Julio Alejandro Pinto Vallejos - Luis Emilio Recabarren
Здесь есть возможность читать онлайн «Julio Alejandro Pinto Vallejos - Luis Emilio Recabarren» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Luis Emilio Recabarren
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Luis Emilio Recabarren: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Luis Emilio Recabarren»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Luis Emilio Recabarren — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Luis Emilio Recabarren», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Al momento de ocurrir estos hechos Recabarren se hallaba radicado en Valparaíso, hasta donde había debido trasladarse por razones económicas 32. Desde allí escribió, firmando como secretario general del Partido Democrático y como director del periódico porteño La Democracia, su célebre carta al presidente de la Sociedad Mancomunal de Obreros de Iquique, Abdón Díaz. Elogiaba en dicha carta la labor general de esa organización, y particularmente la prolongada huelga que había encabezado entre diciembre de 1901 y febrero de 1902. El movimiento mancomunal, como se sabe, fue la primera experiencia chilena de asociación obrera más estable y masiva, y también de mayor alcance territorial, propagándose en su momento de mayor fuerza desde el norte salitrero hasta los puertos de la zona austral. Acogiendo en su seno prácticas mutualistas ya tradicionales junto a otras más propias de la lucha directa contra el capital (como las huelgas), las “sociedades mancomunales” otorgaron a la cuestión social una visibilidad mucho mayor de la que había exhibido hasta el momento, constituyéndose en un foco de atracción para las diversas corrientes en que comenzaba a alinearse la clase obrera organizada: demócratas, anarquistas, sindicalistas y protosocialistas 33. Inspirado tal vez por esa circunstancia, e invocando explícitamente la frase de Karl Marx “la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos”, Recabarren había escrito al presidente de la mancomunal iquiqueña precisamente para expresar su orgullo, “como obrero y como hombre de trabajo”, ante ese “movimiento omnipotente y poderoso que efectúan mis hermanos de trabajo en aquellas zonas tan apartadas del corazón del país”.
Distanciándose de la “mesura” que tanto había ensalzado solo cuatro años antes en su denuncia a Luis Olea, el joven periodista demócrata celebraba ahora la huelga ocurrida en Iquique como “el primer grito de rebelión que lanza el chileno, el primer grito de protesta arrojado al rostro de los capitalistas, que amparados por el gobierno y sus ejércitos, nos explotan a su inhumano capricho”, reivindicando de paso la eficacia de las huelgas como instrumento de emancipación obrera. Llamaba asimismo a luchar por la jornada de ocho horas, por el pago en moneda corriente, y por la elección de representantes genuinamente obreros ante el Congreso y las cámaras municipales. Y concluía, en un desplante abiertamente rupturista: “Nosotros debemos dividir la organización (social) en dos clases: ricos y pobres [...] El patrón es la hiena sedienta de sangre, que se lanza sobre nosotros para devorarnos; nuestro deber, si queremos conservar la vida, es defendernos y darle muerte a la hiena para evitar el peligro”. En su respuesta, junto con agradecer los conceptos vertidos y solicitar las columnas del periódico dirigido por Recabarren para difundir las actividades de su organización en el centro del país, Abdón Díaz concurría en el juicio de haber “sentado la primera piedra del templo de la Emancipación Social del obrero en Chile, mediante la unión y el compañerismo” 34.
Según Alejandro Witker, Ximena Cruzat y Eduardo Devés, durante su residencia en Valparaíso Recabarren habría ocupado importantes cargos partidarios, identificándolo los segundos nada menos que como “presidente provincial” de la colectividad. Habría colaborado también, en una aparente inconsistencia con su alineación “doctrinaria” y su entusiasmo por las mancomunales, en la campaña que dio por resultado, en marzo de 1903, la reelección de Ángel Guarello a la Cámara de Diputados, así como la obtención de una mayoría de regidores demócratas en el gobierno municipal. Sin embargo, un aviso publicado por el partido en El Mercurio de ese puerto no lo nombra entre los integrantes de la directiva, lo que por otra parte sería consistente con su pertenencia a la fracción encabezada por Landa, derrotado en esas mismas elecciones en su re-postulación por Santiago. Sea como fuere, Recabarren resultó involucrado en una acusación judicial por presunta falsificación de actas electorales, lo que derivó en una prisión que los autores nombrados cifran en tres meses, en tanto que el biógrafo obrero Osvaldo López la reduce a dos. Si se descarta una experiencia análoga supuestamente sufrida con motivo de la guerra civil de 1891 (cuando solo tenía quince años), fue este el primero en una larga serie de carcelazos que jalonó su trayectoria política, pero que a la vez fue consolidando su imagen como militante consagrado a la causa.
