Óscar Anibal Milovich - Mundo de Gigantes, Horizontes y Espejismos

Está llena de bondad, se entrega por completo y colma nuestras necesidades. Nos permite vivir sin moral, rompiendo con todo tipo de vergüenza, disfrutando lo anormal como si fuese normal, dejando la moralidad para los dinosaurios. Quebrando todo tipo de reglas de moral y éticas…

¡Qué linda es la libertad que me han regalado! Solo me piden fidelidad y el voto…

Para que libertad pueda seguir cubriendo mis necesidades y gobernando mi vida.

La oscura noche se cierne sobre la urbe. En las calles desiertas están sus edificios simulando ser monumentos dormidos; atados al olvido de grandes mentes.

En sus muros, imágenes pintadas indescifrables que semejan telarañas en laberintos sin salida, hechas por manos muertas de caminantes que deambulan sin destino.

Con vestiduras rasgadas y rostros sin rostros con su andar oscilante, mezcla de pensamientos de libertades con ataduras, crecimiento con techo, angustias disfrazadas de alegrías que desaparecen con el sorbo del mal trago, esfumándose en el humo de un charuto… en compañía de la soledad del alma gemela que solo existe en la algarabía de quejas, angustias y rebeldías compartidas, son expresadas por la juventud y poca experiencia.

Noches de sombras largas se acercan hacia la ciudad que alguna vez fue la metrópolis de las luces.

Grandes nubes taparán su sol y sus luces de neón, que por el fuego reemplazadas serán.

La sabiduría y la riqueza por la picardía y la pobreza intercambiadas han de terminar.

¿Quién escucha los gritos? Sonidos mudos, angustias dormidas, provenientes de lo más profundo de los corazones, de lo más bajo de la escala, el último eslabón.

El sonido no llega hasta aquí. La angustia ya se les va a pasar. Estamos en la torre. ¡¡¡Mira!!!

Desde aquí las cosas diferentes. Disfruta el viaje. Estamos volando alto, son tan pequeños que ni se llegan a ver.

¡¡Mira nuestro mundo!! ¡¡Es perfecto!! O acaso… ¿ algo anda mal? Verdes paisajes y grandes lagos con verdes viñedos es nuestro espacio. ¡¡Solo disfruta!! Es nuestro estatus.

Rodeados de victorias y triunfos viven la reina y el rey de dudosa estirpe. Mirar hacia abajo no les pidáis, ya que de la plebe ellos solo se sirven y a migajas alimentan.

De reinas, reyes, paganos y plebeyos está hecho nuestro mundo. Sangre azul y sangre roja, y esta última solo correrá.

“Educación y alimento no te han de faltar; porque somos distintos, somos mejores”.

Explica la reina a sus príncipes, ella en lo alto, sobre la torre.

En el ocaso de mi historia veo cómo se desgrana el pasado, como las hojas de un árbol que en otoño se desprenden una a una. Así veo pasar cada momento vivido.

Las alegrías y tristezas en la niñez, cuando las ramitas de un árbol eran barcos que navegaban en las corrientes marinas de una zanja, o las aventuras de cazadores de pajaritos y mariposas en algún baldío.

A medida que pasa el tiempo, se ven las imágenes de las primeras atracciones por el sexo opuesto y el nerviosismo por el primer beso, los fines de semana y las salidas nocturnas con el esperado debut sexual. Recuerdos que no han de volver. Actores y músicos que ya no están y solo viven en nuestra mente.

La emoción del primer hijo y el tiempo que pasa sin previo aviso. Momentos compartidos con amigos y familiares que ya no están, pero que nunca se irán.

La vida pasa como el viento y nos hace planear entre el cielo y la tierra, subir la escalera hasta el último peldaño del cual jamás bajaremos, dejando la huella de nuestra existencia marcada en los corazones, con recuerdos que perdurarán en el tiempo.

Por la noche me tomaste de la mano y acompañaste mi camino. Un pub, un vaso y el humo de un cigarrillo.

Solo tengo la compañía de una sórdida canción en el lúgubre ambiente. Y tú a mi lado.

De regreso a mi hogar, tu nombre se repite una y otra vez en mi alma y mi corazón…

Solo eres SOLEDAD…

¡Gracias! Simplemente gracias con mayúsculas por haberme acompañado por tantos caminos en los cuales he pasado grandes alegrías y tristezas. Vivimos juntos el gran despegue, el primer día de jardín, viendo a mi madre parada en la puerta enviándome sus besos al aire. También has sufrido junto a mí en cada golpe, en cada caída sufrida. La ausencia de los abrazos y los consejos de un padre que no supo retener el tiempo suficiente como para que te disfrutemos juntos.

Como también vivimos juntos el nerviosismo y la curiosidad del primer beso, y la primera noche de sexo con el primer noviazgo y el gran amor.

Los primeros sueños, el primer trabajo y la felicidad de las primeras sensaciones en el matrimonio. El momento cuando has estado a mi lado en el nacimiento de mis hijas. La experiencia sin experiencia que se experimenta no tiene comparación con nada en el mundo, compartir cada parto con mi amada esposa.

Solo te puedo dar gracias, por darme tanto y pedirte perdón por reclamar siempre más, demostrando mi permanente inconformidad.

Aunque me has enseñado que siempre tengo que exigirme al límite para que disfrutemos juntos al máximo.

Eres fiel en cada latido de mi corazón, en el inhalar y exhalar de mis pulmones.

Hoy al pasar el tiempo nuevamente debo agradecerte por la vitalidad y el sano crecimiento de mis hijas, la unión y cada momento que hemos compartido en familia. Vida, agradecerte es poco.

Hoy, nuevamente te dignas a compartir el milagro de tu existencia en el vientre de mi heredad.

Eres mi compañera de viaje hasta el momento en que nos despidamos.

Por todo esto, los secretos y olvidos que compartimos y mucho más… Vida, hoy te bendigo.

Una noche, la soledad y el silencio de la ciudad dormida. Solo la compañía de los fantasmas en la penumbra iluminada por la luna.

El lucero señalando el gran mapa del universo extendido en la superficie del tablero del tiempo.

Una imagen en mi mente que no te olvida, y de repente…

Una bicicleta que cruza la esquina sin que nadie la monte y una golondrina que guía su camino, los semáforos que se ponen en verde para no interrumpir el avance de la vida.

Una voz en mi cabeza me dice que creo en fantasías, mientras Twity canta en mis oídos, el Chavo juega en el vecindario y Mary Poppins se lanza desde el cuarto piso para cruzar la calle.

Soy el hombre invisible para las personas sumergidas en vanidades de vidrieras habitadas por maniquíes luciendo sus prendas.

Yo río a carcajadas junto a mis fantasías, mientras la gente asombrada me trata de loco por la felicidad expresada al huir de este mundo sin reflexión.

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