Ya está todo en marcha, y como soy un buen cliente para la Agencia y el precio que voy a pagar lo justifica, van a disponer de dos acompañantes para que me guíen y me enseñen la ciudad.
Llegó el gran día y todo está preparado, y yo un poco nervioso; hemos quedado en el aeropuerto, y me encuentro sorprendido a mis dos guías. ¡Unas autenticas preciosidades, una morena y una rubia!, realmente espectaculares, animosas y encantadoras que de forma conjunta me trasladan su entusiasmo por el viaje y el destino elegido. ¡Esto ha empezado bien! ¡Qué sueño! y ¡Qué suerte! Lo tienen todo perfectamente previsto y organizado. La verdad es que esta vez la Agencia ha superado con creces mis máximas expectativas.
¡Todo lo que empieza bien, continua bien y termina bien, y esto tiene muy buena pinta! Un día le dije al jefe de la Agencia, que enseguida me lo compró como si fuera un eslogan publicitario: “un viaje es algo que aunque termina muy pronto, es lo que más tarde se olvida”
Ya hemos llegado, y yo me empiezo a dejar llevar por mis dos guías, ellas saben dónde van. El hotel elegido perfecto y céntrico, los desayunos estupendos, y ya una vez instalados empezamos a planificar la agenda. Hay poco tiempo y tantas cosas que ver, museos, edificios emblemáticos, parques, jardines, etc. que no podemos perder ni un minuto, ellas conocen bien la ciudad. Y cómo no, disfrutar de sus rincones, sus puestos callejeros de perritos calientes, la multidiversidad de culturas que se juntan en esta ciudad tan grande y cosmopolita. Resumir sensaciones es algo que me resultaría muy difícil plasmar en un papel, os diré que me sentí feliz, este sí era ¡Mi gran Viaje soñado!
Una experiencia recorrer los barrios de Harlem, el Soho, Chinatown, la isla de Manhattan, Broadway, Brooklyn. Visitar edificios emblemáticos y lugares tan significativos como Times Square, Empire State Building, Memorial 11-S, Grand Central Terminal, la Estatua de la Libertad, Wall Street, Puente de Brooklyn, Rockefeller Center (Top of the Rock). Tantos museos que hay como el Metropolitan, MOMA, Biblioteca Municipal. En fin un recorrido, yo creo, por todos los sitios más importantes.
Guardo con especial cariño algunos momentos absolutamente espectaculares. Alquilamos unas bicicletas y nos dimos un paseo magnifico por Central Park, había que vernos en las fotografías que hicimos en todo el recorrido y lo bien que lo pasamos. Madrugamos un día y nos fuimos a Harlem a asistir a una misa Góspel, una experiencia inolvidable; en Greenwich Village escuchamos al guitarrista Chris Bergson en una velada de un club de jazz, nos acercamos a Times Square una noche para disfrutar de ese lugar lleno de luces y colores donde se ubican los mejores espectáculos de Broadway, y tomamos una copa de vino contemplando en una noche mágica y estrellada el Empire State iluminado. Cogimos el Metro, caminamos por la Quinta Avenida, en fin me quedó una sensación de que nada importante nos había quedado por ver. Comimos de casi todo lo típico en los sitios más variopintos, puestos callejeros, parques al aire libre y celebraron conmigo mi cumpleaños en un restaurante hindú con una pequeña tarta.
Ya estamos en Madrid de regreso, ha sido una experiencia inolvidable que recordaré toda mi vida, un verdadero lujo. Hacemos incluso planes para otro viaje más adelante en algún destino asiático.
Mis guías acompañantes tenían mucha prisa y muy amablemente se despidieron con un beso y un abrazo muy cariñoso, deseándome todo lo mejor, y yo me sentí conmovido hasta lo más profundo de mi ser. Habían sido tan fantásticas, amables y cercanas que me salió de dentro decirlas: “Merecéis ser mis hijas, me habéis hecho sentir estos días, el hombre más dichoso del mundo”
Quiero como mensaje final trasladar y compartir una parte del texto que escribí allí en ese viaje que os he relatado y que resume un poco mis sentimientos vividos:
En cualquier lugar del mundo puedes encontrarte triste o feliz, y eso lo marcará tu estado de ánimo y tu compañía.
