quedé a la vez ingrávido y pensante.
Seguí sentado y con la ventana abierta,
te molestaba en la casa olor a humo.
Aprovechaste el momento y saliste
volando y me miraste desde una rama
del olivo que contemplábamos, de mañana,
la taza en la mano, la tostada en la mesa.
2.
“La tostadora nos espía, te lo dije.”
“¡Otra vez, caray, tus fantasías!”
Pero lo que te conté en el lavadero
sobre las rebajas segundas convenientes
en las camisas lindas de lino pastel,
¿por qué se anuncia ahora
— Take advantage of up to 70% off —
al margen de la página sin tinta?
Está bien, no cabe alarma: felicidad
de nosotros es como un dado sólida.
Podemos desayunar hasta pan crudo,
“¡Lástima que ya tiramos también la exprimidora!”.
3.
¿Cómo es que el grillo se durmió
y su afiladora a pedal sigue chispeando?
Cada vez que entra un vecino
la puerta de la calle hipnotizada
relincha a la indolente luna
que de un estornudo la despierta.
Nos tiramos al agua del colchón
confiando en la flotación de las almohadas:
las abrazamos fuerte. El verano
no tiene cuartel y calcina las analogías.
El viento hace de casa una ocarina:
toca a la vez la entera escala; ¿afina?
Que vaya al fin del cielo el astronauta,
yo: vivo encerrado en una flauta.
Tiempo camina sobre el agua y llora
escamas que funden plomo y plata.
El agua, reducido día, abolla
contra la piedra olvido, insiste, vuelve.
El mar tiene en los bordes labio y ojo.
para Santiago Fillol
Los Arropados y los Fríos duermen
con y sin medias respectivamente.
La Moderada Escuela los divide en:
Sucios y Naturales —goce del clasificar,
a todo le besas lascivo la mejilla.
En la sobremesa de octubre un Frío firme
discute con su hijo un episodio
de Black Mirror: disimula, en verdad,
no haber visto ninguno. En la ficción,
(le explican) se te deja vivir o te ejecutan
según sume indulgencias tu aspaviento.
El jurado es superfluo: basta el escrutinio.
Él se distrajo recordando el día en que
su hijo recomendó un japo que había
conocido antes con su madre y, por parecer experto,
el Frío se puso entre las muelas la bola entera de wasabi.
Escorpiones y escolopendras salieron por su boca
como al rey Minos de Creta le fluyeron más abajo
—fue cuando su amante Procris inventó el preservativo.
Entonces lo sobresaltó el mensaje
de un amigo de viaje con su novia ártica:
una foto —ella se baña desnuda
en un lago blanco— tomada torpemente
por no sacarse los guantes ni siquiera
como un viejo ante la hija de Jilquías:
parece un Frío y es otro Arropado.
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