Las fotos del desastre las podéis ver poniendo en el buscador de vuestros navegadores «huaicos 2017». Pero mucho más preocupante que el desastre y sus antecedentes, de cara al análisis que quisiera hacer ahora, ha sido todo lo posterior. Kuczynski fue alabado en su momento por su rápida reacción, y nadie lo discutió. Mandó a un ministro a coordinar las labores de reconstrucción en cada zona de crisis. Los funcionarios públicos se arremangaron para ponerse a trabajar. Llovía y llovía, pasaban los días y la destrucción aumentaba, pasaban los meses y a las precipitaciones se sumaron las voces que preguntaban por qué no se decretaba ya el estado de emergencia. El Ejército se hacía cargo de la asistencia de la población y la reparación de vías y puentes, «con más corazón que medios», según dijo un jefe militar. Se habilitó un hashtag, #UnaSolaFuerza, para centralizar todas las ayudas y donaciones. Pero no se declaraba el estado de emergencia. Desde Palacio se anuncian partidas milmillonarias para la reconstrucción, ordinarias, extraordinarias, nacionales, regionales. Anuncios de dinero, pero no llegaba el estado de emergencia y Kuczynski afirmaba, en marzo, que no había condiciones aún. ¿Qué estaba pasando? El estado de emergencia lo declara el Poder Ejecutivo a través de un decreto supremo. Con ello libera fondos a las autoridades locales para adquirir productos sin concurso público, ese laberinto administrativo ideado para proteger los dineros del Estado gestionados por el MEF (Ministerio de Economía y Finanzas) de las garras de la corrupción. El antecedente del terremoto de Ica de 15 de agosto de 2007, que se resume en un titular del diario El Comercio: «A cinco años del terremoto en Ica: desidia, precariedad y corrupción», hace que Palacio sea reacio a la declaratoria del estado de emergencia.
Esto ya se va haciendo muy largo, no os equivocáis si pensáis que los titulares sobre la falta de avance en las obras de reconstrucción, la falta de coordinación y la presencia de corrupción han sido constantes en los últimos tres años. Titulares a los que sumar los referidos a corrupción en todos los niveles y estamentos. Este es el panorama al que ha llegado el virus de la coronita. La reacción del gobierno de Vizcarra ha sido rápida y acertada. La puesta en práctica de las medidas extraordinarias ha sido ordenada y eficiente, pero los mimbres de la cesta son los que son, y no podemos olvidarlos, no para sembrar pesimismo, sino para ser conscientes y estar atentos, que nos va la vida en ello, literal, otra vez digo literal, empiezo a repetirme, señal de que debo dejarlo aquí.
Mañana tengo programada una salida corta, y después me quedaré varios días en casa contándoos más cosas que ya sabéis los que sois de acá, mucho mejor que yo además, pero que como no tenemos otra cosa que hacer podemos ir recordándolas para tratar de anticipar los caminos por los que la enfermedad se va a propagar, los caminos de la desigualdad, del centralismo, del abandono del mundo rural andino y amazónico... En fin, voy a ver si la vecina cuida de la planta, que lo hace con un primor que da gusto.
7
miércoles 25 de marzo
casos confirmados: 64
muertes: 2
Hoy me he preocupado. Luci me ha dicho que qué guapo. Ella se dedica al rubro de moda y sabe de estas cosas. Pero si voy con la cara toda tapada con la mascarilla y la braga encima. Vende mascarillas de algodón para niñas a un sol. «Pero tienes los ojos bonitos», me ha dicho. Cómo, si llevo las lentes empañadas que no veo nada por causa de la máscara. La señora Luci es un encanto y me explica que algo tiene que hacer para llevar comida a sus dos hijas. Pero lo que le preocupa es que con ellas viven también los abuelos de 91 y 77 años. Buena gente, Luci, le prometo volver a visitarla sin máscara, para que me diga guapo otra vez.
