El hombre que perdió su sombra
Título original: Peter Schlemihls wundersame Geschichte (La maravillosa historia de Peter Schlemihl)
D. R. © 1814, Adelbert von Chamisso
D. R. © 1910, Thomas Mann, por el prólogo, cedido por S. Fischer Verlag GmbH.
D. R. © 1982, Manuela González-Haba, por la traducción y las notas, cedida por Grupo Anaya, S.A.
D. R. © 1982, Feliu Formosa, por la traducción del epílogo de Thomas Mann
D. R. © 2020, David Espinosa, El Dee , por las ilustraciones
Primera edición: agosto de 2020
D. R. © 2020, de la presente edición en castellano para todo el mundo:
Perla Ediciones ®, S.A. de C.V.
Venecia 84-504, colonia Clavería, alcaldía Azcapotzalco, C. P. 02080, Ciudad de México
www.perlaediciones.com/ contacto@perlaediciones.com
Facebook / Instagram / Twitter: @perlaediciones
La presente obra es traducción directa e íntegra del original alemán en su primera edición completa, publicada en Berlín por Johann Leonhard Schrag en 1835.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
ISBN: 9786079889883
Conversión eBook:
Mutāre, Procesos Editoriales y de Comunicación
ÍNDICE
Página de título
Página de créditos El hombre que perdió su sombra Título original: Peter Schlemihls wundersame Geschichte (La maravillosa historia de Peter Schlemihl) D. R. © 1814, Adelbert von Chamisso D. R. © 1910, Thomas Mann, por el prólogo, cedido por S. Fischer Verlag GmbH. D. R. © 1982, Manuela González-Haba, por la traducción y las notas, cedida por Grupo Anaya, S.A. D. R. © 1982, Feliu Formosa, por la traducción del epílogo de Thomas Mann D. R. © 2020, David Espinosa, El Dee , por las ilustraciones Primera edición: agosto de 2020 D. R. © 2020, de la presente edición en castellano para todo el mundo: Perla Ediciones ®, S.A. de C.V. Venecia 84-504, colonia Clavería, alcaldía Azcapotzalco, C. P. 02080, Ciudad de México www.perlaediciones.com / contacto@perlaediciones.com Facebook / Instagram / Twitter: @perlaediciones La presente obra es traducción directa e íntegra del original alemán en su primera edición completa, publicada en Berlín por Johann Leonhard Schrag en 1835. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. ISBN: 9786079889883 Conversión eBook: Mutāre, Procesos Editoriales y de Comunicación
Prólogo:A mi viejo amigo Peter Schlemihl PRÓLOGO: A MI VIEJO AMIGO PETER SCHLEMIHL DESPUÉS DE MUCHOS AÑOS, tengo de pronto en mi mano algo escrito por ti, y maravillosamente rememoro el tiempo en que fuimos amigos, desde el momento mismo en que empezamos a ir al colegio. Soy un hombre de cabellos grises y no tengo vergüenza falsa; te llamaré delante de todos, como en otros tiempos, mi amigo. ¡Pobre amigo mío! El Maligno no se ha ensañado tanto conmigo como contigo. Me he esforzado y he esperado, las noches en blanco, y al final he conseguido poco. Pero jamás podrá gloriarse el Tenebroso de haberme tenido sujeto por la sombra. Tengo la sombra con la que he nacido. Perder su rastro no me he permitido. Me llegó, aunque inocente como un niño, la burla que a tu falta dedicaban. ¿Es que somos los dos tan semejantes? Me gritaban: Schlemihl, ¿y tu sombra? Yo se las mostraba, y ellos se hacían los ciegos, y no se cansaban de reír. ¿Qué le voy a hacer sino llevarlo con paciencia? Quisiera saber lo que es una sombra. ¡Cuántas veces me lo he preguntado! ¿Es tan enormemente inapreciable, …? Esto es lo que sé después de haber pasado diecinueve mil días sobre mí acumulando sabiduría: los que hemos concedido un ser a la sombra vemos ahora a la sombra disfrazarse de ser. Démonos la mano por encima de todo, Schlemihl. Sigamos avanzando y dejemos las cosas como están; por nada del mundo nos preocupemos por tenerlas bien sujetas. Nos deslizamos ya cerca del fin. Que rían y cambien unos y otros; nosotros, después de la tempestad, dormiremos tranquilos un sano sueño en el puerto. Berlín, agosto de 1834
Carta a Julius Eduard Hitzig, de Von Chamisso
Carta a Julius Eduard Hitzig, de Fouqué
Carta a Fouqué, de Hitzig
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
Epílogo, de Thomas Mann
Acerca de los autores
Acerca de este libro
PRÓLOGO:
A MI VIEJO AMIGO PETER SCHLEMIHL
DESPUÉS DE MUCHOS AÑOS,
tengo de pronto en mi mano
algo escrito por ti,
y maravillosamente
rememoro el tiempo en que fuimos amigos,
desde el momento mismo en que empezamos a ir al colegio.
Soy un hombre de cabellos grises
y no tengo vergüenza falsa;
te llamaré delante de todos, como en otros tiempos, mi amigo.
¡Pobre amigo mío!
El Maligno no se ha ensañado tanto conmigo
como contigo.
Me he esforzado y he esperado,
las noches en blanco,
y al final
he conseguido poco.
Pero jamás podrá gloriarse el Tenebroso
de haberme tenido sujeto por la sombra.
Tengo la sombra con la que he nacido.
Perder su rastro no me he permitido.
Me llegó, aunque inocente como un niño,
la burla que a tu falta dedicaban.
¿Es que somos los dos tan semejantes?
Me gritaban: Schlemihl, ¿y tu sombra?
Yo se las mostraba,
y ellos se hacían los ciegos,
y no se cansaban de reír.
¿Qué le voy a hacer
sino llevarlo con paciencia?
Quisiera saber lo que es una sombra.
¡Cuántas veces me lo he preguntado!
¿Es tan enormemente inapreciable,
…?
Esto es lo que sé
después de haber pasado diecinueve mil días sobre mí
acumulando sabiduría:
los que hemos concedido un ser a la sombra
vemos ahora a la sombra disfrazarse de ser.
Démonos la mano por encima de todo,
Schlemihl.
Sigamos avanzando
y dejemos las cosas como están;
por nada del mundo
nos preocupemos por tenerlas bien sujetas.
Nos deslizamos ya cerca del fin.
Que rían y cambien unos y otros;
nosotros,
después de la tempestad,
dormiremos tranquilos un sano sueño en el puerto.
Berlín, agosto de 1834
CARTA A JULIUS EDUARD HITZIG, DE VON CHAMISSO
TÚ, QUE NO TE OLVIDAS de nada, te acordarás de un cierto Peter Schlemihl, que hace tiempo viste algunas veces en mi casa, un muchacho zanquilargo al que se le tenía por torpe, porque era zurdo, y que parecía perezoso por su desidia. Yo le tenía cariño… No puedes haber olvidado, Eduard, cómo en nuestros buenos tiempos una vez se escapó de nuestros sonetos; yo lo llevé a uno de nuestros tés poéticos y él se durmió mientras escribíamos, sin esperar a la lectura. Y ahora me acuerdo también de un chiste que hiciste a su costa. Lo viste una vez —Dios sabe cuándo y dónde— con una vieja
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