Cuando habéis terminado la comida, no debéis levantaros inmediatamente para empezar a trabajar y a discutir. Pero tampoco es bueno que os tumbéis una o dos horas en un sillón o en una tumbona. Cuando hayáis acabado de comer, permaneced tranquilos durante unos momentos haciendo respiraciones profundas para que el prana permita un mejor reparto de las energías en el organismo. Así os sentiréis muy bien dispuestos para emprender toda clase de trabajos. Mientras que si os acostáis para descansar, supuestamente, en realidad no descansáis, os apoltronáis, vuestro organismo se entorpece.
Quizá nunca hayáis considerado la nutrición bajo este ángulo. En la nueva raza que viene, se enseñará a los humanos que la nutrición no es un proceso tan simple, tan corriente y poco apreciado como tienen tendencia a pensar, sino que detrás de este acto cotidiano de comer Dios ha escondido para cada uno de nosotros la posibilidad de hacer un trabajo psíquico de la más alta importancia, porque la nutrición concierne a la totalidad del ser humano.
Suponed que no tengáis tiempo de rezar porque estéis desbordados de ocupaciones: utilizáis este pretexto para no tener ninguna vida espiritual. En realidad, por lo menos tres veces al día tenéis las mejores condiciones para conectaros con el Cielo, con el Señor, porque tres veces al día os veis obligados a comer. Todo el mundo está obligado a comer todos los días. Siempre nos tomamos el tiempo para comer. No tenemos tiempo para rezar, no tenemos tiempo para leer, para meditar, claro, pero siempre tenemos tiempo para comer. No podemos dejar de comer; eso todo el mundo lo comprende. Incluso la gente más cruel, en las cárceles, o en cualquier sitio, os dará de comer. Os humillarán, os martirizarán, os privarán de todo, pero os darán algunos mendrugos de pan y un vaso de agua. El mundo entero ha comprendido que el alimento es indispensable, ¿Por qué no aprovechar entonces este momento en el que tomáis este alimento para añadirle una oración, un pensamiento de gratitud y de amor? Nadie puede decir que no tiene tiempo: ¿acaso no come tres veces al día? Es en estos momentos cuando el Cielo os da las mejores condiciones para hacer un trabajo espiritual. Probadlo. Yo lo he hecho desde mi juventud, conscientemente, y cada día aún trato de hacerlo, porque tengo conciencia de que todo eso es riqueza, oro, que pongo en reserva en los bancos del Cielo.
Sé que lo que acabo de deciros no es para todo el mundo. Que cada uno haga lo que quiera, pero el discípulo de la Fraternidad Blanca Universal, que tiene un alto ideal, debe hacer un esfuerzo para ajustarse a estas reglas magníficas y estará maravillado de las posibilidades que van a descubrirse ante él para calmarse, para reforzarse, para mejorar su salud física y espiritual. Sabiendo alimentarse en todos los planos, no tiene necesidad de los demás para remediar ciertos trastornos físicos y psíquicos.
De ahora en adelante la nutrición se considerará uno de los mejores yogas que existen, aunque no haya sido mencionado nunca en ninguna parte. Todos los otros yogas: Radja, Karma, Laya, Jnana. Krya, Agni yoga, son magníficos, pero se necesitan años para obtener un pequeño resultado. Mientras que con Hrani yoga (así es como yo lo llamo), los resultados son muy rápidos. Es el yoga más fácil, el más accesible; lo practican todas las criaturas sin excepción, aunque de momento inconscientemente. Toda la alquimia y la magia están contenidas en este yoga, que es el más desconocido, el peor comprendido hasta hoy. Es increíble que incluso los seres inteligentes no se hayan dado nunca cuenta de los secretos escondidos en la nutrición.
Probad, aunque sólo sea durante una semana, a comer de acuerdo con las reglas que os indico. Evidentemente, constataréis que os es difícil callaros durante las comidas para concentraros únicamente en el alimento… O que, si lográis callaros exteriormente, hacéis ruido interiormente… O incluso que, si llegáis a calmaros interiormente, vuestros pensamientos vagabundean por otra parte. Por eso os digo que la nutrición es un yoga, porque saber comer exige concentración, atención, autocontrol, y también inteligencia, amor y voluntad.
