Los primeros días de julio de este año Tonka Diocares estaba en su casa conversando por videollamada con una compañera de equipo. Mientras hablaban, cuenta, recibió un mensaje de Ignacio Montano y ella dijo en voz alta: “Ya está hueveando este huevón”. Su amiga le preguntó quién era. “Empezamos a pelarlo”, dice Tonka. La compañera le contó su experiencia y agregó que Emilia Pastrián vivió una situación similar con Ignacio Montano.
El 4 de julio, Tonka Diocares visitó a Carla Pérez y comentaron sobre el kinesiólogo. Tonka le propuso que hablaran con la amiga con la que había conversado días antes, “porque a ella también le pasaron cosas, como a nosotras”. Inmediatamente, crearon un grupo de WhatsApp entre las tres y agregaron una futbolista de Universidad Católica y amiga de Carla Pérez, que también asegura que vivió acoso de Ignacio Montano.
El grupo lo llamaron “Funa”. Tonka Diocares aclara que el nombre se lo pusieron en tono divertido, sin tener la intención de denunciar a futuro en redes sociales. Una de las jugadoras propuso agregar a Emilia Pastrián y lo hicieron esa misma noche. Tonka Diocares cuenta que fue Pastrián la que dijo que debían contarle a Claudio Quintiliani, entonces jefe de la rama femenina de Palestino.
El 6 de julio Emilia Pastrián le pidió a María José Urrutia, jugadora adulta del club, que le contara a Quintiliani las acusaciones. El director técnico asegura que, una vez advertido, llamó a Ignacio Montano para encararlo y despedirlo. Horas más tarde, Emilia Pastrián publicó la denuncia en su Instagram. En la publicación se compartieron conversaciones de las cinco futbolistas del grupo de WhatsApp. Pero varios testimonios se agregaron después.
“Quedé impresionada cuando tantas niñas empezaron a compartir sus conversaciones con Ignacio, porque era como si él copiara y pegara los mensajes”, comenta Tonka Diócares.
El grupo “Funa” comenzó a crecer. Tras la publicación de Pastrián, tres jugadoras publicaron en sus cuentas de Instagram denuncias contra Ignacio Montano: Sofía Sáez (Unión Española); Natalia Paredes (fútbol sala de Coquimbo Unido) y Paz Espinosa (Palestino). Ninguna de las tres se conocía. Tonka Diocares explica que la acusación de Pastrián generó que muchas mujeres le comentaran en privado que también habían sufrido acoso y abuso sexual de parte de Ignacio Montano. Las fundadoras de “Funa” decidieron ir uniéndolas al grupo.
Hasta agosto pasado “Funa” tenía 18 integrantes, 16 se declaran víctimas de Ignacio Montano. Todos los testimonios de este reportaje son de deportistas que forman parte de ese grupo. Las dos restantes son Javiera Moreno y Paloma Bermúdez, fundadoras de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF). La entidad gremial se contactó inmediatamente con las denunciantes, luego de la publicación en redes sociales, para brindarles apoyo psicológico y jurídico. El Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (Sernameg) también les ofreció ayuda y con la ANJUFF realizaron una denuncia al Ministerio Público.
“Desde que conocimos todos los testimonios de las niñas, a mí no me gusta estar sola en mi casa. Me paso el rollo que Ignacio pueda aparecer y me haga algo. Todas las chiquillas piensan lo mismo porque prácticamente tiene las direcciones de todas”, afirma Tonka Diocares.
Ignacio Montano fue contactado para este reportaje, pero no quiso participar.
PARTE II
Ex DT de la Roja femenina condenado por violación de menor siguió trabajando en una escuela de fútbol de la UC
En 2009, Sergio Rojas Loyola fue condenado a siete años de presidio por violación de menor. Cumplió cinco años y siete meses. Aunque se le prohibió trabajar con menores durante diez años tras cumplir la pena, se hizo cargo de niños y niñas de 14 a 16 años en una escuela filial de la UC en Maipú. En el juicio se presentaron dos testimonios de abusos de exalumnas de un colegio donde hizo clases en los años 90. Él reconoce que ha tenido relaciones con menores. En la UC aseguran que no conocían sus antecedentes.