Luci está en La Parada. La Parada es un mercado callejero que está frente al emporio textil de Gamarra, la gran fábrica mundial de ropa bamba. Un mercadillo bien popular, que hace temblar cuando se lo menciona. Ocupa calles y calles transversales a la avenida Aviación, donde se venden, sobre todo, alimentos. La gente transita con máscaras, aunque algunos sin ellas. Le pregunto a Luci si ve que se toman en serio las medidas y me dice que más o menos. Es lo que veo. Para qué insistir. Junto a la reja de acceso hay una venta de mascarillas, a dos soles, más baratas. «No me hagas fotos, no me jodas». Esto de ir todos embozados mola.
Pero me salto el principio de la mañana. Un vuelo ha podido salir para España con compatriotas. Bien por ellos. De esas cosas se ocupan los noticieros serios. Yo llegue tarde, lo hicieron demasiado bien, antes de las siete ya estaban todos dentro de su correspondiente autobús. Veo a algunos conocidos del Consulado, están realmente satisfechos. Bien por ellos. Y ahora a por el siguiente vuelo. Prometo llegar antes.
Luci vende máscaras para niñas en su puesto de La Parada. La Victoria.
Pedaleo y veo trabajar a los equipos de limpieza de San Borja en la Javier Prado. Un poco más allá las primeras personas esperan que abra el Banco de la Nación. Imagino que algunos esperarán cobrar la ayuda del Estado de 380 soles. Es una buena medida de la que se beneficiarán en torno a tres millones de familias. Una vez más pienso que el gobierno lo está haciendo bien. Sé que el país responderá, pero me da miedo que el virus encuentre dónde esconderse, en un país en el que lo fácil es dejar los escombros en el tejado y que la gente se las vaya arreglando. Setenta y dos por ciento de economía informal, mimbres, ayer hablé de mimbres, son los que son. La Victoria es un buen distrito donde conocer los mimbres de los que está hecho este país y Gamarra en especial. En el damero comprendido entre las avenidas México y 28 de Julio, y Aviación y Parinacochas, cinco minutos caminando de punta a punta, bueno vale, diez si vas cargado, hay, en cifras de 2017, casi cuarenta mil establecimientos, más de ochenta mil trabajadores y se movieron más de ocho mil millones de soles de negocio. Eso es lo que dice el INEI. La fiscalía y la nueva administración municipal también incluyen la existencia de una trama de delincuentes que desde el serenazgo cobraban cupo a negocios y ambulantes, una tontería de sisa sol a sol, que recaudaba 25 millones de soles al año. El país amaneció el 3 de agosto de 2018, año de elecciones distritales y regionales, con la infomación de que la Policía había detenido al alcalde de La Victoria, Elías Cuba, su hijo, su teniente alcalde y otros funcionarios vinculados a la municipalidad, como miembros de una presunta organización criminal bautizada como Los Intocables Ediles. No sigo, ya hasta me he perdido y no sé por qué cuento todo esto.
En su casa de La Victoria, Ana María cuida de gatos y perros de la calle.
Pero estoy en La Victoria y estoy de suerte. He pinchado. La rueda delantera hace un chopchop que no me gusta nada, veo un grupo de indigentes que beben en la calle del mismo vaso, pienso acercarme pero ya me da no sé qué. En frente veo un grupo de gatos que hacen lo mismo y decido fotografiarlos a ellos. Resulta que están ahí porque Ana María cuida de ellos. Los recoge de la calle y los mima, a perros y gatos, y estos están bien ordenados, atentos a cada movimiento suyo. Me dice que no tiene pienso para darles de comer. Me enseña dos cachorros que ha recogido hoy mismo, que salen del desalojo de los puestos de la Cachina, otro mercado cuyo nombre también hace temblar. Vete a ver por esa calle y pon mi dirección, a ver si alguien me puede traer comida para los pequeños. «Claro que sí. 177-A de la avenida Aviación», replico. «Sí, sí, muchos vienen y hacen fotos y luego nada», se queja. «Te creo. 177-A de la avenida Aviación».
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