Camilla Townsend - El quinto sol

Здесь есть возможность читать онлайн «Camilla Townsend - El quinto sol» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El quinto sol: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El quinto sol»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El quinto sol es el que iluminó a los aztecas, el que los acompañó en su peregrinar desde la mítica Aztlán hasta el islote que se convertiría en Tenochtitlan, el que inspiró su mitología y por ello muchos de sus relatos fundacionales, el que atestiguó cómo un astuto enemigo logró someterlos. Los mexicas se consideraban a sí mismos humildes y valientes, afectos a los placeres de la vida —incluidos el baile y la poesía— y a contar historias, respetuosos de las tradiciones y hábiles negociantes. Aquí, Camilla Townsend presenta de modo novedoso la trayectoria del pueblo que llegó a regir en el centro de Mesoamérica, con mano dura, un uso inteligente de los linajes familiares y el establecimiento de un severo sistema de producción, hasta constituir eso que a falta de mejor término hemos llamado imperio. Con base principalmente en xiuhpohualli —los anales en que se consignaron los hechos más sobresalientes de un periodo— y otros documentos escritos en náhuatl, esta historia diferente de los aztecas derriba algunos mitos sobre su apetito sanguinario o su credulidad, y permite apreciar cómo perduró, incluso después de la conquista, una forma originalísima de entender el mundo y enfrentar la vida. Con una narración ágil y notables ejemplos que retratan el auge y la caída de los mexicas, esta obra le mostrará al lector que, de alguna manera, aún hoy estamos cobijados por el quinto sol.

El quinto sol — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El quinto sol», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ahora bien, a pesar del mantenimiento de la tradición local, la región cambió profundamente en un sentido económico: cada uno de los altepeme que cayeron bajo el dominio del triunvirato debía pagar el tributo que le fuera asignado. A menudo, las exigencias económicas eran muy complejas: a una parte de un altépetl más importante podía asignársele pagar tributo, por ejemplo, a la cercana ciudad de Texcoco, su huey altépetl regional; sin embargo, de conformidad con los términos del acuerdo de paz, el siguiente altépetl del mismo huey altépetl tendría que pagar sus tributos a Tenochtitlan. Esos altepeme podían pagar una parte del tributo (como cierta cantidad de fardos de algodón) una vez al año y otra parte (como algunos costales de maíz o frijol) tres veces al año. Por necesidad, el calendario se aplicó cada vez con más congruencia en cada vez más territorios, porque los recaudadores de tributos que Itzcóatl enviaba eran puntuales y la gente tenía que estar preparada para recibirlos. Los diferentes pueblos habían adoptado el calendario en diferentes momentos, por lo que un año 1 Ácatl [caña] de un altépetl podía ser un año 2 Tochtli [conejo] de otro y, por consiguiente, se vieron obligados a tratar de sincronizar sus cuentas del tiempo; no obstante, aunque comenzaron a estar alineados, los calendarios nunca estuvieron completamente sincronizados. 41

En cierto grado, Itzcóatl estableció el mismo tipo de sistema de recaudación de tributos que había estado en funcionamiento bajo Tezozómoc en los viejos tiempos, y probablemente bajo otros antes que él en el pasado más remoto, pero ahora la red de poder del valle central se extendió mucho más: con tres altepeme trabajando juntos, los ejércitos que podían enviar eran más numerosos y las calzadas que podían construir eran más extensas. Los altepeme que antes se encontraban lejos del antiguo poder de Tezozómoc estaban ahora al alcance del valle central; muchos se resistieron, pero la tendencia fue que los que luchaban contra las nuevas disposiciones terminaran perdiendo, y entonces se enfrentaban al pago de tributos a perpetuidad que hacía estremecer la columna vertebral de todo tlatoani prudente: tenían el deber no únicamente de enviar maíz, frijol, cacao y algodón, sino también de suministrar personas para ser sacrificadas en las ceremonias religiosas del valle central. Un tlatoani sabía que ese tributo significaba que se vería obligado a hacer constantemente la guerra contra sus vecinos si quería evitar que los hijos de su propio pueblo fueran a la piedra del sacrificio, lo cual era suficiente para hacer que lo pensaran dos veces antes de resistirse; a los tlahtohqueh se les había inculcado desde una temprana edad que un buen tlatoani era responsable, uno que evitaba las batallas que quizá perdiera y que preservaba la vida de su pueblo para proteger el futuro de su altépetl. Un tlatoani impetuoso podría ser calificado peyorativamente como “niño”. 42

Si un pueblo había luchado enérgicamente contra los mexicas con algún grado de éxito significativo y, no obstante, había terminado perdiendo, entonces su destino era incluso peor; por ejemplo, los huaxtecos, establecidos al nororiente, lucharon como animales salvajes y su reputación se fijó en la tradición local junto con su triste destino:

lo mesmo hicieron los soldados y valerosos hombres de todas las provincias, de suerte que ninguno vino sin presa de hombres o mujeres, porque entrando por la ciudad quemaron el templo y la robaron y saquearon, matando viejos y viejas, mozos y mozas, tomando a merced a todos los que la pedían, y esto con tanta crueldad y con determinación de destruir aquella nación y no dejar memoria della. 43

Su historia sería una lección para otros altepeme potencialmente recalcitrantes, y así fue. Después de esa batalla, los cautivos fueron atados en largas filas y llevados a Tenochtitlan (o tal vez a territorio acolhua o tepaneca). Los aterrorizados prisioneros pasaron por otros pueblos como los suyos, con sus casas de adobe de techo plano agrupadas en plazas a las que daban sus patios, donde las mujeres charlaban mientras trabajaban, moliendo maíz y haciendo tortillas, y mientras sus hombres laboraban en las milpas cercanas. 44A medida que se acercaban a la capital, los pueblos que estaban más estrechamente entrelazados con el centro de poder eran visiblemente más ricos y sus edificios y pirámides religiosas, algunas construidas incluso de piedra o madera, eran más grandes. 45

