi infancia, leer solía ser considerado una tarea que había que soportar y no una herramienta que podía ayudarte a mejorar tu vida.
Por culpa de esa mentalidad, no importa cuántos secretos comparta en este libro sobre la felicidad, los negocios o cómo mejorar tu vida; habrá muchas personas en el barrio que no los van a encontrar. Y es que simple y sencillamente no se sientan a leer. Pueden pasar junto a un libro como éste miles de veces, hasta que esté cubierto de polvo, y jamás se les ocurrirá siquiera pensar en abrirlo.
Tampoco es del todo culpa suya. Muchos libros están escritos con un lenguaje que no es accesible para todo el mundo. En lo personal, no empecé a leer sino hasta que encontré a autores como Donald Goines y Iceberg Slim, quienes escribían en una voz que me resultaba familiar. Su estilo me hacía sentir cómodo y, una vez que tuve ese confort, adquirí también la confianza para comenzar a explorar a autores que venían de un contexto diferente al mío, como don Miguel Ruiz, Paulo Coelho y uno que incluso llegó a convertirse en buen amigo y colaborador, Robert Greene.
Incluso si no vienes de las calles (y, dado lo diversa que se ha vuelto mi audiencia, es probable que no sea el caso) diste un paso importante con el simple hecho de tomar este libro. Hoy en día, mucha gente ha reemplazado la lectura con los clics: le echan un ojo sólo a la superficie de un tema —tal vez ven un video corto o leen una página de Wikipedia— y piensan que hicieron el trabajo necesario.
Читать дальше