Sabiendo comer en silencio y con recogimiento creáis una atmósfera de paz y de luz en la que todas las realizaciones divinas son posibles. Tenéis revelaciones, inspiraciones: al que es poeta, le son inspirados los mejores poemas; el músico oye las más bellas sinfonías en su alma; el pintor ve cómo se presentan ante él los cuadros más hermosos. El investigador encuentra la solución de los problemas que le preocupan. Los que tienen necesidad de condiciones para recobrar la paz y la salud, encuentran estas condiciones, y los nuevos recién llegados son captados por este ambiente maravilloso, exorcizante. Todos estos beneficios son debidos, simplemente, a una forma razonable y espiritual de comer. En realidad, la nutrición debe ser comprendida como un trabajo del espíritu sobre la materia.
En general la gente se imagina que es necesario comer mucho para estar con buena salud y tener muchas fuerzas. En absoluto, más bien al contrario, comiendo mucho fatigamos al organismo, obstaculizamos y bloqueamos todos los procesos digestivos, lo que conlleva sobrecargas, materias inútiles e imposibles de eliminar. Así es como aparecen toda clase de enfermedades, debido a esta opinión errónea de que hay que comer mucho para tener buena salud. El hambre prolonga la vida. No os vayáis nunca saciados de la mesa, porque os volveréis pesados, os materializaréis, y ya no tendréis ningún impulso para perfeccionaros. Mientras que si os levantáis de la mesa con un ligero apetito, absteniéndoos de algunos bocados que aún os apetecían, el cuerpo etérico recibe un impulso para ir a buscar en las regiones superiores los elementos que colmarán el vacío que habéis dejado. El cuerpo etérico encuentra estos elementos sutiles y los capta, de forma que, unos minutos más tarde, no sólo ya no tenéis hambre sino que os sentís más ligeros, más vivos, más capaces de trabajar, porque estos elementos son, justamente, de una calidad superior. Mientras que si coméis a saciedad, e incluso sin tener hambre, por el placer de comer, como hacen tantos, en realidad nunca estaréis saciados y vais a provocar en vosotros un desequilibrio.
Si coméis excesivamente, se produce una sobrecarga en vuestro cuerpo etérico, que tiene que trabajar demasiado y ya no puede hacer bien sus funciones; entonces, los indeseables del plano astral, viendo esta abundancia de alimento, se precipitan para tomar parte en este banquete que estáis dando inconscientemente y, algún tiempo después, os sentís vacíos de nuevo y experimentáis el deseo de empezar de nuevo a comer para colmarlo… Y los indeseables vuelven también. Y así os convertís en cebos magníficos para atraer y alimentar a los ladrones y a los hambrientos del plano astral que se deleitan a vuestras expensas.3
Es asombroso ver cómo los humanos, que tienen la pretensión de penetrar en los misterios de la creación y que persiguen conocer sus más grandes secretos, desprecian y dejan de lado el proceso en el que Dios ha puesto toda Su Sabiduría. Si estudiamos las leyes de la nutrición, constatamos que volvemos a encontrar estas mismas leyes por todas partes en el universo (son ellas las que rigen los intercambios entre el Sol y los planetas) y que éstas son válidas en todos los dominios, en particular en el del amor. Sí, e incluso en el proceso de la concepción, de la gestación…
¿Qué conocéis de la nutrición? Observaos cuando coméis y constataréis cuál es vuestro grado de evolución. Si no tenéis respeto para con el alimento que Dios mismo os ha dado, ¿para qué lo tendréis? Cuando respetéis el alimento, comprenderéis los misterios de la comunión y las palabras de Jesús: “Comed, esto es mi cuerpo… Bebed, esta es mi sangre…”, “El que come mi carne y bebe mi sangre tendrá la vida eterna...” El alimento ya ha sido bendecido por el Creador. La mayor prueba de que este alimento ya está bendecido es que nos da la vida. Dios está en el alimento bajo forma de vida… Si creéis que es necesario que los humanos bendigan primero el alimento para que éste pueda dar la vida, ¡todavía estáis lejos de la verdad! Antes de que los humanos bendigan el alimento, éste ya ha sido bendecido por el Cielo. “Entonces, diréis, ¿no sirve de nada la bendición?” Sí, la bendición es una especie de ceremonia, un rito mágico, si queréis. Las palabras, los gestos, los pensamientos del sacerdote que bendice el alimento, lo envuelven con emanaciones y fluidos que lo preparan para entrar en armonía con aquéllos que deben consumirlo. De esta manera, se crea en los cuerpos sutiles un contacto, una adaptación, que les permite recibir mejor la riqueza oculta en el alimento.
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