Los derrotados habitantes de Xochimilco estaban construyendo una gran calzada que iba desde la isla hasta la orilla meridional del lago, y a lo largo de esa calzada caminaron los prisioneros. La mayoría de ellos eran distribuidos entre los diferentes linajes después de una batalla, pero los que habían sido tomados por un guerrero en particular eran enviados al templo del barrio de su captor para ser sacrificados en las festividades religiosas locales o, si eran mujeres jóvenes que él quería para sí, eran llevadas a su casa. Algunos eran enviados a los dos templos principales de la ciudad, uno dedicado a Huitzilopochtli (el dios protector de los mexicas) y el otro a Tláloc (el dios de la lluvia). Los que no eran necesarios para ninguno de los dos templos eran vendidos en un mercado de esclavos (había uno enorme en Azcapotzalco) y podían ser comprados por los barrios que necesitaran víctimas para los sacrificios ceremoniales o, en algunas ocasiones, por los hombres que buscaban concubinas. Ocasionalmente, las esclavas compradas para el sacrificio podían convencer a sus nuevos amos de que las mantuvieran vivas para trabajar en su casa. 46

En torno a la práctica azteca del sacrificio humano han surgido algunas ideas horrendas y erróneas. Según algunas novelas, películas e incluso algunos de los libros de historia más antiguos, cientos de personas a la vez eran obligadas a subir por los estrechos escalones de las pirámides hasta la cima, donde se les extraía el corazón y después sus cuerpos eran arrojados escaleras abajo, mientras la multitud gritaba, casi en éxtasis. En realidad, no obstante, parece haber sido una experiencia sumamente silenciosa y fascinante para los espectadores, muy parecida a como sospechamos que fue en otros mundos antiguos, como el de los celtas; 47las personas que la observaban habían ayunado y se mantenían de pie sosteniendo flores sagradas. Según parece, en las primeras décadas de la vida de Tenochtitlan, cuando el altépetl aún estaba cobrando fuerza, sólo unas cuantas personas pudieron haber sido sacrificadas en los días mensuales de la festividad religiosa y, antes de morir, siempre fueron tratadas como si estuvieran en un sanctasanctórum. Después de un sacrificio, el guerrero que había capturado y presentado a la víctima conservaba sus restos (el cabello y las vestiduras ceremoniales) en un arcón especial hecho de cañas, en un lugar de honor en su casa, durante todo el tiempo que viviera.

La mayoría de las víctimas eran hombres, prisioneros de guerra clásicos, aunque no todos lo fueron. En una festividad anual, por ejemplo, una muchacha capturada en la guerra era llevada del templo local a la casa de su captor; en el dintel de la puerta ella dejaba la huella de su mano —que había empapado en pintura azul—, una marca sagrada que duraría años y le recordaría a la gente el obsequio que había hecho de su vida; después, la llevaban de vuelta al templo para enfrentar el cuchillo de pedernal. Entre los pueblos indígenas existía la antigua tradición de no ceder ante los enemigos, un estoicismo que significaba un gran honor. En ocasiones, los que iban a morir podían entregar su vida sin dejar que sus enemigos los vieran siquiera sollozar, aunque en ocasiones no podían; un hombre recordó tiempo más tarde: “Algunos realmente lloraron.” 48

Como todos sus vecinos nahuas, los mexicas creían que le debían todo a sus dioses; sus sacerdotes les explicaron luego a los españoles: “Ellos nos enseñaron, / todas sus formas de culto, / sus modos de reverenciar [a los dioses]. / Así, ante ellos acercamos tierra a la boca, / así nos sangramos, / pagamos nuestras deudas, / quemamos copal, / ofrecemos sacrificios. […] los dioses, son por quien se vive.” 49Cada grupo de nahuas había llevado consigo los fardos sagrados dedicados a su propia deidad en las largas marchas desde Aztlán y, en el caso de los mexicas, las reliquias que habían protegido año tras año fueron las de Huitzilopochtli, hasta que lograron enterrarlas bajo un templo permanente. Otros altepeme habían llevado las reliquias de Tláloc, el dios de la lluvia, o las de Chalchiuhtlicue, Mujer de Falda de Jade, su consorte en el mundo del agua; otros honraban a Quetzalcóatl, Serpiente Emplumada, el dios del viento, que estaba en su casa tanto en la tierra como en el cielo, el que cruzaba las fronteras, protector especial de los sacerdotes, y algunos más estaban dedicados a Tezcatlipoca, Espejo Humeante, un dios travieso que conducía a la humanidad en una danza para ayudar a los tlatoque y los guerreros a lograr el cambio por medio del conflicto. Cihuacóatl, Mujer Serpiente, también era conocida con muchos otros nombres, pero siempre fue sagrada para las parteras; a menudo llevaba un escudo y una lanza, porque ayudaba a las madres que parían a capturar un nuevo espíritu del cosmos. Había muchos dioses y diosas, cada uno de los cuales aparecía con una gama de rasgos posibles; hoy no siempre entendemos sus características tan bien como nos gustaría, porque los nahuas no escribieron libremente sobre ellos en la época colonial: podían escribir abiertamente sobre la historia, pero era peligroso escribir sobre los dioses; sin embargo, sabemos que, al igual que en la antigua Grecia, todos los altepeme honraban y creían en una gama panteísta de dioses, no sólo en la deidad en particular que los había protegido. 50

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El quinto sol»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El quinto sol» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El quinto sol»

Обсуждение, отзывы о книге «El quinto sol» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x