Omraam Mikhaël Aïvanhov
Hrani yoga
El significado alquímico y mágico de la nutrición
Traducción del francés
ISBN 978-84-943098-9-2
Título original:
Hrani yoga
Le sens alchimique et magique de la nutrition
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Hrani yoga
Os diré hoy unas palabras sobre la nutrición.
Pensáis que no es interesante, ni importante, ni útil para vosotros, puesto que no habéis dejado de comer desde vuestro nacimiento. No dudo de que hayáis comido desde vuestra llegada a este mundo, pero os presentaré la nutrición bajo un aspecto que todavía no conocéis y que quizá os asombre.
Por la mañana, a mediodía y por la noche, todo el mundo se ocupa de alimentarse para mantenerse en buena salud. Pero, durante las comidas, la gente está acostumbrada a hablar, a gesticular, y hasta a pelearse con los demás, y, por tanto, a fin de cuentas, a enfermarse. Todos conocen la importancia del alimento y saben que si tienen de qué comer estarán salvados; y para ello hacen guerras y revoluciones. Pero, al mismo tiempo, no saben comer; ¿cómo comprender entonces a los humanos? Únicamente los Iniciados, que desde hace mucho tiempo se han fijado en esta cuestión tan importante de la nutrición, saben cómo conviene considerarla, y yo voy a tratar hoy de haceros conocer su punto de vista.
Suponed que, debido a ciertas circunstancias, hayáis estado privados de alimento durante varios días y os encontráis tan debilitados que ya no podéis andar, ni siquiera hacer un movimiento: estáis torpes y languidecéis hasta el punto de estar en peligro de muerte. Aunque sepáis muchas cosas, aunque seáis sabios, aunque poseáis poderes mágicos, ni vuestros conocimientos ni vuestros poderes valen gran cosa comparados con un pedazo de pan o con una fruta que alguien os da para reanimaros. ¿Acaso no es esto maravilloso? ¿No veis que este pan es un elemento mágico formidable? Un sólo bocado ha puesto en acción tantas fábricas y tantas fuerzas que no bastaría una existencia entera para enumerarlas todas.
Pero no os habéis parado a reflexionar en los elementos que contiene este alimento, ni en el hecho de que, para recuperaros, éste ha sido más fuerte incluso que vuestros pensamientos, vuestros sentimientos y vuestra voluntad. Este alimento, al que solamente dais una importancia instintiva y no una importancia intelectual consciente, es lo único capaz de volveros a dar la fuerza y la salud. Gracias a él podéis de nuevo actuar, hablar, sentir, pensar. Tomáis unos alimentos que no saben ni hablar, ni expresarse, ni escribir, y, sin embargo, gracias a ellos, ¡cuántas cosas suceden en vosotros! Proferís palabras, dais órdenes, escribís libros (buenos o malos), componéis sinfonías, lo obtenéis todo, el poder, la riqueza, la gloria, y todo gracias al alimento…
Los Iniciados han reservado un lugar en sus trabajos a las investigaciones sobre la nutrición. Y han encontrado que el alimento, que está preparado en los laboratorios divinos con una sabiduría indecible, contiene unos elementos mágicos capaces de conservar o de restablecer la salud física y psíquica y de aportar las más grandes revelaciones. Pero es necesario conocer en qué condiciones y con qué medios podemos extraer estos elementos, y que el medio más eficaz es el pensamiento.
No hay palabras para expresar el estruendo, la cacofonía, el ruido espantoso que hacen actualmente los hombres cuando están comiendo juntos. Uno se queda grogui cuando asiste a estas comidas. Sólo los animales prehistóricos pueden sentirse bien, porque se encuentran en su elemento; pero todos aquéllos que aspiran a la paz y a la armonía se quedan completamente extenuados. Después de una comida así hay que irse a descansar, o hasta a dormir, porque nos sentimos somnolientos, pesados, y los que deben trabajar lo hacen sin gusto ni entusiasmo. Mientras que el que ha sabido comer correctamente se encuentra lúcido y bien dispuesto.