En lo inmediato, sin embargo, la prisión privó a Recabarren de involucrarse personalmente en la gran huelga portuaria de mayo de 1903, que como se sabe derivó en la primera de las matanzas obreras que jalonaron lúgubremente las décadas iniciales del siglo xx 35. Desde su calabozo, y retomando un discurso ya enunciado en la carta a Abdón Díaz del año anterior, el naciente agitador social saludó “el grito revolucionario de todo un pueblo que en medio de sus hambres y sus miserias se hace justicia por sus propios esfuerzos”. Tras 25 días de movilización pacífica, afirmaba, los trabajadores porteños habían perdido la paciencia y se habían lanzado “con paso vengador a hacer justicia práctica, a castigar a sus verdugos y a los explotadores”. Es verdad que prácticamente todas las víctimas producidas por este choque pertenecían al contingente huelguista, pero ello no lo inhibía de señalar que “esos obreros no hacen más que botar del camino los escollos que obstaculizan la marcha de la humanidad hacia la sociedad moderna e igualitaria con que soñamos todos los que tenemos hambre y sed de justicia”. Y concluía, desafiante: “¡Que algunos cadáveres van a cobijarse bajo tierra! Todas las causas tienen sus mártires, y muchas veces es más dulce morir así, en defensa de un ideal sublime, que agonizar por veinte años para morir después de haber pasado la vista por un charco de inmunda miseria y lástima repugnantes”. Así como los mancomunados de Iquique, y más claramente aun en virtud de su martirio, los huelguistas de Valparaíso daban el ejemplo en que debían inspirarse “los obreros timoratos que se humillan ante la soberbia patronal” 36.
Una vez recuperada su libertad, Recabarren participó en la organización del Segundo Congreso Social Obrero, realizado precisamente en Valparaíso en septiembre de 1903 para dar continuidad al celebrado un año antes en Santiago. En preparación de dicho evento, exhortaba a sus compañeros de clase a “abandonar nuestras timideces, indolencias y apatía” y confundirse en “una comunidad de hombres que abriguen una sola aspiración: la emancipación y el bienestar de las clases trabajadoras, para hacer imperar una era de verdadera justicia”. “Una vez que hayamos logrado organizarnos para hacernos respetar”, proseguía en clara alusión a la represión recién sufrida, “una vez que hayamos conquistado nuestro verdadero puesto en la vida humana, veremos si la burguesía explotadora se atreve a insultarnos, veremos si se atreve a pedir el aumento de la fuerza armada para ponernos a raya como dicen” 37.
Ya inaugurado el congreso obrero, Recabarren fue elegido vicepresidente de la mesa directiva, quedando a su cargo uno de los discursos estelares y la presentación de uno de los proyectos sometidos a la concurrencia 38. Según el periódico capitalino La Ley, en dicho evento se debatieron mociones que “tienden a llenar los vacíos tan lamentables de que adolecen las relaciones entre el capital y el trabajo, otras que procuran hacer cesar los abusos de que son víctimas algunas clases trabajadoras, y no pocas que tienen por objeto consolidar y perfeccionar la organización obrera que ha dado origen al Congreso mismo”. Especial beneplácito mereció de parte del citado órgano radical, y seguramente también de Recabarren, una propuesta aprobada por unanimidad sobre “abstinencia total de las bebidas alcohólicas”, así como otra de la célebre dirigenta Juana Roldán de Alarcón sobre educación laica femenina, causas ambas a las que el citado organizador consagraría innumerables jornadas 39.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Luis Emilio Recabarren»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Luis Emilio Recabarren» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Luis Emilio Recabarren» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.