Desde 2016 la Escuela Filial de Universidad Católica en Santa Ana de Chena (Maipú), para niñas y niños, contó con Sergio Rojas Loyola (65) como entrenador de la categoría 14 a 16 años. Rojas es exjugador de fútbol y exdirector técnico de la Selección de Fútbol Femenino de 1994, la segunda en la historia de Chile. “Siempre ha sido muy respetuoso de todos, de los niños y de los papás”, describe un apoderado de la escuela. “Llama la atención que esté trabajando ahí con la capacidad profesional que tiene”, comenta otro. Lo que ellos no saben es que Rojas fue condenado por violar a una menor de edad y asumió en la filial de la UC aunque tenía prohibido trabajar con niños.
Sergio Rojas volvió a Chile en 1989 con 34 años, luego de haber jugado en Argentina, Italia, Inglaterra y Suiza. Al llegar instaló una fuente de soda en calle Chile España (Ñuñoa). A pocas cuadras vivía una niña de 13 años que caminaba frente al local en su recorrido al colegio. Según lo que relata él, fue con un par de piropos y comentarios al pasar, que comenzaron a conversar. De a poco establecieron una relación amorosa, pese a la enorme diferencia de edad. Para Rojas eso nunca fue un impedimento: “Salí con 200 menores de edad”, afirma.
En 1990 fue contactado para hacerse cargo de la Escuela de Universidad de Chile en La Reina y luego del equipo de mujeres del mismo club. Ese año la Asociación Nacional de Fútbol Amateur de Chile (ANFA) decidió comenzar con un proyecto: la primera Selección Nacional de Fútbol Femenino. Un fútbol entonces desconocido por la mayoría, poco respetado y tampoco valorado. Para los hombres de la época solo era atractivo por el “cambio de camisetas”, recuerda Ada Cruz, delantera de la primera selección.
Mientras Sergio Rojas se instalaba como director técnico, su relación con la niña de 13 años se fue estableciendo. “Yo sé que la cosa no es muy racional, muy equilibrada, pero son cosas que se dan”, dice Rojas, respecto a la diferencia de 19 años. “Son cosas que pone la sociedad. Yo le gusto, ella me gusta, está bien”, dice.
Ella no alcanzaba los 16 años cuando lo acompañaba a los entrenamientos en La Reina y luego a Quilín, cuando lo eligieron como técnico de la selección. Las jugadoras la recuerdan. Al rato formalizaron y oficialmente la presentó como “su mujer”.
Paralelamente a su trabajo como director técnico, Sergio Rojas hizo clases de educación física entre 1992 y 1995 en el Colegio Terra Nova de La Reina, donde asistían sus dos hijos mayores. Su salida se debió a una acusación por abuso y acoso sexual a una alumna de octavo básico. La menor nunca quiso hacer la denuncia formal, pero sí informó a las autoridades del colegio, las que desvincularon a Rojas.
“Yo no lo eché, él se echó solo”, recuerda Raimundo Ramos, director del Colegio Terranova en esos años. Ramos explica que Rojas nunca tuvo problemas dentro del colegio, era después del horario escolar que él establecía relación con las alumnas. “Les ofrecía el oro y el moro, como hacen todos los pedófilos”, dice.
En 1994, la ANFA recibió una invitación para participar en el torneo internacional Jayalalitha Cup en Madrás, India. El equipo quedó en manos de Sergio Rojas, que a la vez seguía a cargo de la Escuela filial de Universidad de Chile en La Reina. El que también dirigió, como una suerte de asesor técnico, fue Carlos Encinas González. También era parte del equipo técnico de Universidad de Chile femenino y por ende conocía a muchas de las seleccionadas. A pesar de que Sergio Rojas dice haber sido escogido por Miguel Nasur, en ese entonces presidente de la ANFA, Encinas se adjudica su reclutamiento: “Yo lo elegí, a Miguel Nasur le gustó también”.
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