Si comemos de forma mecánica, inconsciente, haciendo gestos rápidos, bruscos, tragando más que masticando, agitando en nuestra cabeza y en nuestro corazón pensamientos y sentimientos caóticos, incluso discutiendo con alguien, se perturba el organismo en todas sus funciones y ningún proceso de desarrolla ya correctamente, ni la respiración, ni la circulación, ni la digestión, ni las secreciones, ni la eliminación de las toxinas. Miles de personas enferman de esta manera, sin saber que sus males provienen de su forma de alimentarse. Mirad lo que sucede en las familias. Antes de la comida nadie tiene nada que decirse, cada uno está en su rincón, leyendo, escuchando la radio, cosiendo, etc… Pero en cuanto hay que ponerse a la mesa todos tienen historias que contarse, o incluso cuentas que ajustar, y hablan, discuten, se pelean. Una actitud así es extremadamente peligrosa para la salud y, si uno es inteligente, debe evitar cultivarla.
Tomemos ahora una fruta. Sin detenernos en su sabor, en su perfume, en su color, en su materia etérica (lo que es todavía otra cuestión), consideremos que esta fruta está llena de rayos de Sol; es una carta escrita por el Creador que nosotros debemos descifrar. Todo depende de la forma en que leamos esta carta. Si no sabemos leerla, no obtendremos de ella ningún beneficio. Diréis: “Pero, entonces, ¿cómo debemos comer?…”
En el momento de ponerse a la mesa, después de haberse lavado las manos, un Iniciado se pone en las mejores condiciones para recibir los elementos preparados en los laboratorios de la naturaleza. Se recoge, se conecta con el Creador, dice una oración, corta o larga, y, en el silencio y la paz, empieza este proceso de la más alta magia blanca: la nutrición. Toma un primer bocado, que procura masticar durante el mayor tiempo posible hasta que desaparezca en su boca, sin ni siquiera tener que tragarlo. El estado en el que tomamos el primer bocado es extremadamente importante. Debemos, pues, prepararnos para hacerlo en la mejor disposición posible, porque este primer bocado es el que desencadena interiormente todos los engranajes. Si empezáis en un estado armonioso, todo lo demás se desarrollará armoniosamente.
También es muy importante masticar bien. Porque favorece la digestión, desde luego, pero también por otra razón muy importante: la boca, que es la primera en recibir el alimento, es el laboratorio esencial, porque es el más espiritual. La boca juega, en otro plano, el papel de un verdadero estómago; absorbe las partículas etéricas del alimento, las energías más finas y más poderosas, y los materiales más groseros se envían después al estómago. La boca contiene unos aparatos sumamente perfeccionados, unas glándulas, situadas sobre la lengua y bajo la lengua, que se encargan del trabajo especial de captar las partículas etéricas del alimento. ¡Cuántas veces habréis hecho esta experiencia! Estabais ahí, casi muertos de hambre, inanimados, y empezáis a comer… Desde los primeros bocados, antes incluso de que el alimento haya podido ser digerido, ya os sentís restablecidos, revigorizados. ¿Cómo pudo suceder tan rápidamente? Gracias a la boca, el organismo ya había absorbido unas energías extraordinarias. Había absorbido los elementos etéricos que fueron a alimentar al sistema nervioso. Antes de que el estómago reciba el alimento, el sistema nervioso ya está alimentado. Hay que extraer del alimento sus energías divinas y eso sólo se hace a través de la boca.
Un Iniciado toma sus comidas de forma que pueda extraer del alimento los elementos nutritivos que entrarán como materiales de construcción, no solamente en su organismo físico sino también en su organismo espiritual. Dado que el hombre no sólo posee un cuerpo físico, sino también otros cuerpos más sutiles (los cuerpos etérico, astral, mental, causal, búdico y átmico), la cuestión que él se plantea es saber cómo alimentar a estos cuerpos sutiles que a menudo están subalimentados debido a su desconocimiento.1 Sabe, más o menos, qué alimento debe dar a su cuerpo físico (y digo más o menos, porque la mayoría de los humanos comen carne, lo que es nocivo para su salud física y psíquica), pero no sabe alimentar a los demás cuerpos: al cuerpo etérico (o cuerpo vital), al cuerpo astral (sede de las emociones), al cuerpo mental (sede del pensamiento), etc.
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