Carmen Resino - El hombre que no quería hacer el amor

Здесь есть возможность читать онлайн «Carmen Resino - El hombre que no quería hacer el amor» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El hombre que no quería hacer el amor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El hombre que no quería hacer el amor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una extraña y obsesiva historia de amor en la que ambos amantes, aunque de muy diferentes formas, serán cómplices y culpables.
José María, un hombre de ambigua sexualidad y que vive al amparo de su madre, sufre un perpetuo conflicto: ama a las mujeres, pero rechaza una relación íntima, lo que le ha llevado a sus cuarenta y seis años a una escasa y difícil vida sentimental y a crearse un mundo ficticio.
Cuando se entera de que Ana, una mujer amiga de su madre y de la que siempre estuvo enamorado, acaba de enviudar, empezará a llamarla y a salir con ella. Pero Ana, una conocida escritora de novelas de misterio, utilizará esta relación para la novela que está escribiendo.
Cuando José María comprende que ha sido utilizado, decidirá vengarse. Pero de esta venganza no será el único culpable: Ana, que ha movido sutilmente los hilos, también está detrás.

El hombre que no quería hacer el amor — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El hombre que no quería hacer el amor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Maite tenía los ojos claros, la piel tostada, el cabello pálido, como si no estuviera coloreado del todo, la belleza justa, discreta. Podía haber sido, pensaba José María, la novia perfecta, esa que todo muchacho sueña para sí, pero él no quería novia, ni perfecta ni imperfecta. Solo una compañera para el tenis, y después, algo impreciso, indeterminado, a lo que recurría en sus dilatadas soledades. Sí, todo era impreciso en sus afanes, excepto en el deporte, donde siempre procuraba ganar. También a Maite le ganaba.

De los partidos de tenis, de los quites deportivos, del medirse a través de la red, pasaron a ese otro de las miradas, de los apretones de manos, de los besos, hasta que un día ella le preguntó: «¿eran novios o no eran novios? ¿Qué eran?». A todas las mujeres les daba por preguntar. Ese era su fallo. Y Maite se acabó como se acabaron otras: nada más empezar. ¿Por qué se empeñaban todas en lo mismo? ¿No les bastaba con los besos, con las caricias? No; ellas querían más, siempre quieren más.

«No puede ser. Mejor será que lo dejemos», le dijo, y para hacer menos traumática la frase, le cogió una mano; una mano pequeña, de niña casi.

Todavía se acordaba de aquella mano en la suya: una mano fuerte para la raqueta, para la pegada, pero, en la suya, débil e infantil. Y aquella imagen de la mano, tan caprichosamente selectiva, redujo durante un tiempo el total de Maite, eliminando todos los recuerdos, arrojando al olvido todo lo demás.

Pero al menos, Maite había sido discreta y digna. No como otras. Maite había aceptado su derrota que a la larga fue su triunfo. Su triunfo, sí, porque Maite se había casado con un chico muy de su estilo, discreto y guapo también, y ahora se paseaban por el club con dos niños rubios y preciosos. De haber seguido con él, de haber emprendido el noviazgo que ella pretendía, hubieran sido víctimas los dos: él también, como otras veces.

Tras Maite había tenido otros compañeros de partida, pero todos se habían ido dispersando como por arte de magia. Cuando se quejaba (últimamente casi nunca) de no tener amigos, su madre le presentaba la soledad como un mérito: «¿Para qué quieres los amigos? Para que se aprovechen de ti. Para eso sirven las amistades: para sacarte lo que puedan. Pero si tienes un mal momento o una desgracia, no hay amistad que valga. Las personas de calidad, las que tenemos principios, estamos condenados a estar solos. Ya sabes: Dios los cría y ellos se juntan. ¿Con quién nos vamos a juntar nosotros, me lo quieres decir?». Y si José María se mostraba quejoso por el comportamiento de algún compañero, su madre le decía: «Déjale, déjale que se vaya, mejor, mucho mejor. ¿Dónde vas tú con ese? A enemigo que huye…Ante todo, mira por ti. Nadie lo hará, excepto tu madre. Cuanto más se da uno, más decepciones; cuantos más sacrificios, menos agradecimiento. ¡Así es la vida de injusta!», y de esta manera le iba adentrando por los caminos de la misantropía, en el estancamiento de la soledad. Ninguno, según su madre, era digno de su amistad, ninguno capaz de descalzarle. Convertía así la oración en pasiva, el defecto en virtud, la carencia en motivo de orgullo. No le bastaba con prevenirle contra las mujeres: «¡que no te agarren por el sexo!», también le alejó de los amigos, de todo movimiento gregario. En un principio, echó en falta ese mundo de las relaciones, de la amistad. Luego, andando el tiempo, solo notó que las necesitaba para el tenis, y finalmente, ni eso, que cuando le fallaba la eventualidad de una pareja para jugar un partido, se consolaba peloteando al frontón.

