Otro de nuestros objetivos es dejar atrás esa idea arraigada en el dominio popular que destaca el centralismo del Estado peruano como analógico, con una realidad que no trasciende y que niega la presencia del Estado en zonas alejadas, ya sea por las dificultades de las rutas de acceso antes que por resaltar las distancias culturales y sociales, que muchas veces son más dramáticas. Así, a la metáfora de «entre dos fuegos» se une otra, que es la de un «Estado inexistente», que va de la mano de otra metáfora creada por el historiador tacneño Jorge Basadre: la dicotómica relación entre un «Perú profundo» y un «Perú oficial». Si con la primera metáfora se despolitiza al sujeto víctima, con esta segunda se despolitiza el campo.
Ya Jayme Patricia Heilman (2010) ha mostrado en su extraordinario recuento histórico los debates políticos presentes en las provincias de Vilcashuamán, Víctor Fajardo, Cangallo y Huanta en Ayacucho en las décadas anteriores al conflicto. Ahí, la figura de Fernando Belaunde destaca como líder político y su proyecto de reforma agraria resalta como un deseo común de obtener acceso y control a sus tierras. Además, anteriormente, la comisión integrada por el señor Ananías Sumari Mendoza, entre otros, fundó el colegio secundario Los Andes en Sancos. La historia de este colegio, de más de cincuenta años, refleja un proceso político denso y complejo. Nos habla, por un lado, de la presencia del Estado a través del sistema educativo, y por otro, describe una gran voluntad de cambio y movilidad social (que sus hijos estudien en su localidad y que quienes no tenían acceso a la educación secundaria puedan también ser instruidos).
Alberto Fujimori estuvo dos veces en Huanca Sancos, una en 1995 y otra en 1997. En ambas ocasiones, llegó en helicóptero. Con su visita se realizó el proyecto de electrificación y la construcción en material noble del nuevo local del colegio nacional Los Andes. Al mismo tiempo, las imágenes de Belaunde en su recorrido por el país se conservan y se muestran en el municipio de Lucanamarca. Belaunde fue el primer presidente que «casi» llega a Lucanamarca (se quedó en las punas altas, en el camino entre Sancos y Lucanamarca), pero su recuerdo pervive en el municipio e historia de la localidad. Después de Belaunde, Alejandro Toledo arribó a Lucanamarca para participar de la ceremonia de entierro digno; más adelante, en 2013, Ollanta Humala también llegó para dar un discurso sobre reparaciones. No estamos hablando, pues, de lugares alejados ni distantes del Estado.
Este libro cuenta las historias de Lucanamarca y Sancos a través de las muchas memorias e historias de personas. Sus nombres están protegidos con seudónimos. Solamente en casos de personas públicas dejamos los nombres reales. Los capítulos 1 y 2 se centran en la historia larga y profunda para mostrar desde allí la trama de relaciones políticas y sociales, la manera como una élite construye el Estado para una región para luego, durante los años de guerra, encontrarse con un Estado represor y autoritario. Usamos imágenes como articuladoras de los testimonios recogidos y también para mostrar el lado más humano y la vida cotidiana de una guerra deshumanizadora. El capítulo 3 trata sobre el Estado neoliberal al que describimos como gestor por cómo las políticas públicas de reparaciones serán tratadas en el caso peruano.
Finalmente, el capítulo 4 trata sobre las experiencias de la reparación. Mientras las voces contarán las experiencias de los sujetos, estos ayudarán a informar sobre el funcionamiento de una política social: las circunstancias alimentarán la mirada sobre lo problemático que es pensar una política social de reparación en un país donde no todos los ciudadanos cuentan con iguales oportunidades ni derechos. Por último, el libro cierra con un epílogo en el que narramos dos eventos entrecruzados. Primero, nos detenemos en la gran marcha en la que acompañamos a quienes cuentan sus historias en este libro a pedir el incremento de la reparación económica y más oportunidades en materia de reparaciones en educación, salud mental y vivienda. Segundo, pasamos revista a una serie de exposiciones de arte con las cuales representamos los hechos aquí narrados. Lo simbólico es también un terreno en el cual la misma representación dará forma a la cosa representada. Así, Lucanamarca será recordada por el baño de sangre, mientras que Sancos pasará a formar parte de los demás pueblos andinos, costeños y amazónicos por donde pasó la violencia y se quedó allí en la misma indiferencia del Estado.
1En el diario en el que la señora Liduvina García escribe para el equipo de la CVR, quien investigó a profundidad sobre Huanca Sancos, se señala el 18 de diciembre de 1984 como una de las fechas en las que ocurrió la quema del mixto de la comunidad.
2Las denuncias se realizaron principalmente en centros urbanos y centros poblados donde hubo comisaría o juzgado de paz.
3En este libro, utilizaremos «Huanca Sancos» en referencia a la provincia y «Sancos» en referencia a la comunidad, municipio y distrito.
4Entrevista a un profesor del colegio Los Andes sobre Huanca Sancos. Expedientes y documentación de Carlos Iván Degregori.
5Partes de esta sección son tomadas de Ulfe y Málaga Sabogal, 2015.
6Por ejemplo, véase la conferencia de Eduardo González en el Seminario Internacional «Política en justicia transicional. Diez años de verdad y memoria en el Perú: miradas históricas y comparativas sobre el legado de la CVR», realizado en Lima entre el 20 y el 22 de agosto de 2013.
7Véase el estudio realizado por Iris Jave sobre los casos de dos hijos de padres desaparecidos que luego se vuelven líderes jóvenes en las asociaciones regionales de víctimas: «Cómo se construyen los actores políticos. El caso de los líderes de organizaciones de familiares de víctimas del conflicto armado interno de Ayacucho y Lima durante el periodo posconflicto en el Perú 2000-2013», ponencia presentada en el Congreso Internacional de Latin American Studies Association, Chicago, mayo de 2014.
8La asociación está conformada por muchos más miembros de los 117 fallecidos en Sancos (según datos oficiales de desaparecidos y muertos, lista preparada por Aymé Marquina, anterior presidente de la asociación). Hay 1900 personas acreditadas como víctimas en toda la provincia.
9Sobre esto hemos publicado en Ulfe y Málaga Sabogal, 2017b.
10El señor Cirilo Pacheco fue alcalde de la provincia de Huanca Sancos entre 2007 y 2014.
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