Ahora aquí en esta noche, y con el Empire State al fondo y después de tantos momentazos felices que me habéis hecho pasar a vuestro lado, solo os puedo decir que: ¡Gracias! Gracias por ser como sois, gracias por haberos robado un poco de vuestro escaso tiempo, y gracias por las sonrisas y compañía que me habéis trasladado estos días. Os he sentido muy cerca, y sé que siempre vais a estar ahí.
¡Qué lujo ir con dos princesas dejando a la reina en casa!
Cerca del cielo, y cada vez más cerca de vosotros, los que estáis aquí y los que viajáis conmigo, sois todo lo que tengo y me siento por ello el hombre más afortunado y feliz.
mi tablero de ajedrez
Tu escenario, ganar o perder, mover
tus piezas con estrategia y habilidad
“No sabe el peón que si llega al otro lado del tablero puede ser más poderoso que su propio rey”
“El trabajo duro es un talento. La capacidad de seguir intentándolo cuando otros abandonan es un talento. Solía atacar porque era lo único que sabía. Ahora ataco porque sé que funciona mejor” Garri Kasparov
Vamos a iniciar la partida, él juega con blancas y yo con negras; y con deportividad le deseas suerte a tu adversario desconocido, qué gane el mejor. Nunca fuiste buen jugador, pero esta partida es diferente, y la quieres ganar. Si juegas siempre hay que buscar ganar. Conoces perfectamente el valor y significado de las piezas, así como su función y movimiento, y has preparado con cierto mimo una estrategia determinada para intentar la victoria. En casa cuando te veían rodeado de libros y estudiando con tanta emoción, pensaban que te habías vuelto un poco loco, y puede ser cierto.“ Jugar una partida de ajedrez es pensar, elaborar planes y también tener una pizca de fantasía “David Bronstein.
Tienes un espacio donde moverte, sesenta y cuatro casillas, y son tan infinitas las combinaciones de movimientos que se te permiten que puedes aplicar tu creatividad hasta límites insospechados casi infinitos. Buscas que cada pieza que manejas haga su papel, e intentas combinarlas entre sí para conseguir los mejores resultados. Pero, y eso no debes olvidarlo nunca, tus posibilidades reales de éxito, dependen también de las habilidades y conocimientos de tu rival, él va a intentar ganarte. No debes cometer fallos, y pensar siempre con detenimiento la siguiente jugada, manejando tu tiempo, y buscando la mejor respuesta a la posición y jugada del contrario.
Tu objetivo es proteger a tu rey, ayudado por su reina y escoltado por sus alfiles y caballos con las fortalezas de sus torres que hacen avanzar tu ejército de peones. Piensas siempre que el ajedrez es una lucha contra los errores de uno mismo y que en tu partida puedes ganar o perder, y realmente puedo afirmar que se aprende mas de las partidas que se pierden que las que se ganan, descubres tus fallos. Hay que valorar que cuando se termina, tanto la pieza más valiosa que es el rey, como la que menos, el peón, todas vuelven a la misma caja, y duermen en el mismo sitio. No existen dos partidas iguales, y lo único que es común son las piezas que se manejan y el tablero, como escenario donde se desarrolla la batalla.
Tengo la impresión de que la vida es un poco así, un juego que tú desarrollas en un lugar concreto donde manejas las piezas con tus conocimientos y tus tiempos. Enfrente tienes de rival el azar, el destino, la suerte, tus propias causalidades que son las respuestas o consecuencias que tienen tus jugadas.
Nunca he sido muy habilidoso en este juego, pero esta vez creo que he jugado, y estoy jugando bien, con mucha cautela y aplomo y poco a poco he ido ganando la posición a mi rival. Mi estrategia está teniendo éxito, y aunque he tenido que sacrificar muchas piezas en el camino, ha merecido la pena, pues mi ejército ha ido invadiendo poco a poco el territorio de mi adversario. He tenido que superar situaciones comprometidas de amenazas a mi rey, y conseguir defenderme de múltiples ataques y jaques, pero he podido protegerlo de forma adecuada, enrocándome primero y volviendo al ataque después. Debo tener cuidado pues un mal movimiento anula a cuarenta buenos, no debo confiarme. La lucha no es fácil, ni existe una partida sencilla, tengo que mantener firmes mis apoyos y actuar con mucha prudencia sin subestimar nunca a mi rival, pues los errores me pueden conducir a la derrota.
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