El frontón era un reto en solitario en el que se movía con indudable destreza. Lanzaba como auténtico pelotari la pelota contra la pared y su mano, su fuerte mano, su cada vez más fuerte mano, la recogía: pim-pam, pim-pam. Al principio de jugar notaba que la mano se le abría, se le hinchaba y se le llenaba de callos. Luego, calor, mucho calor, como si ardiera. Luego, nada. Su mano era una especie de pala, efectiva, potente, y cuando se embalaba, cuando dominaba ese ir y venir de la pelota con la sola fuerza de su mano, se sentía aún más libre y poderoso que con el tenis. Era como si estuviera solo contra el mundo y que, pese a estarlo o precisamente por eso, podía vencer.

Nadar era otro reto; más comedido, más íntimo, pero reto también; de manera que después de haber peloteado casi una hora, se dirigió a los vestuarios, abrió su taquilla, se puso el bañador, el gorro reglamentario, las gafas, y se fue a la piscina. Al principio braceó intensamente, devorando la calle que le correspondía. Tocaba pared y volvía, volvía y tocaba pared. Luego empezó a ralentizar, a deslizarse de un lado para otro en forzada lentitud, como si quisiera estudiar todos y cada uno de los recodos de aquel pequeño océano claustrofóbico y doméstico. Parecía, yendo de un lado para otro, con aquellos movimientos lentos, sus ojos a través de las redondas gafas, un tiburón en un acuario.

Eran casi las nueve cuando salió del club. Al pasar por los vestuarios y por recepción, muchos le saludaron: «adiós, José Mari. ¿No vienes a tomar una copa?», le preguntaban con cierta sorna. Santi, que salía del bar, se disculpaba: «perdona, chico. Se me olvidó reservar. ¿Vienes a tomar algo?... ¿Otro día?... Nos vemos. ¡Ciao!». Odiaba a la gente que decía ¡ciao! Sonaba a falso, a mentira. Belén le observaba, dibujando una leve sonrisa en su pintada boca. Demasiado pintada, pensaba él.

6

Todos los domingos desde que su madre le compró el coche, un Volkswagen Polo que un poco más tarde sustituyó por un Golf GTI, verde oscuro metalizado, salía al campo. Calzado con zapatos cómodos y armado de prismáticos, había visitado muchos de los desconocidos y bellos pueblos de Madrid; pateado zonas húmedas, embalses, cantiles y cortados para contemplar águilas, cernícalos y halcones peregrinos. Le encantaba observarlos y le maravillaba su forma de volar, de planear, de caer en picado, de atacar.

Un compañero del club le había hablado de una escuela muy cerca de Villanueva del Pardillo donde hacían ala delta: «es fantástico volar. La sensación de verte en el aire no se parece a nada, no puede compararse con nada… Si puedes, no dejes de hacerlo». No necesitaba que le tentaran: desde que había observado a las águilas y a los halcones, se moría de ganas de probarlo. Se imaginaba surcando los cielos, planeando, ascendiendo, viendo desde las alturas las casas y las cosas diminutas, los hombres como hormigas, lejos de su alcance, sorteando el aire y volviendo a descender en picado como ellas, como las rapaces. Pero no fue posible. Casi nunca era posible lo que le gustaba. Los cursos eran caros, al menos para su presupuesto, y la ilusión de practicar una de esas actividades se esfumó la misma mañana de domingo que fue a informarse y luego, por la tarde, cuando se lo dijo a su madre.

─¡Qué ocurrencias! ¡Voy a pagarte un curso de esos para que te estrelles! Si te pasa algo me arruinas la vida. ¿Es eso lo que quieres? ¿Arruinarme la vida? Nada, nada, olvídate.

Menos consiguió por la vía indirecta:

─ ¿Por qué no vendemos lo de papá? ─Se lo había propuesto en más de una ocasión, y ella siempre le contestaba lo mismo:

─¿Me dices de veras que vendamos lo de tu padre? ─Su madre hacía la pregunta con suavidad, con una humildad casi franciscana, sin alzar la voz, pero él sabía que era su forma sibilina de actuar, de imponerse, y que, a la más mínima, se le desbocarían los caballos.

─En realidad, ¿para qué queremos todo eso?

─¿Cómo que para qué lo queremos? Por si vienen malos tiempos. Hay que prever. No olvides que tú no ganas ─ella siempre se lo soltaba, le arrojaba a la cara su incapacidad para ganarse la vida─. Vender una propiedad, lo último. ¡Óyelo bien! ¡Lo último! ¿Te falta algo acaso? ─A su madre siempre le parecía que tenía de sobra─. Tienes un buen techo, estás comido, trajeado, y tienes para tus pequeños vicios. ¿Para qué más? ¿Alguna queja? ¿Acaso no cumplo?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El hombre que no quería hacer el amor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El hombre que no quería hacer el amor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El hombre que no quería hacer el amor»

Обсуждение, отзывы о книге «El hombre que no quería hacer el amor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x